Nosotros somos de San Carlos, y ahora nos pasamos a vivir a San José. Mi esposa siempre fue muy expresiva al momento de la relación sexual. Con esto quiero decir que jadea, gime y grita. Eso nunca fue un problema porque vivíamos en una casa grande muy separada de los vecinos, pero ahora nos pasamos a un condominio donde todo se oye, y ella se siente cohibida. La vida sexual se nos apagó.
El placer sexual es una cascada de sensaciones que surgen de forma refleja e intempestiva. Algunos experimentan todo ese placer de manera interna sin dar señales evidentes; la mayoría tiene diversas expresiones, como jadeos y gemidos de bajo tono; y en otros, las manifestaciones son muy sonantes y se hacen notar aun a varios metros de distancia. Estas parejas enfrentan cierta aprehensión ante diversas circunstancias; por ejemplo, cuando algún familiar vive con ellos, cuando los hijos crecen, o como en este caso cuando se vive en un apartamento donde fácilmente se escucha a los vecinos que están de pared por medio.
Algunas veces las parejas logran controlar el ruido que hacen. Sin embargo, en algunos casos, en el intento se pierde la magia y se desvanece la gratificación; es decir, el placer se esfuma al estar tratando de no gritar. De ser así, es importante utilizar la competencia sónica: poner música o encender el televisor. Estas medidas pueden mitigar, parcial o totalmente, los sonidos del amor. Desde luego, estos recursos solo se pueden emplear a ciertas horas, y están vedados en noches y madrugadas. Cabe destacar que las parejas siempre deben tener en cuenta las variables sexuales al momento de elegir el alquiler o la compra del nidito de amor.
