Vacunación del personal de los centros educativos

Opinión

Se ha tornado polémica la solicitud de vacunación del personal de los centros educativos del país, sobre todo por la decisión de las autoridades educativas de mantener la modalidad bimodal para encauzar el proceso enseñanza-aprendizaje, establecido a raíz de la pandemia del Covid-19 y su desarrollo infeccioso en el país y en el mundo entero.

Hay coincidencias en que la llegada y permanencia de este virus y sus mutaciones han desnudado realidades nacionales, primordialmente, las desigualdades que afectan a una buena parte de nuestra niñez y juventud, en el disfrute del derecho humano a una educación de calidad. Esto es cierto, si valoramos, en la educación pública, las causas de la brecha entre la calidad de las oportunidades educativas en zonas urbanas y las rurales. Las evidencias son harto conocidas: falta de conectividad, de computadoras o celulares inteligentes en familias de escasos recursos, situación socio económica de las familias, desatención o abandono de los progenitores, escasez de recursos de enseñanza, infraestructura escolar deteriorada e insegura en cientos de centros educativos, ausencia de educadores por diversas razones, baja escolaridad de los progenitores, distractores socioculturales en la virtualidad…

La socialización que viven los estudiantes en los centros educativos, durante la presencialidad, coincido, es parte sustantiva para su desarrollo emocional y social. Lo mismo que las directas relaciones docente-discente, estudiante-estudiante, en el proceso de aprendizaje. La práctica pedagógica afirma que estas interrelaciones humanas son determinantes para el éxito escolar. Los mismos discentes, cuando hablan de sus experiencias escolares, hacen diferencias en la calidad de sus aprendizajes entre lo presencial, lo virtual y lo bimodal.

Si las autoridades del MEP continúan con el sistema bimodal, soy de la opinión de que la vacunación masiva del magisterio: docentes, técnicos docentes, administrativos docentes, administrativos, se impone por la salud de ellos, de sus estudiantes y familiares. Un Magisterio contagiado agrava la situación desigual de la que he hablado anteriormente. Alumnos contagiados suman su actual y perjudicial rezago al que arrastran desde la huelga de 2018.

Aunque se conoce del esfuerzo de las Juntas de Educación y Juntas Administrativas por proveer los recursos materiales en cumplimiento de las medidas sanitarias establecidas, igual de padres de familias colaboradores y responsables, también es cierto que el contacto directo entre los miembros de la comunidad educativa es un real foco de contaminación. Lamentablemente, ya se está viviendo y todos los días docentes o padres denuncian contagios.

En este tiempo, se afirma que los niños menores si se contagian no sufren los graves efectos de la enfermedad; pero sí podrían contagiar; los jóvenes de secundaria al sufrir la infección sí son contaminadores seguros. El virus, entonces, puede ir del centro educativo a la casa o de la casa al centro educativo. Es una realidad indiscutible; recuérdese que en el sistema escolar costarricense tenemos 1.206.800 estudiantes (MEP), más los miles de servidores en los centros educativos. Es decir, aproximadamente un 23% de la población costarricense relacionándose.

La calidad de la educación está afectada, sensiblemente; por ello, reitero que la vacunación de este personal es imprescindible, sobre todos si la decisión ministerial es continuar con el sistema presencial-virtual: por responsabilidad del Estado, por tutelar el irrenunciable derecho humano a una educación de calidad, por el mejor resguardo de la salud de quienes conforman la comunidad educativa y de sus familiares, por conveniencia nacional. Entiendo, además, que organizaciones del Magisterio Nacional han ofrecido comprar vacunas para el personal de los centros educativos. De ser cierto, es una oportunidad valiosísima que el MEP no debe desatender, mucho menos el gobierno.

De seguir el atraso en la vacunación de la población costarricense se agravará más la actual situación económica y nuestro sistema de salud, se ocasionará más dolor y muertes, más desempleo, más pobreza, más inseguridad e incertidumbre, consecuencias que ya vivimos y no deseamos su prolongación. Por el rezago, las autoridades de salud han sido, frecuentemente, cuestionadas por la lentitud de la vacunación, lo que ha llevado, incluso, a distintos sectores de trabajadores, expuestos al contacto directo con personas, a exigir su vacunación: choferes de autobuses, médicos con consultorios privados, recolectores de basura, abogados, diputados. La gente clama por acelerar la vacunación para superar la baja tasa que tenemos y vivir con mejor calidad de vida. Clama por la reactivación económica al no tener señales concretas del gobierno.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 08 Mayo, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Marvin Herrera Araya