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Opinión

El narco no respeta a nadie

EDITORIAL

Definitivamente el narco no respeta a nadie. A estos grupos criminales lo mismo les da apostarse en un bar que vender drogas en un centro penal o montar un búnker frente a una escuela. 

Los despreciables narcotraficantes lo único que buscan es hacer más clientes sin importar la edad.

DIARIO EXTRA informó en sus páginas cómo la Policía de Control de Drogas (PCD) desmanteló una venta de estupefacientes a pocos metros de un centro educativo, la cual era liderada por una mujer y tres hombres. 

Vendían de todo, puchos de marihuana, bolsitas con coca, piedras de crack y demás, a vista y paciencia de estudiantes, profesores y vecinos de Santa Ana. 

De hecho, este medio de comunicación supo que la policía llegó hasta los traficantes locales gracias a las denuncias de los lugareños, hartos de ver cómo proliferan los consumidores en la comunidad y ante el riesgo inminente que implicaba tener el búnker cerca del centro educativo.

Esta situación es hoy un tema frecuente en nuestros barrios. No hay centro educativo que no tenga registro de incidentes semejantes, ya sea por alumnos que venden puertas adentro con el mayor descaro o bien por consumidores de corta edad. Hay peones del narco que trabajan en las inmediaciones de los centros de estudio y nadie controla esas situaciones claramente peligrosas. 

Los narcóticos invadieron las casas de enseñanza, se metieron por la puerta de enfrente y las autoridades lo saben.

No solo afuera de estos lugares hay narcotraficantes, las autoridades saben que en las aulas miembros de grupos delictivos se encargan no solo de satisfacer estos vicios de principiantes, sino también de reclutar “robots” para comercializar la marihuana en otros sitios donde acuden jóvenes, llámense parques, polideportivos, esquinas de barrios, pulperías y hasta en un grupo de adoración y alabanza cristiana.

La gran cantidad de menores que ahora acuden a clases solos son el blanco perfecto de estas agrupaciones, a las que no les tiembla el pulso para iniciarlos en el mundo de las drogas. Estos narcos no le temen a la policía y menos a las autoridades de una escuela o colegio.

La policía y el Ministerio de Educación Pública (MEP) tienen una buena cantidad de reportes sobre casos de este tipo, saben que nuestras poblaciones más jóvenes son vulnerables y están a merced del narcotráfico.

Los padres de familia y encargados de los estudiantes saben que es un peligro latente al que se enfrentan cada día sus hijos, ahora a edades más tempranas. Es más, con esto de que en los centros educativos los padres deben quedarse puertas afuera, aquel contacto que servía de catalizador de informaciones sobre los menores desapareció.

Ya nadie sabe nada de nadie, los padres no van a escuelas y colegios, no dialogan con los docentes, no conocen detalles del acontecer educativo, no conocen a los amigos de sus hijos.

Veamos datos. La V Encuesta Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población de Educación Secundaria, del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), presentada hace unas semanas, revela que aunque en el consumo de la marihuana hubo una disminución del número de usuarios en el último año, al pasar del 9,4% al 5,1%, 3 de cada 100 estudiantes dijeron haberla consumido en el mes anterior al censo. Hablamos de estudiantes de 12 a 18 años.

El estudio indica que la provincia con más consumidores activos de marihuana es Alajuela con un 4,3%, seguida por Cartago con un 4% y Heredia con un 3,6%. En Limón se encuentra el menor número con un 1,1%.

Tras dar a conocer los datos de la encuesta, el doctor Oswaldo Aguirre, director general del IAFA, indicó: “Se debe destacar que nuestra sociedad actual está enfrentando un problema de salud pública que requiere intervención inmediata, debido al consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, siendo de carácter urgente brindar atención necesaria a la población menor de edad por ser una de las más vulnerables”. 

Estas palabras son claras y evidentes. Costa Rica debe sí o sí invertir en la prevención de manera frecuente porque los esfuerzos actuales son aislados, poco impactantes. 

El narco no solo busca un mercado de consumo en nuestros jóvenes, es hoy el mercado laboral de muchos, no solo en la comercialización, transporte y almacenaje, sino también en el lavado de dinero y el sicariato. 

Llevamos años escuchando a ministros, jefes policiales, judiciales, jueces juveniles, fiscales y demás expertos dar cifras de la gran cantidad de menores que hoy están inmersos en el negocio del narcotráfico, ignorando por su corta edad lo que ello implica.

No entendemos cómo en este país únicamente nos centramos en detener los camiones cargados de estupefacientes que cruzan nuestras fronteras, cuando en las casas de enseñanza los narcos están potenciando un mercado joven. 

Se gastan miles de millones de colones en seguridad para el combate del narcotráfico internacional, pero es evidente que los programas preventivos dirigidos a las poblaciones más jóvenes y vulnerables son escasos, por no decir nulos. 

Antes escuchábamos de DARE, iniciativa dedicada a dotar de información a los estudiantes, pero lo cerraron este año, y eso nos deja manos arriba. Los programas preventivos no están llegando a los jóvenes, que ahora ven el consumo de drogas como un tema de moda, por decirlo de alguna forma. 

Está bien la cooperación internacional para combatir a las agrupaciones que operan en este nivel, pero también es bueno volver la vista hacia el mercado interno, que ya no es tan pequeño como se cree, pues los grupos narcos tienen en la mira a una población potencial tan importante como son los jóvenes.

Poco hacemos con decomisar toneladas de cocaína que no irán a parar a manos de los adictos de otros países si en el nuestro tenemos decenas de muertos por peleas de territorios para la comercialización de estupefacientes y las cárceles están abarrotadas de adolescentes y adultos jóvenes que no superan los 25 años.

Los programas deberían articularse en conjunto entre el Ministerio de Educación, Ministerio de Seguridad, IAFA, autoridades policiales, padres de familia, grupos religiosos y entes rectores del sector salud, pues por años se han explicado los problemas del consumo de drogas, pero pocas veces se mencionan las fatales consecuencias de dedicarse a este ilícito negocio.

Es hora de hacer un alto y replantearnos la estrategia de la lucha antinarcóticos porque parece que estamos más concentrados en proyectar una muy buena imagen al exterior y nos olvidamos de poner la casa en orden.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 12 Septiembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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