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Opinion

La eterna pelea por el bachillerato

Editorial

Se les llame bachillerato, FARO o estandarizadas. La aplicación de estas pruebas representa la eterna lucha entre los estudiantes y el Ministerio de Educación Pública. 

Para algunos estos exámenes únicamente deberían representar un diagnóstico, en lugar de tener un peso tan importante en la evaluación de los futuros egresados. 

Las personas de mayor edad recordarán que en algún momento las llamaban “el coladero” porque separaba a los que pasaban de los que se quedaban rezagados. Reprobarlas era sinónimo de no ingresar a la universidad. 

Muchos caían en el desaliento, no continuaban estudiando y conseguían cualquier trabajo mal remunerado, tema al que aún se le debe prestar atención. ¿Cuál es el seguimiento de esta población?

Costa Rica es el tercer país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan.

Esto se traduce en una mayor pobreza y desigualdad para quienes no logran continuar en la escalera educativa. Estamos hablando de personas entre los 15 y 24 años que no encuentran una oportunidad. 

Hoy en día quienes defienden las Pruebas Estandarizadas dicen que estas pretenden determinar que los conocimientos de los jóvenes son los mismos, sin importar el centro de enseñanza del que provengan. 

Eso pasa porque no interesa si la formación se hizo en un colegio rural, técnico o académico, público o privado. Todos deben tener la misma capacidad al final del ciclo. 

El problema surge cuando se cree que el éxito o el fracaso de un estudiante depende exclusivamente de dichas pruebas. En este proceso hay múltiples factores que van desde la metodología hasta el ambiente en la clase y qué tan capacitado esté el profesor. 

Esto sin incluir factores psicológicos o familiares que también podrían influir en el desempeño de los jóvenes en el aula o los que enumeraba un estudiante al presidente de la República, Rodrigo Chaves, relacionados con la infraestructura y condiciones de muchos centros educativos. 

Tras la protesta de los jóvenes frente a Casa Presidencial, la solución a la vista es que no sea un examen determinante para ingresar a la universidad y bajar el porcentaje de representatividad. Eso nos lleva a cuestionarnos cuál es la seguridad a la hora de definir su peso.

Sin embargo, la pregunta del millón es ¿realmente estas pruebas sirven para medir o influyen en la calidad educativa? Varias corrientes opinan que en algunos países no existen y aun así están en los primeros lugares cuando se hacen evaluaciones internacionales.

Lo que se debería revisar es qué hacen ellos diferente para lograr estos resultados. 

Otro tema polémico ha sido si una sola prueba es capaz de medir el conocimiento aprendido de un estudiante a lo largo del ciclo, aunque la idea es que salga con una formación general.

Sin duda el bachillerato o pruebas estandarizadas es un tema de reflexión, pero fuera de las calles, en un espacio donde reine el diálogo y no el forcejeo y el descontento social.

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Miércoles 09 Agosto, 2023

HORA: 12:00 AM

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