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Opinión

Los primeros pasos o la gallinita ciega

Luis Guillermo Solís, Presidente de la República, enfrenta su primer reto, el de los 100 días de arranque de su gobierno, con grandes expectativas, que él mismo contribuyó a crear, y con mayores por la ilusión de los costarricenses en su triunfo, especialmente por el 1.300.000 votantes del 6 de abril que confiaron en él para cambiar, esperar transformaciones sustanciales, dejarse conducir y gobernar por quien se espera tenga voluntad de hacer, capacidad para tomar decisiones y transmitir la sensación que se gobierna y manda, de que quien está a cargo tiene el timón agarrado y que tiene claro el camino y ruta a seguir para lograr los objetivos, metas y propósitos trazados, si no del Programa de gobierno ofrecido por él y el PAC, al menos de las buenas intenciones del Presidente, una vez que asumió, y se dio cuenta que “la finca estaba encharralada” y “que no era lo mismo verla venir que bailar con ella”.


Estos primeros pasos, o días, me recuerdan el viejo cuento que jugábamos de niños, el de la gallinita ciega, donde a un jugador, valga el ejemplo, el señor Presidente, se le tapan los ojos, se le dan varias vueltas, ojalá hasta marearlo, que ya estaba mareado desde el 6 de abril, mareo que pareciera por sus actos no le ha pasado, para que persiga a los otros jugadores, hasta atrapar a alguno, que le sustituiría, además de que hay que adivinar con los ojos tapados quién es el jugador atrapado, que queda fuera del juego, como Juan Carlos Mendoza enviado a la ONU.


Mientras tanto, los jugadores le van dando pistas para ayudar a encontrar a los jugadores o presas que debe atrapar. Estas pistas, para el Señor Presidente pueden ser consejos, críticas, presiones como las que sufre de distintos grupos y redes sociales, a las que él reconoce se les ha echado en brazos y atendido sus gestiones, como fue el caso de la renuncia de su asesor Iván Barrantes, pero provocó, que otros grupos de presión le golpearan la mesa, como las cámaras empresariales, porque han entendido que el Presidente no soporta presiones.


Aquí, en el juego, pareciera que el Presidente no logra atrapar nada ni a nadie y no encuentra aún los nudos principales en su charral.


Así, el Presidente, se me muestra en estos 100 días atrapado en su venda, en su laberinto, sin entender ni comprender la magnitud de su encargo, sin los jugadores adecuados que lo guíen para “atrapar” lo que le rodea y liberarse de la venda.


El juego debe hacerse en espacios sin obstáculos. El del Presidente está lleno de obstáculos, lo que le produce tropiezos y caídas, que no debe suceder en el juego, porque además se lastima, y el Presidente ya se queja de esos tropezones, empieza a justificar yerros, se vuelve contra las redes, y defiende a sus buenos hijos, que no debieron decir nada defendiéndolo a él, porque se expusieron a la crítica despiadada y anónima. Mejor calladitos y bien bonitos. Si se meten tiene que aguantar.


El primer escudero del Presidente debe ser su Ministro de la Presidencia, y es su primer ausente en estas lides. Su segundo debería ser su encargado de imagen y también le falla, porque le presenta como personaje, casi farandulero, sin personalidad, sin la prestancia de la calidad presidencial. Recordemos que el hábito no hace al monje pero lo distingue. El tercer escudero debe ser su encargado de comunicación y no se siente el buen mensaje, directo, sabio, orientador, que produzca confianza, solo incertidumbre.


Los cuartos escuderos deben ser sus ministros, y tampoco se siente su blindaje. Afloraron contradicciones cuando el Ministro de la Presidencia desdijo a otro Ministro y éste a su vez a un viceministro, o cuando el Presidente manifiesta un deseo, bajar tarifas, ordena su inmediatez, y se enfrenta al jefe tarifario nacional que le indica que él, el Presidente, no fija tarifas, y tiene que bajar el moco, lo mismo cuando se ve obligado a fijar un plazo de 18 meses para analizar situaciones que quería resolver en días. O cuando se ve obligado a hacer la gira por Estados Unidos para asegurar las políticas de más de veinte años de comercio exterior nacional y de atracción de inversiones, para que no haya zozobra en la economía nacional, y reafirmar que los lineamientos comerciales ya establecidos seguirán. Y cuando juramentó en desorden los altos funcionarios, y cuando primero viceministros que ministros, los dejó atados.


Este vacío le provoca debilidad pública. Promesas y expectativas frente a sectores que le aplauden la iza de la bandera de la diversidad, pero le cuestionan su blandenguinidad frente a los proyectos de ley que en esa dirección, respondiendo a estos grupos, deben aprobarse, matrimonios de homosexuales, Fertilización in Vitro, interrupción de embarazos, estado laico, mientras propone en el Congreso más compromiso entre las iglesias y el Estado.


El quinto escudero es su aparato de apoyo legal y constitucional en sus actos, que no se ve por ningún lado. El Presidente, estamos seguros no mete las manos, ni las metería, pero está metiendo la pata como dice el refrán popular. El nombramiento del Ministro de la Presidencia enfrentando el Art. 142 constitucional, empeñado en que la Sala IV se lo destituya con el aval de la Procuraduría General de la República que ya lo indicó, su posición sobre los vetos, su falta de conocimiento de indicar al principio que nombraría la totalidad de los miembros de juntas directivas, su indecisión sobre el Código Procesal Laboral.


Los sextos escuderos, que en realidad son sus tres asesores principales, a modo de rasputines políticos modernos, le blindan incluso frente a sus propios ministros y funcionarios cercanos, le filtran la información y lo aislan, lo ponen a jugar para la gradería de sol, como diría Alberto Cañas, abandonando las clases medias que lo eligieron.


Los jugadores que deben guiarlo lo enfrentan porque desoye. El Presidente pidió que lo encontraran si perdía…está a punto de perderse y de no poderlo encontrar.

 


*Historiador.

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Martes 26 Agosto, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Vladimir de la Cruz

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