Costa Rica no está para colibrís

Editorial

Los diputados, en vez de aprobar las leyes para combatir el sicariato, el narcotráfico y el crimen organizado, andan creando nuevos símbolos nacionales.

Lleva razón el presidente Rodrigo Chaves cuando dice que Costa Rica no está para colibrís. No entendemos cómo se definen las prioridades desde el Congreso.

¿Acaso no se ha caído en cuenta de que estamos viviendo la peor crisis de seguridad que ha tenido el país? ¿Qué más debe pasar para que le den prioridad al tema?

Los congresistas, lejos de avanzar, obstaculizan la aprobación de leyes que, si bien no son la única solución, ayudarían a devolver la paz a los ticos y se enfrascan en discusiones politiqueras que no llegan a ningún lado, ni tienen beneficio para el país, con gritos y pleitos que distan mucho de lo que necesitamos como sociedad.

Solo esta semana vimos cómo mataron al testigo clave de un juicio frente a los Tribunales de Limón, a un exjuez en Tres Ríos y a un abogado a plena luz del día en Nicoya.

Dice el Gobierno que no tiene presupuesto para contratar a más policías, y que la solución es la cárcel, pero ¿hay tanto espacio en los centros penitenciarios sin liberar golondrinas?

El propio Ministerio de Seguridad asegura que hay 340 bandas de las cuales 259 operan bajo el sicariato, pero esta guerra entre grupos criminales tiene al ciudadano común en medio.

Profesores de un colegio de Pavas ya expresaron el miedo que sienten de ir a trabajar por eventos en que han mediado armas de fuego dentro y fuera de la institución.

Añadamos la balacera que se presentó en las afueras de una escuela de Siquirres causando pánico. Aunque algunos lo normalicen, así no es Costa Rica.

El presidente Chaves informa que mantener a la Asamblea Legislativa cuesta ¢200 millones diarios. El monto debería traducirse en leyes que ayuden no solo con la inseguridad, sino a fomentar el empleo y la inversión social.

Lo que vivimos forma parte de una descomposición social que empieza desde que se descuidó la educación y se propició la desigualdad.

El crimen organizado no prospera de la nada, sino en medio de la falta de oportunidades. No debería pasar tanto tiempo para que los diputados escuchen el clamor ciudadano.

Los legisladores piden acciones, pero están muy lejos de poner de su parte para hacer el trabajo que la Constitución les encomienda. Se han olvidado de su deber de servir a la población.

Y no se trata de criticar a uno u otro partido político, sino de evidenciar que ciertas instituciones hacen poco para derrotar al crimen organizado, a excepción del Organismo de Investigación Judicial y el Ministerio Público.

Al menos ya empezaron por obligar a Hacienda a trasladar los recursos para seguridad ciudadana, un primer paso en la dirección correcta.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 29 Febrero, 2024

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