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Opinion

Reflexiones para un 15 de agosto

Prof. Julio Vindas Rodríguez

Si al amor incondicional hubiese que definirlo con una sola palabra sería: ¡MADRE!; mucho se ha hablado a través de la historia acerca del rol de las madres, algunas veces con una profunda admiración y respeto, con una sincera y conmovedora sensibilidad, y otras, recurriendo a fingidos y lacrimógenos pseudo-libretos “sentimentaloides” (de telenovela barata); aplicando incluso una buena dosis de “sensiblería edulcorada”, donde el amor queda reducido a un rústico -aunque muy dulcete y empachoso, “sobao e’trapiche”.

Pero lo cierto del caso es que para nombrar a la madre, definitivamente hay que depurar el léxico y transparentar el alma; mirar más allá de todas las congojas, abstraernos de las sórdidas contradicciones; porque el amor de una madre siempre colmará tu espacio, mucho más que el de todas las personas que conozcas o que tengas cerca, el abrazo de una madre te estará esperando aún en los momentos más difíciles, cuando todos te hayan dado la espalda ella permanecerá a tu lado -en silencio- y con los brazos abiertos; porque solo la madre es capaz de ponerse en los zapatos de todos, pero nadie podrá ponerse en los de ella.

A través del cordón umbilical “mamamos” durante nueve meses el inefable misterio de la vida, ingerimos a borbotones nuestra herencia genética, nos atragantamos con la primera ternura en ciernes, y en el cálido umbral de la placenta, en ese sublime cuenco donde se transmutó el milagro, adquirimos desde la nada una identidad única y bendita que nos acompañará por el resto de la existencia, y nos amalgamamos en una sola carne con esa mujer que nos dio la vida; creando de aquí en adelante un vínculo indestructible, una invisible y portentosa unión atada fuertemente con los lazos del respeto, la admiración, el sentimiento y un amor inquebrantable.

Es por eso que la figura de una madre ha sido enaltecida por las civilizaciones, pueblos y culturas antiguas, desde las diosas egipcias, griegas y romanas, hasta la portentosa “PACHAMAMA” de los incas, la exuberante ¡Madre Tierra!; principio y fin de todos los orígenes, símbolo de fertilidad, respeto, pureza y protección; por eso el corazón de una madre es un inhóspito océano donde siempre hallarás aceptación, compresión; ¡perdón!; el amor de una madre en situaciones extremas, y en defensa de sus hijos, suele ser más poderoso que el poder mismo de la naturaleza; no en vano no existe ningún lugar donde puedas esconderte, que la oración de una madre no pueda seguirte y encontrarte; pero también hay “otras madres”, que sin haber sido madres biológicas, se encargaron de criar niños ajenos, con el mismo y portentoso Amor de Madre. 

La madre seguirá siendo la personificación de todos los desprendimientos; ella estará dispuesta a renunciar a todos sus sueños, en el momento en que nazca su primer hijo; para una madre seguiremos siendo “sempiternos carajillos”, aunque ya seamos “cuarentones”; cuándo sentimos que nuestra madre se convierte en nuestro peor enemigo, es porque en el fondo no nos damos cuenta que busca lo mejor para nosotros, y está demostrando que nos ama más que a ella misma; por lo general, cuando la vida se nos pone cuesta arriba, y ya no encontramos la salida acudimos a nuestra madre en busca de apoyo, sin embargo cuando crees que te apoyas en tu madre, ¡es porque realmente es ella quién te está levantando!; la primera escuela de un niño es el amor de su madre, y la sonrisa de ella será el primer rostro que él llevará grabado perpetuamente en su alma…

Una vez le preguntaron a una madre; ¿a cuál de tus hijos quieres más?; y sin titubear ella respondió: “al enfermo, hasta que se cure; al ausente, hasta que regrese; al más pequeño, hasta que crezca”, y a todos, ¡para siempre! ¡El corazón de una madre no acepta preferencias ni admite privilegios!; ella será siempre un vasto mar de entrega desinteresada y amor incondicional…

¡FELIZ DÍA DE LA MADRE! ¡A todas las madres de este amado país!

*Poeta y músico

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Martes 15 Agosto, 2023

HORA: 12:00 AM

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