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Opinión

¿Voto antifundamentalista o voto PAC?

Andrea Alvarado Vargas*

Es indudable que esta campaña política ha sido atípica, con una gran cantidad de población indecisa que jugó un papel importante y hasta sorpresivo hacia el final de la primera ronda. Según encuestas del CIEP-UCR, se demuestra que un porcentaje de gente ya decidida por un candidato/a, incluso se pasó al bando de indecisos a pocos días del 4 de febrero. Se tenían 13 candidaturas, ninguna con un apoyo mayoritario para ganar la primera ronda y con medios de comunicación que excluyeron de sus debates a más de la mitad de candidatos/as, limitando así el derecho de la gente a elegir entre los ″no favoritos″ de las encuestas o de algunos directores de medios de comunicación. Ese es tema para otra publicación. 

También es innegable que el tema del Cementazo y la corrupción tomó un papel protagonista pero luego fue desplazado por temas de derechos humanos, tras la sentencia de la CorteIDH ante la opinión consultiva sobre matrimonio igualitario y derecho a la identidad de las personas transgénero. 

Eso causó un movimiento electoral inesperado: el impulso a la candidatura de Fabricio Alvarado del partido Restauración Nacional, cuya campaña se había enfocado en predicar o cantar en las iglesias evangélicas, con un discurso religioso arraigado en la fe de un sector de la población, que aunque dejaba por fuera los temas más preocupantes para la mayoría de la gente, exacerbó, tras la sentencia, el discurso de fe-político, algo que claramente está prohibido en nuestra Constitución Política. 

El TSE con su accionar timorato y lento no parece haberlo percibido hasta ya muy avanzada la campaña, cuando ya era muy tarde. 

Ante este panorama hay miedo en la población y con justa razón. La historia nos demuestra que los grupos o partidos que anteponen su fe o su dogma religioso para la gobernabilidad de un país, dejan un saldo de sociedades divididas, aumento en la discriminación y la intolerancia y, en no pocos casos, hasta guerras.

Es más que entendible que eso nos preocupe. Ante esa realidad hay quienes pensamos en el voto anti Fabricio Alvarado o contra el fundamentalismo religioso. No parece que tengamos otra opción. Sin embargo, eso no implica un voto en apoyo al PAC o a Carlos Alvarado. 

Para la movilización de apoyos o alianzas reales no basta con el miedo. 

El PAC en estos 4 años de gobierno ha topado con obstáculos, algunos entendibles cuando se rompe con décadas de nocivo bipartidismo. Pero hay otros casos en los que hemos visto graves errores, inacción del gobierno Solís Rivera en varias áreas, e incluso componendas con sectores o partidos que se han opuesto a propuestas de campaña del PAC, se han aprobado criticables leyes con votos del PAC. 

También señalo con preocupación una muy débil vinculación con los movimientos sociales, podría decir que en muchos casos ni se les escuchó durante este gobierno, como en el caso de muchos temas ambientales, en temas fiscales, de telecomunicaciones y sobre los temas de medios de comunicación y la urgencia de una nueva ley de radio y TV, el movimiento social fue literalmente vacilado por este gobierno.

Los apoyos a la campaña PAC deben sustentarse más que en el voto antifundamentalista, en la sinceridad y en un mínimo nivel de confianza. 

Ambas cosas no son posibles sin al menos un reconocimiento de los errores cometidos y algunos compromisos reales. 

No es creíble que Carlos Alvarado se lave las manos con los errores de su gobierno, pero sí enarbole las banderas de lo que considera logros de esta administración.

Diálogo franco. Sigo percibiendo poco interés en ese diálogo franco y transparente del PAC, ojalá me equivoque. Si proponen un gobierno de unidad o multipartidista, es imperativo que esas discusiones se realicen con muchos sectores de la sociedad, eso a la larga ayudaría a que nuestro país tenga una democracia más representativa, más integradora y a tranquilizar temores sobre el peligroso futuro que nos acecha. Negociar solo con partidos tradicionales, con sectores económicos o con poderes fácticos para ganar las próximas elecciones, les cobrará la misma factura que les está cobrando ahora al bipartidismo. Las calles y las urnas son testigos de eso.

El voto por Fabricio Alvarado, por su escueto plan de gobierno o su inexistente equipo para gobernar no es una opción para quienes luchamos por el avance en el reconocimiento de los derechos de todas las personas, por una sociedad más justa, más inclusiva y donde la gente sea más feliz y no más llena de odios. 

Veremos qué hacen el PAC y Carlos Alvarado al respecto.

 

*Periodista

 

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Miércoles 28 Febrero, 2018

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