Un país a posteriori
Fernando Berrocal
Nos hemos transformado en un país a posteriori. Un país que reacciona a los hechos consumados y que ha perdido la capacidad de ir delante de los hechos, previniéndolos, adelantándose, haciendo realidad las ideas y las propuestas.
Antes éramos un país a priori, con iniciativa, con visión de futuro y, por esa razón, nos transformamos en un ejemplo en América Latina. Ahora estamos retrocediendo y esa realidad nos golpea todos los días, en hechos concretos.
En materia de seguridad, la Casa Presidencial reacciona a posteriori ante la penetración de la mafia y los hechos de Escazú y convoca a todos los altos mandos policiales. De ahí salen una serie de propuestas de trabajo, todas correctas y excelentes, que deberían ser parte de un proceso a priori, preventivo y capaz de adelantarse al hecho concreto y real de que una de las tantas mafias extranjeras se instaló en el país y que los hechos se hayan producido a vista y paciencia de todo el mundo y de las mismas autoridades.
Pregunto: ¿No es que la Ley de Policía establece un Consejo de Seguridad con esas mismas autoridades y, además, en el que deberían participar el Fiscal General, el Director del OIJ e incluso el Presidente de la Sala Tercera y el Diputado Presidente de la Comisión de Seguridad y Narcotráfico? ¿Cuántas veces, en esta Administración, se ha reunido ese Consejo de Seguridad, establecido por ley, para definir una política pública de Estado y articular y coordinar, preventiva y represivamente, en forma integral y eficiente, las acciones del Estado como un todo, ante el narcotráfico, la criminalidad organizada, el lavado de dinero y la situación de inseguridad ciudadana y nacional que vivimos desde hace largos y críticos 10 años?
Otro ejemplo: Con las lluvias, San José se transforma en una piscina. Existen los estudios técnicos que establecen las razones y los lugares estratégicos en que esto va a suceder todos los años, por estas fechas: San Sebastián, Hatillo 6 y la calle de la Feria del Agricultor, Pavas, Barrio Lujan, Barrio Calderón Muñoz, Barrio Cuba, el “Barrio Chino” y hasta el Hospital de Niños. Todo el mundo sabe que las graves inundaciones las producen las torrenciales lluvias, las viejas alcantarillas taqueadas de basura y plástico, y la crecida de los ríos que cruzan la ciudad capital (Tiribí, María Aguilar, Virilla, Ocloro y Torres). La estructura pluvial es pésima y este es el cuadro repetitivo, todos los años: aguas malolientes y sucias por las calles y San José transformada en una contaminada y maloliente piscina. Pero igual Alajuela, Cartago, Heredia y… todo el país.
Pregunto: ¿Qué hacen el Poder Ejecutivo, la Comisión de Emergencias, con miles de millones de presupuesto, y las Municipalidades, a priori y en grande, en serio, con visión de futuro, para prevenir, paliar y resolver, integralmente, esta situación anual y cíclica, en nuestras ciudades?
¿No tienen razón los costarricenses de estar hartos de tanta ineficiencia?
Medio y mal administrar es una cosa. Gobernar es otra cosa, bien distinta.
