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Opinión

Sin alma de poeta

Rigoberto Guadamuz Monge*

"De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco". Así reza este viejo refrán. A raíz de los comentarios que me ha publicado DIARIO EXTRA, algunas personas se han comunicado por medio del correo electrónico. Unos para referirse amigablemente y los hay que hasta han tenido el tupé de querer propasarse en una discusión que les está vedada.

De acuerdo con la intención que contiene o trae y lleva el refrán citado, cada cual deberá calzarse lo que mejor le acomode. Y para mí, deberé agregar que no tengo alma de poeta. O mejor aún, que tengo alma de poeta, pero apegado al uso correcto del idioma.

Hace pocos días me enteré de lo mal que la pasó una abogada y productora de radio, quien al final de una reunión quiso hacer una gracia al citar sus versos, plasmados en un libro que le fue publicado. Y no solo le fueron publicados, sino que hasta recibió un premio nacional y renombre americano.

Yo que, por asuntos meramente de radio, conozco a esa abogada, sé que no tiene un buen dominio del español. Y no solo de la lengua materna; también del habla vernácula o coloquial: los costarriqueñismos.

La escuché decir por radio que en México nos copiaron el "pura vida", cosa que ella "descubrió" en una de sus visitas…

¿Qué le pasó a esta poeta (no poetisa, porque según ella la discrimina) al cierre de la reunión? Pues que nadie quiso oír sus versos tan mal hechos y abandonaron el lugar.

Siempre que alguien estima que tiene el nivel cultural apropiado, me señala que los poetas tienen derecho o acceso a ciertas licencias que les permiten -digamos- "doblar" el idioma para darle mayor expresión.

Pero tales licencias poéticas o retóricas las debe o puede utilizar quien tiene o tenga un conocimiento del lenguaje, por lo menos, elemental.

Como sabemos, las licencias le permiten al escritor o autor literario ir contra las leyes del idioma o del estilo, todo por alguna exigencia métrica (de la medida) o por una necesidad expresiva.

Figuras retóricas tales como el hipérbaton o la hipérbole deben expresar la alteración de un orden lógico o normal de las palabras, ejemplo: "de verdes plantas hay un cafetal", es una muestra de hipérbaton.

La hipérbole consiste en dar carácter de exagerado. La metáfora, la metonimia, la antítesis, la preterición, la reticencia, el epifonema (para dar un énfasis), etc., le permiten al poeta o el autor literario echar mano de ciertas herramientas para expresar sus ideas con cierta elegancia o doblando el idioma, pero con audacia e inteligencia, tal y como lo hicieron los poetas en el pasado.

La pregunta del millón de euros: ¿Cuántas de las personas que no están de acuerdo conmigo conocen de las licencias a las que me he referido?

Sin querer herir sentimientos, por aquello o esto de que "de poetas y locos, todos tenemos un poco" y escriben poemas, ¿tienen un dominio aceptable del idioma?

¿O cuántos ni siquiera tienen la última edición del DRAE, el Diccionario de la lengua española y de la Ortografía y su Gramática?

Muchas veces he creído que no tengo alma de poeta, concepto que comparten casi mis conocidos, quienes tampoco entienden a los poetas. Y es posible que sea por estar metido en este mundillo del origen de las palabras que no le tomo "sabor" a lo que veo como absurdos lingüísticos de quienes hasta escriben con errores ortográficos.

En definitiva: este cuentazo del uso de licencias poéticas, que ni siquiera califican como figuras retóricas, no pueden ser empleadas por la mayoría de los que con escribir poemas (que la mar de las veces, ni riman) no tienen ortografía ni tienen un amplio dominio del idioma por no usar las palabras apropiadas.

Y, casi siempre, no tienen un buen diccionario y todo lo demás que publica la Academia de España, como auxiliar para poder medio entender el idioma de Cervantes, obras que cité líneas arriba.

O se dice de modo correcto, o nadie lo entiende. Y creo tener los conocimientos lingüísticos y el peso intelectual necesarios para poder notar quién redacta bien y quién no.

Primero, tener ortografía. Segundo, poseer y consultar el Diccionario de la lengua española o DRAE. Tercero, poseer capacidad de expresarse de modo correcto para poder colocar las figuras retóricas, las licencias poéticas, etc. en el lugar apropiado.

Los poemas escritos en español, inglés, francés, alemán, ruso, italiano, portugués, etc., contienen o tienen o deben tener musicalidad. Y eso se da porque el autor sabe cómo rimarlas, al echar mano de las sinalefas, diéresis, sinéresis, etc.

En muchos poemas, de vez en cuando podremos observar un oxímoron, tales como: "pequeño gran amor, el silencio atronador de las palabras, pesada liviandad que me atormenta, el dulce dolor de tu amor, la dulce tristeza que acompaña mi soledad", etc.

Creo que con esta brevísima explicación literaria, he demostrado que de poeta no tengo nada porque exijo el uso correcto del idioma.

Al fin de cuentas, no es tan fácil ser llamado "poeta", solo por escribir algunas líneas o absurdos lingüísticos; esto último es lo que más ha enojado a algunos lectores con mis críticas a las canciones "Balada en otoño" y la "Historia de taxi".

Del refrán aludido, se desprende que a veces, creer que se es poeta, es por la vena de loco que hasta pretende darle musicalidad a los versos o los poemas sin dominar el uso correcto y ordinario del idioma español.

O, peor aún, pretender describir escenas físicas, al no tener sentido de ubicación espacial o de relatividad. Simple; muy simple.

 

*Etimólogo y lexicógrafo, con énfasis en Lógica Lingüística

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PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Lunes 19 Septiembre, 2016

HORA: 12:00 AM

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