Parte I
Cada vez que un médico menciona la palabra “estrógenos” a una mujer, surge, aparte de una cara de susto, una sensación de temor y duda que en ocasiones hace que las pacientes incluso declinen el uso de estos a pesar de la indicación de su ginecólogo.
Lo anterior se debe en gran medida a las controversias que se han generado por diversas razones, en donde lamentablemente una de las más importantes es la “desinformación” con respecto al uso de estrógenos como terapia de reemplazo hormonal en mujeres menopáusicas que lo requieran. Dicha desinformación se fundamenta en gran medida en la manipulación de la información sobre los efectos, riesgos y beneficios de estos en la mujer. Y también en el hecho de que algunos se fundamentan en las malas experiencias. Pero entonces, si usted y su médico tuvieran que tomar una decisión llegada la menopausia, ¿qué harían entonces para saber cuál es la mejor?
El primer punto es entender que los estrógenos son un elemento hormonal fundamental en el desarrollo de la mujer como tal y que se producen desde que se crece en el vientre materno. O sea, resultan naturales, necesarios y fundamentales.
Sus funciones desde la adolescencia, etapa en que se incrementan, son definitivamente beneficiosas, pues se trata de las responsables del desarrollo de las características sexuales secundarias femeninas, como el crecimiento de las mamas, aparición de la menstruación, el vello y ensanchamiento de caderas, además del desarrollo de los órganos reproductivos y el estímulo y deseo sexual.
Pero también tienen otras funciones muy importantes, como, por ejemplo, en la producción de colágeno y procesos de regeneración de la piel. Aun cuando una de las funciones más importantes y poco conocidas es la que cumplen en el sistema cardiovascular, participando en el incremento del colesterol bueno o HDL, que es protector y previene infartos al evitar los depósitos de grasa en las arterias del corazón. Asimismo, son importantísimos en el proceso de mineralización ósea y prevención de osteoporosis y eventualmente de fracturas de cadera postmenopáusicas. Finalmente, entre otras funciones, está la contribución en el sistema urinario, previniendo incluso las infecciones urinarias y hasta el favorecimiento del flujo sanguíneo al cerebro.
Cuando la menopausia llega, la producción de estrógenos cae considerablemente y se producen entonces una serie de afectaciones como alteraciones en el estado de ánimo, los famosos calores, cansancio, agotamiento, sequedad vaginal, pérdida del deseo sexual, osteoporosis, lo cual aumenta el riesgo de fractura de cadera, y lo más importante: aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio o ataque al corazón, como se conoce popularmente.
Si su médico ginecólogo, previa valoración y estudios, considera que utilizarlos es lo mejor, no tenga temor infundado. Recuerde que desde siempre han estado con usted. Ah, y por cierto, estudios han determinado que las mujeres que han utilizado estrógenos en la menopausia viven más y con mejor calidad de vida que aquellas que no los han utilizado.
*Clínica Médica del Sur | Teléfono 2252-0202
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
CRÉDITOS: Dr. Álvaro Sanabria Mora*
EMAIL: [email protected]
Lunes 07 Octubre, 2019
HORA: 12:00 AM
SIGUIENTE NOTICIA