“Nuria Fights”
Marilyn Batista Márquez
Conocí a Nuria Marín hace algunos años cuando era la presidenta de la Asociación ALAS. Su sincera generosidad era incongruente con la posición social y económica que ocupa, porque estaba muy distante de ser la típica dama cívica que hace caridad por moda y que ayuda al prójimo para calmar la conciencia de ciudadana adinerada.
En pocos meses de haberla conocido aceptó ser una de las presentadoras de mi libro “Cuentos de Petra”. Para su sorpresa, la narrativa tenía mucho humor y también de erotismo, tanto, que los cuentos que se leyeron en el auditorio del Colegio de Periodistas enrojeció (otros palidecieron) a algunos de los asistentes, mientras ella se mantuvo inalterada oyendo las historias de Margot, Lizeth y Juan, aceptando –sin criticar- que su nueva compañera de lucha por los derechos de la mujer era una caribeña irreverente y disruptiva.
Ciertamente Nuria era diferente. Esta mujer de pensamiento independiente, de verdad, sin simulacros ni quimeras, convirtió la igualdad y equidad de género en una causa a la que se ha aferrado inquebrantablemente, apoyando situaciones y acciones que podrían ser impensables para su posición como mujer de alto perfil público, esposa de un diputado y excandidato a presidente de la República. Prueba de ello es que, como integrante del Movimiento Balance, firmó junto a otras dos líderes de este grupo (yo una de ellas), una carta dirigida a los jefes de fracción de la Asamblea Legislativa solicitando encarecidamente que el cargo de presidente de la Asamblea Legislativa fuera ocupado por una mujer. Y resultó que el electo fue su esposo, Antonio Álvarez Desanti. Podrán imaginarse la incomodidad que causó la misiva a varios de los miembros de la fracción de Liberación Nacional.
Cuando me comunicó, mediante un escueto correo, que fue diagnosticada de cáncer, pensé ¿por qué ella cuando hay tantas personas inútiles, nocivas y peligrosas que deberían padecer de males y sufrimiento hasta desaparecer de la faz de la tierra? Me despotriqué contra Dios diciéndole ¿qué pasa contigo? ¿Si eres perfecto, por qué haces estas estupideces? Pero inmediatamente recapacité, me limpié las lágrimas de coraje que brotaron sin poder contener y pensé que solo personas con la fortaleza, pasión, arrojo y temperamento de Nuria pueden sobrevivir a cualquier infortunio, incluyendo el cáncer. Y es que el Dios (Yahveh, Allah, Shivá…como quieran llamarlo) en el que creo -justo, bondadoso y extraordinariamente pura vida- debe tenerle a ella una gran encomienda (en la que espero acompañarla).
Ayer, en una foto que subió su esposo Álvaro a Facebook, en la que participaban en la Carrera Anna Ross, después de varios meses volví a ver el rostro de Nuria con sus ojos celestes enmarcados en una amplia sonrisa. La pareja (y otros acompañantes) llevaban puesta una camiseta con la frase “Nuria Fights”. Otra vez me conmovió su férrea voluntad de luchar, ahora por la vida. Sí, definitivamente ella es una gladiadora, de esas capaces de arrancar un corazón de invierno para construir primavera. Es de las que si supiera que el mundo se acaba mañana, hoy correría a plantar un árbol.
Qué mejor tributo a su fortaleza y resistencia podría escribirle en el Facebook que la frase del poeta alemán Bertolt Brecht: “Los débiles no luchan. Los más fuertes quizás luchen una hora. Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero los más fuertes de todos, luchan toda su vida, éstos son los indispensables”.
