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Opinión

“Dios es y basta”

Juan Luis Mendoza

Dejamos a Francisco desolado por la situación de la Orden, la desunión de la Fraternidad, sin solución a la vista, y pidiendo a Dios que se lo lleve porque ya no puede más.
En esta difícil coyuntura aparece Clara. El Padre Larrañaga advierte que “no hay realidad humana que se escape a la percepción de una mujer. Clara había adivinado desde lejos la perturbación del Hermano, y con audacia femenina decidió salvar a Francisco de sí mismo”. Note el “salvar”, es decir, que lo va a ayudar a superar la situación y recobrar la paz y la alegría que ha perdido. Para ello, se pone de acuerdo con el hermano León para un encuentro con Francisco que promete ir a San Damián a donde no lo hacía desde mucho tiempo. Al verse, se alegran, lamentan la tardanza en hacerlo, y a conversar. Clara sabe de la situación de los hermanos, los puntos de vista distintos con respecto a la Fraternidad, unos a favor y otros no, y que Francisco sufre porque querría que todos, que son miles, estuviesen de acuerdo especialmente en lo tocante al seguimiento radical de Jesús y su Evangelio que, según lo ve Clara, no le permite a Francisco alcanzar por encima de ello al mismo Dios: “En la altura de Dios, las cosas adquieren su real estatura, todo queda ajustado y llega la paz”. Y le insiste: “¡Dios, Dios!”. Francisco empieza a entender.
En palabras del Padre Larrañaga, Clara reflexiona así refiriéndose a Francisco: “Fuiste un implacable talador. Quemaste, barriste, demoliste casa, dinero, padres, posición social. Avanzaste hacia latitudes más profundas: venciste el ridículo, el miedo al desprestigio. Escalaste la cumbre más alta de la Perfecta Alegría. Te despojaste de todo para que Dios fuera tu Todo. Pero si en este momento reina alguna sombra en tus habitaciones, es señal de que estás apegado a algo y de que Dios todavía no es tu Todo; de ahí tu tristeza. En suma, es señal de que has catalogado como obra de Dios lo que en realidad es obra tuya”. Y añade: “Para la Perfecta Alegría sólo te hace falta una cosa: desprenderte de la obra de Dios y quedarte con Dios mismo, completamente desnudo”. Concluye: “Suéltate de ti mismo y da el salto mortal: Dios es y basta. Suéltate de tu ideal, y asume gozoso y feliz esta Realidad que supera toda realidad: Dios es y basta. Entonces sabrás qué es la Perfecta Alegría, la Perfecta Libertad y la Perfecta Felicidad”.
Clara calla. El Hermano se siente liberado y dichoso, embriagado de paz, luz y alegría, mientras repite sollozando: Dios es y basta. Sin despedirse de Clara que también llora, se levanta y se va, sin dejar de repetir: Dios es y basta.
Así termina el largo capítulo quinto del libro del Padre Larrañaga y se abre el siguiente titulado La última canción, que incluye principalmente, después de referirse a la redacción de la llamada Regla primitiva, el retirarse Francisco a más soledad, aguantar con paciencia sus enfermedades y prepararse para su muerte. De ahí el título.
Pues aquí lo dejamos para, en próximos escritos, acompañarlo en sus últimos años de vida llenos de empresas en el mundo del espíritu y de méritos.

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Sábado 05 Diciembre, 2020

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Juan Luis Mendoza

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