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Opinión

Solidaridad en medio de la tempestad

Carlos Alonso Wehrli*

La pandemia del Covid-19 ha deshojado el árbol de una estructura económica y social que ha regido las reglas de la convivencia humana. Pero no podrá derribar ese árbol mientras exista una voluntad humana de superar una crisis, cualquiera que esta sea.

Esa voluntad está puesta a prueba, hoy más que nunca. Y si después de la tempestad viene la calma, en este caso, debemos tener resiliencia para que también la solidaridad, el afecto, la empatía y el valor que tienen las personas, sean las consecuencias más visibles que nos deje esta inesperada tormenta.

Justamente estos valores son los que han guiado al programa social-educativo Tierra Fértil a cargo de la Asociación Misioneros del Espíritu Santo, una maravillosa obra que aporta a promover el desarrollo humano del futuro de toda una nación: sus niños y jóvenes.

Tierra Fértil se fundó en el 2005 y para el 2013, la Asociación Misioneros del Espíritu Santo se sumó al Programa.

Desde entonces, ha desarrollado una malla curricular complementaria a la educación formal, de cursos y talleres dirigidos a niños y jóvenes que tienen edades entre los 4 y 17 años. Desde pintura, hasta literatura, pasando por el ingenio y la innovación que dan la robótica y la semilla del manejo de un segundo idioma como es el inglés y con una vocación de protección ambiental que se imparte a un grupo llamado Club de Adolescentes.

Uno de los elementos más importantes del programa es que beneficia a menores de edad que residen en comunidades en riesgo social del cantón central de Heredia, específicamente, en Guararí y en La Milpa. 

Tierra Fértil logra su cometido desde su fundación, gracias al apoyo infranqueable de sus 52 profesionales voluntarios de diversas ramas. También, hemos contado con el apoyo del Patronato Nacional de la Infancia en el desarrollo de la labor pedagógica dirigida a la población de adolescente.

Junto con los contenidos que se imparten, desde el programa se inculcan los valores señalados, que se acompañan de un enfoque para el desarrollo de su autoestima, la autodeterminación para superar problemas y conflictos y la necesaria cooperación que deben regir las relaciones entre las personas. Todo esto se venía desarrollando a través de cursos presenciales, hasta que la pandemia tocó las puertas del país, en marzo anterior.

Fue entonces cuando, siendo coherentes entre lo que venimos pregonando y la situación que comenzó a vivir el país con el avance del Covid-19, tomamos la determinación de continuar con la labor social y ser referentes para esa población infantil y juvenil que debe tener la fortaleza y el valor para enfrentar con mucha dosis de solidaridad esta complicada coyuntura.

Por un lado, hemos dado continuidad al desarrollo de los cursos y talleres, esta vez, aprovechando los canales digitales para que los chicos y chicas, desde sus casas y con el apoyo de sus familiares, puedan seguir con su proceso de aprendizaje.

Y, por otro lado, conscientes de que las comunidades donde opera el programa cuentan con un riesgo social inherente, nos dimos a la tarea de localizar a aquellas familias que se han visto más afectadas, principalmente por la disminución de sus ingresos económicos, por la reducción de jornadas laborales o la pérdida de empleo de sus miembros, sostenes de sus hogares. Con dedicación, logística y mucha solidaridad, levantamos las bases de datos y con el apoyo de empresas privadas como SWAT Consulting Services, Tegra Medical Costa Rica y World Vision, logramos el acopio de artículos de primera necesidad que se entregaron directamente a las familias previamente identificadas.

Los que tienen más pueden ayudar a los que menos tienen. En una cadena de voluntades donde todas las manos pusieron su granito de arena, logramos dar un respiro a estas familias, que representan a los niños y jóvenes que son parte del Programa.

Si algo ha quedado claro en esta emergencia nacional es nuestra vulnerabilidad humana. Es ahí donde debemos sentar las bases para que desde el espíritu de nuestros niños, niñas y adolescentes, esa vulnerabilidad se vuelva fortaleza.

Hoy estamos ante un reto mayúsculo. Pero lo superaremos. Después vendrán otros retos y desafíos, pero lo importante es que nuestras nuevas generaciones comprendan que a los problemas se les planta cara… la cara de la solidaridad, la empatía y el amor al prójimo. Esa es la tierra fértil que queremos sembrar en ellos y ellas.

 

*Misionero del Espíritu Santo

Director del Programa Tierra Fértil

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Sábado 08 Agosto, 2020

HORA: 12:00 AM

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