La familia Tsafrir Shutaleva demandó al Estado y la Municipalidad de Escazú por la construcción de tres torres cerca de su casa en la urbanización Quintanar, lo que afectó las condiciones normales de vida que llevaban y de la vivienda que adquirieron años atrás, por lo que exigen una indemnización de más de $4,6 millones (¢2.698 millones).
Presentó la demanda ante el Tribunal Contencioso Administrativo y está bajo el expediente Nº Único:11-007406-1027-CA-6. También están en la lista de denunciados las empresas Grupo Roble Internacional S.A., Grupo Meridiano de Centroamérica, Parque Central S.A. y Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
En la denuncia, de la cual DIARIO EXTRA tiene una copia, se enlista una serie de daños -producto de las construcciones- a la parte afectada que van desde el deterioro de la propiedad hasta daños a la salud, a la niñez y pérdida de ingresos desde ese momento hasta ingresos futuros.
Hoy se efectuará la audiencia en el Tribunal Contencioso Administrativo, donde las partes defenderán sus posiciones, reclamos y descargos.
Los afectados acudieron a diferentes instancias como la Sala Constitucional, la Defensoría de los Habitantes y la Contraloría General de la República, y a pesar de las resoluciones que tutelaron sus derechos, tanto la autoridad municipal como el Ministerio de Salud incurrieron en “omisiones y negligencia administrativa”.
“Los daños y perjuicios listados son causados directamente por las actuaciones y omisiones administrativas del Estado y Municipalidad de Escazú, así como de los demás demandados privados y se estiman prudencialmente en la suma de $4.680.000”, detalla el documento.
CÚMULO DE CALAMIDADES
Cada una de las torres construidas, una residencial y dos para oficinas, según se indica en la denuncia, se desarrollaron casi de forma simultánea entre 2006 y 2009, pero lo grave del asunto es que ya había otras dos, una de 4 y otra de 6 pisos, por lo que la casa de los Tsafrir Shutaleva “se convirtió en un sitio de construcción y se encontró como una isla en el medio de cuatro torres que modificaron en forma total el entorno de la misma”.
Pese a estar en una urbanización, su vivienda es la que estuvo más cercana a las construcciones y fue la más afectada.
De acuerdo con la demanda, el inmueble se encuentra en una zona residencial de media densidad, entendida esta como un área de transición de comercial a residencial y que, pese a esta condición, la cual consta en el Plan Regulador del Cantón de Escazú, el ayuntamiento permitió el levantamiento de dichas estructuras, incumpliendo lo contemplado en dicho plan.
“Sin embargo, el aspecto que mayormente resume su predicamento es el hecho de que siguen siendo prisioneros y víctimas del Plan Regulador del Cantón de Escazú. En efecto, como consecuencia de las estipulaciones de dicho plan, luego modificadas en el año 2006, se construyeron edificios en altura al lado de la casa de habitación de la familia Tsafrir, esto causó que la propiedad perdiera sentido como casa de habitación, pues se encuentra a la vista y paciencia de los vecinos que viven en edificios en altura”, se lee en la denuncia.
RUIDOS Y OLORES DESAGRADABLES
A raíz de las construcciones simultáneas, la tranquilidad de los Tsafrir Shutaleva dio paso a múltiples y constantes molestias como fuertes y largas jornadas de contaminación sónica, fuertes y desagradables olores, deterioro de la casa y afectación en el estado emocional y en la salud de los demandantes.
Al mismo tiempo no escaparon al polvo por los diferentes materiales empleados en las construcciones, lo que les ocasionó problemas respiratorios.
Entre los aspectos denunciados por los demandantes está que padecieron de depresión, ansiedad, ataques de pánico, impotencia y desesperación.
Mientras que en el caso de la vivienda, esta experimentó, entre otros daños, destrucción de las tuberías de la piscina, calentamiento, contaminación por basura, torcimiento de las paredes externas traseras y pérdida de la altura real de la pared posterior.
Otras consecuencias que sufrió la familia israelí-rusa son la construcción de estacionamientos para vehículos a 5,80 metros de la vivienda que operan desde tempranas horas de mañana hasta alta horas de la noche, ruidos ensordecedores de los 12 ventiladores subterráneos que funcionan de manera constante, al tiempo que se convirtió el lote residencial en parqueo y en depósito industrial, detalla la denuncia.
Los afectados acudieron en varias ocasiones a las autoridades correspondientes, pero no encontraron la paz que deseaban, por lo que estuvieron casi cuatro años viviendo en condiciones incómodas.
PERIODISTA: Krissia Morris Gray
CRÉDITOS: Fotos: Stephanie Sánchez
EMAIL: [email protected]
Viernes 04 Agosto, 2017
HORA: 12:00 AM
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