Sábado 18, Mayo 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

Campañas electorales y “think tanks”

Las campañas electorales forman parte de un proceso electoral e implican un conglomerado de actividades de partidos políticos y sus candidatos que compiten por puestos de elección popular (presidencia de la República, diputaciones, alcaldías, regidurías, etc.), sobre la base de una organización previa y de la puesta en marcha de estrategias de comunicación política persuasiva, para lograr que la gente aporte recursos y sobre todo votos a favor de los aspirantes a dichos puestos y no de los contrincantes.


Estas campañas nacen con la convocatoria a elecciones que en un país hace el órgano electoral competente, o con la inscripción de candidaturas ante el registro respectivo, y se sujetan a ciertas reglas del juego democrático como la pluralidad, equidad e igualdad de oportunidades entre los candidatos, y por la limpieza y transparencia del proceso electoral.


Sin dinero no son posibles las campañas electorales, de ahí que se financien con fondos públicos, privados o mixtos; la prevalencia de unos sobre otros facilita o desestimula la participación de fuentes de financiación indeseables o de dudoso origen, aspecto crucial en la vida política y democrática de las naciones.


Tratándose de financiamiento con recursos públicos, el porcentaje del aporte estatal a los partidos políticos cuyos candidatos “compiten” en la contienda electoral debería ser consistente con el PIB y la situación fiscal de cada país, lo que justifica el derecho de los votantes a campañas decentes, razonablemente cortas pero plenas de ideas e información útiles que motive su participación.


El objetivo proselitista y mediático de las campañas electorales consiste en comunicar lo mejor de los candidatos con la gente y los medios masivos de comunicación para distinguirlos del resto, pero este fin tampoco debería reñir con la responsabilidad de construir y mantener durante la contienda un espacio público para la generación de propuestas de solución a problemas concretos de interés social, debates entre los candidatos y entre estos y diversos sectores y organizaciones de la sociedad civil mediante foros o encuentros.


Así, para los votantes que son heterogéneos en sus necesidades y motivaciones será más fácil diferenciar las ofertas electorales verdaderamente serias de las que no lo son; la práctica, no obstante, parece contradecir esta aspiración. Parte del problema radica en que los partidos y la clase política señalan no pocas encuestas y estudios, siguen sin despertar mayor confianza y credibilidad entre la gente.


Por ejemplo, el más reciente Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI) indica que son además instituciones mayoritariamente vulnerables a la corrupción. Ante esa realidad de las campañas y los partidos han surgido actores de la sociedad civil con un grado importante de institucionalización, que generan y difunden información y conocimiento sobre asuntos de interés público, e influencian el proceso de toma de decisiones políticas.


Esos “think tanks”, como se los ha llamado, o tanques de pensamiento, pueden asumir la forma de centros de investigación pública o privada, centros académicos, fundaciones políticas y promotoras de políticas en ámbitos concretos de acción, y según sus capacidades internas pueden participar en la identificación de problemas socialmente relevantes y promover su inclusión en la agenda publica, así como en la implementación de políticas, su seguimiento y evaluación.


En suma, dichos “centros de pensamiento” son una clara expresión de participación política responsable que produce conocimiento, propuestas de políticas públicas e influencia entre los actores políticos para su consumación; ahora, aunque la legitimación de estas organizaciones también podría condicionar su efectividad como eventual soporte de la actividad política, es lo cierto que muchas tienen músculo suficiente para mover el debate en áreas como la social, política, institucional y económica.


Si la cantidad y calidad de información y las propuestas formuladas por los “think tanks” es importante, la comunicación de estas y sus logros es acertada y además ha enriquecido el debate público; ante campañas electorales ayunas de él y partidos erosionados, podrían los candidatos agregar valor a sus planteamientos -durante las campañas- revisando los trabajos de estas organizaciones e incluyendo aquellos que fundamenten las ofertas que harán al electorado.


La ciudadanía en su dimensión política vería así servido su derecho a la información, y no pocos electores sabrán exigir a partidos y principalmente a sus candidatos, más que imágenes, mensajes vacíos y representaciones abstractas, una campaña de ideas concretas y debate porque de este modo se agranda el ejercicio de poder y de cambio inherente al voto.

 

*Abogado

PERIODISTA:

EMAIL:

Jueves 03 Octubre, 2013

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Javier Ignacio Vega Garrido

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA