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Opinión

Alto a la violencia infantil

EDITORIAL

Hoy nuevamente el país está de luto, una niñita de tan solo 4 años de edad murió por agresiones aparentemente cometidas en su contra dentro de su vivienda. 

La policía detuvo a la madre de la víctima y al padrastro como sospechosos del atroz crimen.

El parte policial preliminar, pues el cuerpo de la menor debe ser sometido a una exhaustiva autopsia en medicatura forense, señala que la niña tenía golpes severos. 

Parece ser que el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) una vez más metió las de andar, pues se dice que tenía conocimiento de la violencia que vivía la menor y, según trascendió, hace un par de semanas comenzó la investigación de las denuncias de tales hechos. 

Entramos acá en una disyuntiva, la misma de los últimos años, ¿qué debe pasar para que la institucionalidad accione todos los mecanismos de protección y defensa de un menor de edad?

Curiosamente, en la mayoría de los casos de cada niño o niña fallecidos en los últimos años, sale a relucir que el flamante PANI estaba investigando, que sabía de lo sucedido en esas casas, qué conoció de vecinos y familiares los episodios violentos, pero da la casualidad que a medio camino de esas pesquisas, sucede la tragedia. 

Entonces los ciudadanos entramos en desconcierto y no podemos comprender a qué obedece esa lentitud en los procesos, cómo es que deben morir más personitas para que el sistema reaccione. 

Hay que ser más duros, eso no es lentitud, para ser exactos eso es inoperancia pura, descuido, abandono de obligaciones, descaro. 

Bien dice el dicho, que en Costa Rica no hay mal que dure tres días.  Esto es cierto, pues hace tan solo un par de meses muchos se desgarraban las vestiduras ante el asesinato de otro chiquito al que le dejaron caer una pesa en la cabeza. Este también fue un caso reportado ante el Patronato, pero nada ha sucedido. 

La fiscalía allanó oficinas e hizo un show mediático, pero cuáles son los resultados preliminares, qué pasó. Dónde están los funcionarios responsables de hacer las investigaciones una vez que reportan agresiones. Por qué las oficinas de la institución siguen abiertas solo en horario diurno y cuando el sol se oculta no hay quien atienda la violencia contra los menores. 

Será acaso que los trabajadores del PANI no entienden la dimensión de estos casos, por qué no se acciona, son reactivos estos señores y ahora en medio de la desgracia se inventan mil excusas. 

No puede ser que el mismo Patronato desprecie, subestime y relegue el dolor de niños y niñas, un caso tras otro no puede tener justificación. 

¿Qué pasa?

La falta de respuestas de la institución solo demuestra una cosa, que la negligencia se pasea por los pasillos. Qué hacen todos esos señores y señoras sentados en los escritorios en Barrio Luján y de las direcciones regionales. La violencia golpea duro a nuestros niños mientras el PANI sigue poniendo la mano para recibir un presupuesto que ni siquiera puede ejecutar. 

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), cerca de 504 mil niños entre uno y 14 años de edad experimentan métodos violentos de disciplina, lo que representa el 49% de la población infantil en general.

De esa población, el 3% de los menores sufre algún tipo de castigo físico severo y un 30% tiene agresión en el ámbito psicológico. Si bien es cierto desde los cinco años los números de castigo físico comenzaron a disminuir considerablemente, llama la atención que el castigo psicólogo se acrecentó.

Otras formas de violencia son el descuido de la salud, la alimentación y el estado físico de los menores de edad.

Solo en el 2018, el PANI recibió 14.000 denuncias contra los adultos encargados del cuido de sus hijos, dato que preocupa sumamente a las autoridades, pero no pasa nada. 

La Unidad de Trabajo Social del Hospital de Niños reveló una cifra que entristece a cualquiera, del 2006 al 2015 fueron referidos a ese departamento más de 20 mil chiquitos por alguna sospecha de violencia en su contra. Cuatro años más tarde la cifra debe ser abismal. 

El Servicio de Trabajo Social atiende más de 11 mil pacientes, de los cuales el 60% son crónicos, mientras que un 55% ya ha sido víctima de algún tipo de abuso.

Los actos de violencia contra niños y niñas aumentaron un 128%. Para ser más precisos, en los primeros seis meses del año anterior, el centro médico registró cerca de mil casos, todos confirmados. Aunado a más de 1.300 situaciones sospechosas. 

Es decir que, por día, durante este periodo, cinco personas menores de edad requirieron de ayuda médica especializada tras ser reconocidas como víctimas directas de agresiones. 

Peor aún, esos maltratos (de acuerdo con la información oficial) en la mayor parte de los casos son perpetrados por los padres, es decir, por aquellas personas que según la ley y el sentido común son los principales responsables de resguardar la integridad de los niños. 

La problemática no es nueva en Costa Rica, hace casi 10 años las autoridades nacionales decretaron que la violencia contra los menores era una epidemia nacional, pues superaba las estadísticas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a saber, 6 víctimas por cada 10 habitantes.

Los años, desde esa alerta, han pasado sin mayor revuelo, y los números siguen creciendo. 

¿Qué pasó con la declaratoria de epidemia nacional? Vamos a seguir llorando y lamentando sin tomar acciones. 

No puede ser que sigamos inertes, urge detener la violencia infantil.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 16 Enero, 2020

HORA: 12:00 AM

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