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Opinión

Fuera Rocío Aguilar. ¡Adiós al gobierno de unidad!

EDITORIAL

La renuncia de la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, se veía venir y aunque adujo que su salida era para evitarle un mal rato al presidente Carlos Alvarado tras la recomendación de la Contraloría General de la República de suspenderla por 30 días, lo cierto es que su figura estaba realmente desgastada.

La experimentada abogada y administradora con amplia trayectoria en el sector financiero puso los puntos sobre las íes y para nadie es un secreto que se plantó como ninguna otra para sacar la titánica tarea de convencer a los grupos empresariales sobre la urgencia de la reforma fiscal, pero eso no bastó. 

No dio el brazo a torcer y aunque nunca logró traducir al lenguaje básico y sencillo todo su conocimiento para que los ticos entendieran las razones de un plan tributario, la verdad es que tampoco le tembló la voz para aplicar la ley.

Los políticos la amaban y la odiaban, pero eso era previsible, lo que jamás fue entendible es por qué el gran jefe y algunos de sus más cercanos colaboradores le bajaron el piso de manera drástica e intempestiva.

Una de las fichas de Rodolfo Piza y del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) se tambaleaba ante la opinión pública sin mayor respaldo del gobierno de unidad. Siguieron majándole la manguera. 

La firma del acuerdo que hicieron el ministro de la Presidencia, Víctor Morales; el exministro de Trabajo, Steven Núñez; y el presidente ejecutivo de la Caja, Román Macaya, con los sindicatos para detener la huelga el sector salud y que debatía sobre el pago de pluses en forma porcentual para los 57.000 empleados, pese a que la ley estipulaba lo contrario, le cayó a la funcionaria como un balde de agua fría.

Ella no se limitó a mostrar su desacuerdo y así lo externó, pese a que la llevó a enfrentarse con Macaya. Dijo “muchas veces es mejor sacar el elefante del cuarto”. Su gobierno cedió ante las presiones del sector y la dejó literalmente desacreditada de cara a la aplicación de la regla fiscal en la Caja.

Otro episodio que parece haberle movido las tablas a la ministra es el acontecido hace un par de días con el Fondo Especial de la Enseñanza Superior (FEES). Mientras miles de universitarios protestaban por el desvío de miles de millones para infraestructura y una reunión de siete horas con el mandatario, a la que no invitaron a Aguilar, acabó por servir de nuevo a la mesa de las universidades públicas.

Su renuncia es la muestra más clara de la falta de claridad de esta administración. Carlos Alvarado tiene poco margen para defender a sus insignes ministros ante los grupos de presión y así han ido desapareciendo las fichas del ajedrez de la coalición que tanto defendió. 

El Ministerio de Hacienda queda hoy en veremos porque la gente que asumió el proyecto de gobierno ya no está, Nogui Acosta por deberle al Estado y Rocío Aguilar por dignidad dimitió. 

El 26 de abril de 2018 el recién electo presidente Carlos Alvarado anunciaba con bombos y platillos el gobierno de unidad nacional con integrantes de al menos cinco partidos políticos. 

El gabinete multipartidista fue una promesa del mandatario en campaña y para callar algunas bocas que alertaron sobre la imposibilidad de lograr acuerdos entre tantas ideologías Alvarado les dio cabida al PUSC, al PLN, a un reciclado del PAC de Luis Guillermo Solís, al Frente Amplio y al partido Curridabat Siglo XXI con Édgar Mora, al que le dieron la primera estocada por las revueltas de maestros y estudiantes.

La presentación del equipo de trabajo generó malos y buenos comentarios. En fin, el reto de esta administración era lograr acuerdos en medio de tanta disparidad, aduciendo que el país necesitaba un cambio de verdad.

Entonces le dieron la silla del Ministerio de la Presidencia a Rodolfo Piza, el candidato del PUSC, y comenzó el revés de varios temas con uniones civiles y norma técnica del aborto que los socialcristianos jamás permitirían negociar.

Era obvio que Edna Camacho no podía quedarse sin nada luego de fracasar en sus aspiraciones de una vicepresidencia y en medio de un mar de cuestionamiento por el caso Aldesa el gobierno la sacó por la puerta de atrás hacia el Bando Interamericano de Desarrollo (BID).

El empresario André Garnier es otra pieza del PUSC que fue nombrado entre los importantes y aún permanece en pie, pero con poco incidente; Nogui Acosta también se acomodó, pero sus deudas con el Estado lo sacaron de taquito.

Aquel equipo de lujo que tendría entre sus tareas primordiales lograr la confianza de los sectores empresarial y político para una reforma fiscal ya no existe.

La salida de Piza hace un par de meses comenzó a desdibujar el esquema del gobierno de unidad. Tras su despedida la jenga política se viene abajo, queda una que otra pieza en el juego, pero podría presumirse que antes de terminar el gobierno un par más serán recuerdo. 

El plan de Carlos Alvarado emulando el estilo de las alianzas europeas no logró su cometido, se diluyó rápidamente porque no hubo nunca una verdadera coalición, no existió sinergia en su gabinete. Esto obedece a su falta de liderazgo, más que a las diferencias entre compañeros. 

Aun cuando figuras de otros partidos políticos permanecen en el gabinete, esto no es sinónimo de unidad nacional.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 24 Octubre, 2019

HORA: 12:00 AM

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