Pobreza, tristeza, hambre y frustración son las palabras que mejor describen el panorama incierto que viven los migrantes en la frontera sur, la cual en los últimos días fue escenario de disturbios y enfrentamientos entre policías y migrantes que se rebelaron al sufrir el decomiso de varios productos, en su mayoría alimentos que ellos fabrican en los campamentos y venden en el campo ferial que les asignaron cerca del cruce fronterizo.
Según versiones de vecinos, el ambiente en la frontera es tenso porque por un lado muchas familias migrantes luchan por continuar su viaje hacia Estados Unidos en busca de un mejor futuro y por el otro está el deber de los cuerpos policiales de hacer cumplir las leyes costarricenses.
Migrantes venezolanos conversaron con DIARIO EXTRA y contaron que las trifulcas se presentan porque no les permiten trabajar en paz.
“Yo les pido a las autoridades un poco de respeto, más que todo para las mujeres, mujeres con niños, que nos ayuden pues con el orden y la seguridad, pero ellos mismos nos lanzan piedras y estamos con niños”, declaró la migrante Jennifer Pérez.
“No queremos estar aquí, queremos salir, pero no tenemos los medios económicos para irnos”, agregó.
El pasaje de autobús para cruzar el país y llegar a Peñas Blancas, frontera con Nicaragua, para continuar su camino hacia Estados Unidos cuesta $30 por persona; es decir, ¢16.075.
Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, dijo que en una de las trifulcas de los últimos días se detuvo a 16 migrantes, quienes quedaron bajo la orden del Ministerio Público.
En la zona del campo ferial y tras las rebeliones se observan pequeños grupos de oficiales de la Fuerza Pública vigilando, pero los vecinos afirman que en cualquier momento se arma otro zafarrancho con peores consecuencias.
El ministro está de visita en Panamá, donde se reunirá con autoridades de ese país, hará una visita al Tapón del Darién, región selvática que los migrantes antes cruzaban en 30 días y ahora en 5, según el funcionario.
Otra queja de los lugareños es la falta de contención para mantener a todos los migrantes en un mismo lugar.
Por ejemplo, en Paso Canoas pueden entrar y salir de los refugios y el campo ferial para desplazarse a otros sitios. Incluso hay quienes comentan que cruzan hacia Panamá para comprar artículos que revenden de este lado de la frontera.
“Ellos vienen a causar desorden, no quieren irse, ahí están esperando que les donen plata. Si usted va al aeropuerto verá el desorden y el basurero que se tienen”, denunció el vecino Eduardo Morales.
LAS SIETE PLAGAS
Fuentes cercanas a DIARIO EXTRA, así como los propios migrantes, confirmaron la presencia de un brote de tuberculosis.
Los infectados estarían en el campo ferial y de momento se habla de al menos 21 casos -entre ellos varios niños- y no solo uno, como aseguró Mary Munive, ministra de Salud, en la comparecencia ante la Comisión Especial de Puntarenas en días pasados.
Pero no solo ese brote de tuberculosis existe en la zona, los propios vecinos escuchan hablar de piojos, pulgas, diarreas y virus respiratorios que circulan entre los migrantes.
TONELADAS DE BASURA
Otra de las crisis que enfrentan en la frontera sur son las montañas de basura que están concentradas cerca del campo ferial y otros puntos alrededor del centro. Desde la entrada se percibe un olor fétido que podría compararse con el que se respira al entrar a un relleno sanitario.
El fuerte olor a basura sumado al de excremento humano, pañales sucios, toallas sanitarias y otros desagradables son la mayor prueba de que Paso Canoas está en un riesgo sanitario.
DIARIO EXTRA consultó al Área de Salud de Corredores cómo evitar que esta crisis de salud se convierta en una epidemia, para ello intentamos contactar al Dr. Mata, pero nos informaron que estaba fuera de su oficina y es el vocero oficial.
TEMOR EN PASO CANOAS
El miedo a los disturbios, a ser golpeados o a la rebeldía de algunos migrantes impide salir a la calle o cruzar la frontera para comprar algún artículo a vecinos de Paso Canoas y visitantes.
Marielos Valverde es una vecina de Corredores que visita esa zona con frecuencia y asegura que no es la misma de antes.
“Ahora no es igual, camino con miedo de que se me pegue algún virus o algo así. El Gobierno deberá darles una ayuda (a los migrantes), sacarlos a todos y cerrar mientras para un toquecito”, manifestó.
Para Óscar Jiménez, comandante de la Fuerza Pública en Paso Canoas, los índices de inseguridad siguen siendo iguales a antes de las olas migratorias, incluso destaca el trabajo de la Fuerza Pública en cuanto a la contención de disturbios.
“Estamos realizando operativos frecuentes, tanto para los vecinos como para los migrantes, y cuidarlos a todos”, afirmó.
Respecto al intercambio de pedradas entre ambos bandos que denunció una migrante, Jiménez dijo que en los videos se observa que los oficiales eran las víctimas de los ataques, pero si comprueban que uno de ellos les lanzó piedras sería sometido a una investigación.
25 MIGRANTES DETENIDOS
Por otra parte, la Policía Profesional de Migración confirmó a DIARIO EXTRA que detuvo a 25 migrantes en el último enfrentamiento por los decomisos, 24 venezolanos y 1 peruano.
Enrique Arguedas, director de ese cuerpo policial, contó este medio que los detenidos quedaron a la orden del Ministerio Público, se les tomaron huellas dactilares para consultarlas en bases de datos internacionales y de encontrar un delito coordinar su deportación.
Agregó que los gastos de los vuelos corren por cuenta del Estado costarricense y que el proceso para saber si requiere traslado o no podría durar hasta un mes y medio.
Hasta este momento la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) ha detectado el ingreso de más de 310.000 personas por la frontera sur. Diariamente entran entre 3.000 y 4.000 migrantes, de los cuales el 67% son venezolanos.
COMERCIO SOLO VENDE UN 5%
El fenómeno migratorio también afecta seriamente al comercio en Paso Canoas. Por ejemplo, el Restaurante Jazmín, ubicado frente al campo ferial, asegura que sus ventas son de un 5%.
Un numeroso grupo de migrantes utiliza sus instalaciones externas, entre ellas las aceras, para hacer sus necesidades fisiológicas, lo cual produce un fuerte y desagradable olor.
“Les hemos pedido que se retiren del lugar amablemente y en una ocasión hasta agredieron al jefe. Es cansado tener que lavar y limpiar cochinadas todos los días, por más cloro que use se nota el hedor”, narró María Barrantes, empleada.
En el caso de otros comercios como panaderías y tiendas de perfumes tienen que trabajar a puerta cerrada, primero por el fuerte olor que reina en el ambiente y segundo por la gran cantidad de personas que se encuentran en las calles y temen que se salgan de control.
DIARIO EXTRA intentó visitar el Catem Sur, pero se nos negó el permiso porque la oficina de prensa de la DGME informó que para acceder debíamos ir acompañados por algún funcionario, pero que estos estaban atendiendo las reuniones del fin de semana.
Por más que se quiera tapar el sol con un dedo, la frontera sur es una bomba de tiempo.
