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Nacionales

“Servicio exterior está muy desprestigiado”

Exembajador Carlos Manuel Echeverría:

Carlos Manuel Echeverría conversó con Iary Gómez, gerente general de Grupo Extra, y Paola Hernández, directora de DIARIO EXTRA.

Carlos Manuel Echeverría, reconocido exembajador de Costa Rica en El Salvador (2014-2017), exdirector de Política Exterior (1999-2001) y Cooperación Internacional (2002-2004), visitó DIARIO EXTRA para conversar sobre los desafíos y retos del servicio exterior.

A continuación, sus apreciaciones.

Tomando en cuenta su experiencia, ¿qué valoración hace del servicio exterior?

-El servicio exterior costarricense es un elemento clave para la proyección de nuestro país en el exterior, tanto ante gobiernos extranjeros, como en instancias multilaterales. Está compuesto de gente en general muy valiosa, pero que, a juicio del suscrito, también hablando en términos generales, podría dar mucho más.

¿Siente que la diplomacia costarricense debe fortalecerse? 

-Claro que debe ser fortalecida, en primer lugar por medio de una mejor formación integral, que incluya aspectos de gerencia y técnicos administrativos, así como de una mayor emprendeduría, disposición al riesgo y motivación de logro. El Instituto Diplomático don Manuel María de Peralta tiene un papel vital que jugar en este aspecto. En la medida de las posibilidades del país, la dotación de recursos financieros para varias de las delegaciones debe mejorarse y hasta donde sea posible, para un país pequeño y de recursos limitados como es el nuestro, el asegurarse de que la remuneración de los diplomáticos les permita siempre representar al país en el exterior en forma digna y adecuada.

¿Qué necesita el gobierno para fortalecer el servicio diplomático?

-Las autoridades nacionales deben primero que todo tener claro cuáles han de ser los objetivos estratégicos y tácticos de un servicio diplomático de primera categoría y decantar ese entendimiento en planes de desarrollo e implementación concretos y prácticos. Ergo, las autoridades necesitan claridad, decisión y luces, las que sin duda hay. 

¿Por qué debe fortalecerse la carrera diplomática?

 -Porque es la representación oficial de nuestro país en el exterior. Es por la vía del accionar de sus miembros que nuestra política exterior, mezcla equilibrada de ideales e intereses, se consolida en posicionamientos favorables concretos en los países con los que nos relacionamos, así como en logros específicos y hasta donde sea posible de beneficio tangible para el país. Para esto se necesita un servicio exterior fuerte, motivado, ilustrado, dinámico y comprometido.

Parece que la Cancillería no es prioridad de las actuales administraciones. ¿Usted qué opina?

-Hubo mucho problema en el gobierno pasado, creo que el excanciller Manuel González tuvo una actitud confrontativa. En el caso del servicio exterior, es necesario tener gente especializada, pero está dejando que desear. Hay diplomáticos muy buenos y hay otros que están más interesados en otras cosas. Considero que es conveniente que haya una mesa de embajadores de carrera y en comisión.

También es importante que los embajadores nombrados de forma política tengan los atestados…

-Por supuesto, los embajadores que no son de carrera deben tener ciertas cualidades mínimas para poder estar en una misión, no puede ser cualquiera el que se va para una embajada. 

¿Cree que el servicio exterior está desprestigiado?

-El servicio exterior es bueno, pero no anda bien y está muy desprestigiado. Pienso que los embajadores y los funcionarios no hacen suficiente por Costa Rica en el exterior. La gente de carrera cuida demasiado su trabajo y están enamorados de su carrera y eso está bien, pero no se la juegan, uno se la juega más por ser político.

¿Qué le hace falta a la Cancillería en los tiempos actuales?

-Sin querer insinuar que no lo tiene, aunque al final de cuentas ellos dependen de cada funcionario, se requiere mística, entrega, ética, moral, organización, honradez profesional, respeto, dedicación, capacidad de análisis y definición estratégica, así como concreción táctica en acciones específicas acertadas que le den forma al planteamiento de nuestra política exterior. Como todas las acciones oficiales de contacto con entes externos son manifestaciones de política exterior, es clave que la Cancillería tenga la credibilidad y capacidad para que sus lineamientos de política exterior sean asimilados por las instancias nacionales ajenas a la Cancillería, que se relacionan con el exterior.

¿Esa situación se ve reflejada en las candidaturas que hemos perdido? ¿Qué análisis hace? 

-Las candidaturas son temas complicados, en especial cuando son a nivel mundial o incluso latinoamericano. Una política de candidaturas requiere de una buena política para su implementación. No todas las candidaturas se pueden ganar ni todas interesan igual. A veces el país se apunta a algunas sin tener interés y a veces sirven para negociar otras sillas. Hay mucho canje. Es decir, requiere de mucha estrategia.

¿Qué estaría sucediendo ahora?

-En esta última candidatura para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se la pidieron a Costa Rica pocas semanas antes para hacerle la contra a Venezuela.

¿El Grupo de Lima?

-Correcto y Costa Rica colaboró, pero era una candidatura muy difícil porque no había estrategia.

¿Y qué habría pasado?

-Yo creo que a Costa Rica la embarcaron, le pidieron al país que asumiera ese papel contra Venezuela porque pensaron que nosotros íbamos a tener más posibilidad que otros países por ser un país pequeño con credenciales diplomáticas muy claras, pero en este caso eximo al canciller Manuel Ventura, inclusive al propio gobierno.

¿Qué opina sobre la reforma al Estatuto del Servicio Exterior?

-En términos generales, me parece importante revisar periódicamente todos los documentos que conforman el andamiaje legal de un Estado; el dinamismo de los tiempos modernos así lo exige. Sin que se pierda la esencia del Estatuto de Servicio Exterior, es fundamental que el estatuto no se convierta en una camisa de fuerza que fomente el conformismo, el rendimiento mínimo y el abandono de la búsqueda de la excelencia.

¿Es necesario mantener la cuota política (puestos en comisión) dentro de la Cancillería?

-No me gusta esa idea de que se asignen puestos en comisión por “cuota política”. Me parece que hay cargos dentro de la Cancillería, donde el señor presidente y el señor canciller han de tener la potestad de nombrar personal de su entera confianza para facilitar el cumplimiento de su compromiso con el electorado. Sin embargo, como no se trata de repartir en forma de puestos un botín político, los nombramientos en comisión deben recaer en personas con la formación idónea para realizar una labor de excelencia.

¿Qué opina de la decisión de cerrar embajadas en Oriente Medio y el Caribe?

-No tengo los elementos para juzgar con precisión la pertinencia de las decisiones al respecto. En general lo que puedo decir es que el país debe tener una presencia mínima en todas las regiones del mundo. Me parece importante la presencia en los antiguos estados en el territorio medio de la antigua URSS, pero más que en Azerbaiyán hubiera instalado embajada en Kazajistán. En África, pienso que al no ser posible por razones económicas tener varias embajadas bien distribuidas, convendría una embajada en Addis Abeba, Etiopía, sede de la Unión Africana, con un delegado nacional, con la habilidad de relacionarse con los embajadores representantes en la Unión Africana de sus 55 países miembros, en su propio continente, no en la ONU, que tiene una dinámica distinta. Este posicionamiento es favorable si se hace un buen trabajo.

¿Qué piensa de la idea de colocar embajadores con concurrencia, es decir encargados de varias misiones a la vez?

-No es la mejor opción, pero es práctica, para un país con limitados recursos financieros y humanos adecuados para representar al país en el exterior, como es el nuestro. Las concurrencias pueden darse desde una sede en un país o mediante un embajador itinerante y concurrente que viaje periódicamente desde la Cancillería a los países donde concurre como embajador. Otra fórmula que puede ser útil es la de compartir sedes como puede ser el caso con al menos algunos países centroamericanos y en ciertos destinos.

¿Cómo interpreta la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela?

-Una medida delicada, pero justificada. Es claro que Venezuela no funciona como democracia, tal y como se define en los estatutos de la OEA. No es fácil su aplicación; hay ciertos mínimos y cuesta consolidar posiciones en un órgano tan diverso como es la OEA.

Con su experiencia en El Salvador, ¿cómo ve el gobierno de Nayib Bukele?

-Se ha notado un cambio filosófico importante, especialmente en cuanto a su relación con los EE.UU., país clave para El Salvador. Todavía es pronto para juzgar si el gobierno de don Nayib Bukele generará a largo plazo la tranquilidad y seguridad multidimensional que el inversionista y la sociedad requieren para progresar sostenida y significativamente. Espero así sea, por El Salvador y la región centroamericana. 

¿Cómo valora la situación migrante en países como Guatemala, Honduras y El Salvador?

-Muy triste, pues migrar es duro para seres humanos arraigados a su hábitat y que mal preparados tienen que irse por razones económicas y de seguridad mayormente. Pudo haberse evitado si en estos países se hubieran implementado desde hace años políticas de desarrollo social adecuadas. Ahora, cuando es más difícil emigrar hacia lo que ha sido la tierra prometida al norte, la cosa se complica. 

¿Qué opina de la reciente crisis en Nicaragua y cuál puede ser la vía para salir de esa coyuntura?

-Lamentable crisis que se da por esa maña latinoamericana de manipular las facilidades que la democracia en buena lid ofrece, para quedarse con el poder. Personalmente me gusta el sistema mexicano: seis años y se retira el gobernante sin posibilidad de reelección. La violencia represiva ejercida no es justificable y atenta contra los postulados del SICA. La iniciativa para que en Nicaragua se instaure la democracia pluralista republicana, como ha sido el anhelo de muchos durante muchos años, tiene que ser de las fuerzas de oposición internas unidas, con el apoyo externo, tal y como fue el caso cuando terminó el apartheid en África del Sur.

PERIODISTA: Marco Antonio González

CRÉDITOS: Foto: David Barrantes

EMAIL: [email protected]

Miércoles 27 Noviembre, 2019

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