En materia de fútbol, la sabiduría popular brasileña dice que el segundo es el primero de los últimos. Por ello, se trata quizá del único país entre los 32 clasificados que solo consagrará a sus jugadores y al técnico si conquistan el título el 15 de julio en el estadio Luzhnikí. Es difícil mantener los pies sobre la tierra ante la euforia creada por una selección que terminó dominando a su antojo las eliminatorias sudamericanas con 41 puntos de 54 posibles, con 10 más que el segundo clasificado, Uruguay. Hay mesura, pero sobran razones para creer en el sexto título.
Con la llegada de Tite para rescatar a una selección que se hundía bajo el mando de Dunga, el equipo “verdeamarelo” comenzó a mudar su fisonomía a partir de su dibujo táctico. El clásico y previsible 4-4-2 cedió ante un novedoso 4-1-4-1, más solidario, envolvente y versátil. Casemiro, el mediocentro del Real Madrid, emerge aquí como el eje, el socio de todos, y Gabriel Jesús como la referencia en el centro del ataque, pero no la única opción.
Renato Augusto y Paulinho, de sorprendente adaptación al Barcelona tras su criticado paso por China, dan músculo a una zona medular en la que Neymar desde la izquierda y Philippe Coutinho por la derecha circulan más arropados. A pesar de la fractura en el quinto metatarsiano del pie derecho, el jugador del PSG llega en gran nivel a Rusia para ser figura. Si algo puede preocupar es quizá la falta de equivalencias entre el once habitual y los componentes del banquillo, donde solo destacan Willian y Firmino.
A Brasil no le vale perder, ni siquiera empatar, ante Suiza, Costa Rica y Serbia, antes de entrar a la fase de octavos de final en la que podrían encontrarse con Alemania, México, Suecia o Corea del Sur.
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
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Sábado 09 Junio, 2018
HORA: 12:00 AM
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