Ha llegado el momento en que se debe detener la errónea conceptualización que existe en torno al negocio del arroz en Costa Rica y crear una diferenciación que no trate a todos por igual. Generalizar, a través de los tiempos ha sido uno de los errores capitales que provoca la ignorancia y la desinformación.
Resulta un tanto difícil comprender que los detractores de la regulación del arroz en Costa Rica hablen en términos de “algunos” dentro de un negocio con tan pocos actores, pudiendo hacerlo con nombres y apellidos, evitando así las odiosas confusiones.
En Costa Rica existen pequeñas y medianas industrias arroceras que dedican su quehacer diario al apoyo de la producción costarricense, brindando soluciones para productores también pequeños y medianos que, de no ser por este grupo de industrias, no tendrían donde colocar sus cosechas.
Irónicamente estas industrias no compran la mayor parte de la cosecha nacional, pero sí compran a la mayoría de los productores del país, siendo esto causado por la concentración productiva que existe hoy en día, donde muchos producen poco y pocos producen mucho.
La actual regulación del precio brinda una ventaja competitiva para los que producen e industrializan a la vez, quienes compran sus propias cosechas sin importar si el precio a pagar es alto o bajo porque se pagan a sí mismos, más aún, entre más alto sea el precio, más ventaja obtienen sobre sus competidores que sí deben realmente pagar ese precio.
Existen quienes lucran con la regulación del arroz, pero existe la contraparte que poco a poco se asfixia debido a los altos precios con que se les obliga a comprar su materia prima y los bajos con que se les exige vender su producto final.
Desde ANINSA se ha señalado en repetidas ocasiones esta situación a las autoridades correspondientes, quienes hacen caso omiso de las advertencias y continúan en el proceso de desmantelamiento de la industrialización nacional producto de la concentración que se genera por este modelo, generando cada vez menos competidores y, por ende, haciendo enormes a los grandes.
Habiéndose aclarado lo anterior, cuando se refieran a las rentas monopólicas millonarias de algunos, mejor que sea con nombres y apellidos, porque no todos están en el mismo saco. En el año 2000 había 23 industrias, hoy sólo 10, de las cuales 6 de ellas abarcan apenas el 30% del mercado.
Juan José Contreras Director Ejecutivo
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