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Opinión

No es verdad que de algo hay que morirse

Opinión

Con la aparición de casos del COVID-19 en Costa Rica, se han generado una serie de reacciones psicosociales que dan indicios de una posible situación de pánico social. Según la Organización Panamericana de Salud, el impacto de cualquier evento traumático depende de tres factores: naturaleza del evento (duración, intensidad, sorpresa), características y vulnerabilidad de las víctimas (sexo, edad y nivel socioeconómico) y el entorno o circunstancias en donde se produce (contexto social, cultural e histórico del evento). Así bien, aunque nos referimos a un contagio pandémico de características globales, debemos advertir las particularidades psicosociales del pueblo costarricense ante esta amenaza.

Claramente el COVID-19 presenta las tres características de evento traumático, pues es algo inesperado, duradero y masivo, que afecta principalmente a población vulnerable por edad y sus dimensiones globales dan una cobertura mediática que magnifica este hecho como histórico. El psiquiatra Rodrigo Córdoba señala que ante este tipo de situaciones: “Hay una reacción natural para mantener el ‘statu quo’ cuando se presume una amenaza colectiva y para eso se actúa como en manada sin criterios de lógica sino de conjunto irracional”. Algunos individuos pueden llegar a abandonarse en su racionalidad ante el pánico colectivo irracional.

Para la psicóloga Sandra Herrera, “el pánico colectivo no sigue la lógica de la probabilidad, sino que se desliza por unos atajos mentales más simples”, nos referimos a la aparición ideas contractas e ilógicas que dan la falsa sensación de tranquilidad. En los últimos días han proliferado memes, chistes, videos, parodias y un sinfín de material absurdo, atajos mentales de personas en pánico que niegan el riesgo porque comían guayabas con gusanos o corrían descalzos en potreros. Pero, peor aún, hay quienes de manera irresponsable se tranquilizan con la estadística egoísta de que el virus es letal en alrededor del 1% de los casos. 

Esta ignorancia complaciente hace más peligrosa la amenaza. Esto se puede prevenir y no es verdad que de algo hay que morirse, como dicen los irresponsables que no se cuidan, minimizan el riesgo y desprecian los esfuerzos personales e institucionales que se están haciendo para que la afectación sea la menor.

Quienes no asumen su corresponsabilidad con la prevención son cómplices del contagio y la posible muerte de las personas que, por su edad o condiciones particulares de salud, tienen menos posibilidades de sobrevivir a la enfermedad. 

Es urgente que cada habitante acate las disposiciones de las autoridades en salud, que ayudemos a facilitar su cumplimiento y difusión. No sucumbamos ante pánico social y asumamos una postura ética con la consigna de “me cuido para cuidar a los demás”, que se nos muestra como compromiso moral y cívico que nos debemos exigir como nación para enfrentar esta verdadera amenaza.

 

*Sociólogo

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Martes 17 Marzo, 2020

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: MSc. Kenneth Carpio Brenes*

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