El nacimiento de un hijo siempre es motivo de felicidad; su muerte, el dolor más grande que puede sentir una madre.
Este es el caso de Estéfani Tablada, una joven que cuidaba en casa de cuatro hijos, dos de ellos mellizos que fueron víctimas de asfixia por humo luego de que se iniciara un incendio en la habitación donde descansaban.
Los gritos desesperados de esta madre retumbaron en la comunidad de Margarita, en Sixaola de Talamaca, Limón, cuando las lenguas de fuego se alzaron por paredes y techo de la habitación, poniendo en peligro a sus dos hijos menores, de 1 año y 1 mes.
Vecinos se abocaron a sofocar las llamas, mientras en un acto de amor infinito la joven corrió con sus pequeños en brazos hasta la Clínica de Margarita, a 70 metros de su hogar.
Sin embargo, pese a sus esfuerzos y a los de los médicos, el niño fue declarado sin signos vitales minutos después, mientras que a su hermanita la remitieron a la clínica de Hone Creek, donde tras estabilizarla la trasladaron en condición crítica al Hospital Dr. Tony Facio.
MUERTE NEUROLÓGICA
Daver Vidal, director de este centro médico, detalló a DIARIO EXTRA que la pequeña sufrió un paro cardiorrespiratorio durante el traslado, del cual salió por la atención médica recibida.
Sin embargo, al ingreso “presentaba un daño a nivel metabólico producto del monóxido de carbono que inhaló durante el incendio; esto afecta tanto el sistema pulmonar como el cerebral”.
El experto explica que, debido a la vulnerabilidad de un niño ante este tipo de situaciones, su cuerpo no tiene la madurez para responder adecuadamente, en especial cuando está durmiendo y no se genera la alerta.
Señala que la distancia también fue un factor a tomar en consideración en este caso, “aunque el manejo inicial sea el adecuado, el transcurso del tiempo hacia el hospital pudo haber influido.
Pero hay que ser claro, el monóxido que se produce después de la combustión es directamente dañino a las estructuras cerebrales, ingresa en una situación casi de muerte neurológica”.
GRITOS DE AUXILIO
No fue el fuego ni el humo lo que alertó a los vecinos, sino los gritos de la joven madre, quien mientras corría buscando ayuda no dejaba de estar atenta a sus otros dos pequeños, que permanecieron a un costado de la vivienda, atónitos.
Ruth Campos, vecina de Estéfani, narró a El Periódico de Más Venta en Costa Rica que no se olía ni veía humo.
“Alguien gritaba, yo no sabía de dónde venía, y era la señora que venía con los dos niños en brazos, desvanecidos los dos, se le iban casi cayendo los bebés”, relató.
Aunque tenían poco tiempo en Margarita, los vecinos la veían constantemente pasar camino a la escuela para dejar a sus otros dos hijos mientras llevaba a los bebés en un cochecito.
El Periódico del Pueblo ingresó a la vivienda, donde observó que el fuego se concentró en la habitación principal.
Ahí quedaron restos de un colchón calcinado, un ventilador en las mismas condiciones, ropa, zapatos y cableado eléctrico derretido.
Las lenguas de fuego se alzaron por las paredes, quebrándolas y volviéndolas endebles, así como el cielo raso, que se vino al suelo.
La otra habitación, intacta, con restos del agua que rociaron los vecinos y posteriormente los bomberos, y en un costado, pañales, juguetes y una sandalia de uno de los bebés.
María Robles también escuchó los gritos de Estéfani.
“Cuando yo llegué ya estaban ayudándole en la clínica para salvarle su bebé, pero fue imposible.
Ella es una excelente mamá porque siempre andaba con ellos. Preciosos los andaba siempre; uno les pasaba por el lado, ellos saludaban y sonreían. Viera que cosa más linda”, recordó.
AYUDA ENTRE VECINOS
Esta familia nicaragüense lleva seis años en Costa Rica. El padre es administrador de una finca ganadera de la zona, junto a un hijo mayor que se encarga de conducir uno de los camiones.
Hace poco más de tres semanas alquilaron la vivienda donde se produjo el lamentable hecho.
El padre y el hermano mayor estaban trabajando cuando los llamaron. “Nos avisaron, y regresamos lo más rápido posible”, dijo Jaime Jirón, hermano mayor de los pequeños.
Dice que para Estéfani y su padre “esto es un dolor muy grande. Mi papá está muy triste, la fortuna de sus hijos, por los que ha luchado tanto, y cómo se fueron tan rápido”.
Entre todos los vecinos reunieron agua para sofocar las llamas, mientras que Mauricio Espinoza vio un cilindro de gas y lo retiró, evitando una tragedia mayor. “Yo salí como atacado a ver qué había pasado y vi todo en llamas”, indicó.
Dice que no ha podido dejar de pensar en ese momento. “Yo salgo a trabajar y tengo eso en la mente. Es duro, el incendio y ver a la mamá corriendo con sus chiquitos”, agregó.
“HAY QUE SEGUIR
DE LA MANO DE DIOS”
La familia no piensa regresar a Nicaragua, creen fielmente en que Dios los acompaña y aseguran que seguirán trabajando para sacar a delante a los otros niños.
Agradecen a la comunidad, que los ha apoyado en todo este proceso. “Los bebés habían profundizado mucho en los corazones de las personas de la comunidad, había aprecio para ellos.
A todos los que han ayudado en lo económico y emocionalmente se les agradece porque es una ayuda. Somos seres humanos y todos en algún momento necesitamos un hombro en el que llorar”, añadió Jirón con pesar.
PERIODISTA: Deyfid Solorzano
EMAIL: [email protected]
Sábado 16 Marzo, 2024
HORA: 12:00 AM
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