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Opinión

Delgada línea entre la soberbia y la idiotez

José Daniel Cruz Chavarría

Si bien es cierto la pandemia ha dejado a su paso escenas, dramas y situaciones angustiantes para todos, también se debe reconocer que ha sacado a luz, evidenciado, otras cosas, quizás las menos, pero positivas. Algunas son muy claras, como su manejo por parte de nuestras autoridades sanitarias, que ya nos han hecho ejemplo mundial de la calidad de nuestro sistema de salud y profesionales a cargo. Otras hay que interpretarlas a contrario sensu para entender su nocividad; es decir, como una propuesta que se vendía como pomada canaria, pero el Covid-19 las desnudó y dentro de este concepto la llamada especialización de los servicios especiales de transporte (estudiantes, turismo y trabajadores).

El cierre de fronteras, prácticamente a nivel mundial, obligó a dejar guardadas todas las unidades de turismo del país. Desde la más modesta hasta las de última generación, y evidentemente las primeras puertas que toca la crisis económica y financiera es la de ese sector: los servicios especiales de transporte modalidad turismo. Un confinamiento obligatorio para sus propietarios, operadores, choferes, guías y demás dependientes, pero también una condena anticipada, una sentencia previa, al mismo equipo de trabajo, los activos de la empresa: las unidades.

Aunque una pequeña parte del sector turismo no quiera reconocerlo, hoy por hoy están metidos en un cajón sin salida y asfixiante, con inversiones millonarias en equipo, porque ya están especializados, y esa especialización les ha cerrado las puertas a al menos tratar de reinventarse, como decimos en Tiquicia: “pulsearla en otra cosa”.

Por eso llama la atención que un grupo liderado por Asotranstur no caiga en cuenta del charco en el que está metido y que, en lugar de tratar de salirse, pretenda hundirse más. Debería preocupar a aquellos operadores que viven ajenos al quehacer de este grupo, repetir en algún momento de la historia este mismo paraje con la propuesta de Asotranstur, en donde parece que es más fácil amarrarse a la arrogancia y la soberbia de su vocero principal que reconocer que la especialización no era la salida, porque la pandemia hoy los ha dejado probar los efectos negativos de la especialización: sin reformas legislativas ni decretos rimbombantes.

Ante la llegada inminente de la crisis, Asotranstur golpeó con enojo la mesa del ente rector (CTP), solicitando permisos temporales de trabajadores para sus asociados, pero al día siguiente mueve los hilos legislativos rebuscando o quizás más bien reafirmando su añorada especialización: doble discurso. Probablemente esta actitud incongruente de la Asociación, o al menos de su cara más visible, es la que ha indispuesto al ente rector en una postura más flexible y no tirarle un salvavidas a una parte del sector en medio de la tormenta, arrastrando consigo al resto de los servicios especiales. Pagan justos por pecadores.

La verdad es que la especialización no es otra cosa más que poner todos los huevos en la misma canasta, concepto poco o nada recomendado en la dinámica de la economía moderna, más en una como la nuestra, tan frágil y sensible. Muestra de ello es que ya algunas empresas de transporte, ciertamente las más sólidas y con mayor poder adquisitivo, ofrecen en su cartera de servicios varias de las modalidades permitidas por la legislación, y esto debería ser posible también para el micro y pequeño empresario; es decir, todo lo contrario a la especialización: un amarre.

Con el paso del tiempo Asotranstur se enredó en sus propios hilos, se ahogó en su propia filosofía y confundió con perjuicio conceptos importantes, pero que no aplican igual en el campo académico como en el sector económico, más aún en el área de venta de servicios: una cosa es especializarse (cual médico en su rama, con una base en medicina general y que abre su campo de acción -y de ingresos- mediante una especialización), y otra profesionalizarse para brindar un mejor servicio.

La propuesta de este grupo tarde que temprano volverá a hundir en la incertidumbre al sector turismo. Pero lo más lamentable aún es que pretendan privar a otros sectores de los servicios especiales de la posibilidad de seguir manteniendo alternativas paralelas.

Quizás la vida no nos permita volver a vivir una pandemia, pero es nuestra responsabilidad pensar en las futuras generaciones, en este caso las más inmediatas a cada uno de nosotros, hijos, nietos. ¿Señor empresario de turismo, quiere usted para ellos lo que está viviendo hoy?

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Sábado 02 Mayo, 2020

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