No he venido a traer la paz, sino la división
Opinión
El título del presente comentario son palabras pronunciadas directamente por Nuestro Señor Jesucristo. El doctor Lucas, uno los apóstoles llamados por Jesús, en el capítulo 12, versículos 49 al 53, transcribe el siguiente mensaje de Jesús: “¿Piensan acaso que he venido a traer la paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre y la nuera contra la suegra”.
Otro apóstol de los llamados por Cristo es Mateo, 10,34 - 37. Llama poderosamente la atención, cuando en el versículo 37, de parte de Jesús, dice “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”.
Recordemos que, cuando el Hijo de Dios resucitó de entre los muertos, durante 40 días se estuvo apareciendo a sus discípulos, entre estas personas, los apóstoles. Leemos, del evangelista Juan 20, 19 y 20 que los apóstoles estaban reunidos por la tarde a puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “¡La paz sea con ustedes!”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho ver al Señor.
Debo destacar que, cuando Jesús nace en Belén, un ángel del Señor se apareció y dijo: “Gloria a Dios en lo más alto del cielo y la tierra paz a los hombres: esta es la hora de su gracia”. (Lucas 2, 14).
Pareciera que los mensajes en los anteriores textos bíblicos son contradictorios y sorprendentes entre sí. Se refieren a la división familiar y a la paz.
Al decir Jesús que no ha venido a traer al mundo la paz, sino división, estas palabras parecen contradecir la espera de un Mesías que, según anunciaron los profetas, sería un príncipe de paz, inclusive Cristo envió a sus discípulos, de dos en dos, a evangelizar en misión de paz ( Lucas, 10, 1-9 ). Además, en otra ocasión dijo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios”. (Mateo 5, 1-12).
Cristo es nuestra paz. Él ha destruido el odio y la separación. Así lo escribe el apóstol Pablo en su carta a los fieles de efesios 2, 14. El evangelista Juan 14, 27 nos dice que la paz que Jesús trae no es la que el mundo nos da.
Seguir a Jesús requiere de una aptitud personal consciente y enérgica. Por supuesto que Cristo quiere la paz. Ha venido a reconciliar al hombre con Dios y a los hombres entre sí y a cada hombre consigo mismo.
Ha venido a reunir a los hijos de Dios dispersos, no a dividir. Pero vemos que hay dos clases de paz, una que Él no quiere: la paz perezosa, hecha de compromisos, la paz de los que se instalan cómodamente y no se deciden a seguir los caminos exigentes.
Espero que la división de que se habló haya quedado aclarada. El mensaje de la división que se indica al inicio de este comentario.
Seguir el camino de la fe hacia Cristo hace que la familia se divida, unos lo van a seguir, otros no.
Oremos por las familias que viven en discordia, para que el Señor Jesús llegue a esos hogares con su amor, los transforme en generadores de paz y sean testigos del amor de Dios hacia sus hermanos.
*Servidor de apostolado en la Iglesia
