Sobre pobreza y desempleo
Erick Rodríguez-Steller*
En medio de sueños de descarbonización, es importante tomarse el tiempo para aterrizar y recordar dos de los problemas más serios del país: la pobreza y el desempleo. Y es que ambos están estrechamente relacionados. La pobreza en Costa Rica es un problema de largo plazo. Durante las últimas dos décadas, el porcentaje de pobreza ha sido cercano al 20%, con pequeños cambios en algunos años, pero regresando a esa tendencia. La pobreza extrema ha variado entre el 6% y el 7% en años recientes. En el año 2018, la pobreza aumentó a más del 21%, por lo que más de 1 millón de personas en el país viven esta difícil situación.
La pobreza tiene como uno de sus principales determinantes el desempleo. Cerca del 70% de los ingresos de las familias depende de tener un empleo y un salario. La tasa de desempleo del país se mantiene cerca del 12%, además de que hay muchas personas trabajando en la informalidad. Por otro lado, el país invierte muchos recursos en programas para abordar la pobreza, pero el porcentaje no se reduce de manera definitiva.
La solución para la pobreza es crear más empleos formales con mejores salarios. Para lograr esto hay que fomentar el desarrollo de más empresas y más actividades productivas. Se deben atacar las distorsiones en la economía, consolidar la simplificación de trámites y eliminar la burocracia que impide que más empresas puedan impulsar sus negocios y crear más empleos. Asimismo, se debe fortalecer la educación y formación de jóvenes para el mercado de trabajo, y reinsertar a las personas mayores de 50 años en actividades productivas para mejorar su calidad de vida.
De ahí la importancia de establecer la educación dual, basada en los enfoques del sector privado, no de politiqueros o sindicalistas. Asimismo, se debe impulsar una política integral de formación técnica, y la enseñanza del inglés para darle más destrezas y capacidades a los jóvenes que buscan nuevas oportunidades para ayudar a sus familias.
Se deben continuar y fortalecer los programas sociales como Avancemos, pero utilizando mejor los recursos. Hay que eliminar el despilfarro y la duplicidad de funciones para tener más recursos de asistencia para las familias pobres. Hay que a evaluar el impacto de los programas sociales para entender qué funciona mejor y qué debe corregirse. Hay que darle más transparencia a la producción de datos e información para la auditoría ciudadana de cómo se avanza en las políticas sociales.
Tenemos claro que la pobreza es más grave cuando la criminalidad la acompaña. Los barrios más peligrosos deben ser intervenidos para proteger a las personas honestas y trabajadoras. Los criminales que amenazan a nuestros jóvenes deben ser atrapados y encarcelados. Además, las personas con condenas firmes deben estar en la cárcel, no volando como golondrinas y dañando a nuestro pueblo.
Sabemos que la pobreza tiene que ver con las oportunidades para que la gente obtenga una mejor calidad de vida, con acceso a educación, salud, un entorno seguro, vivienda, recreación, infraestructura, electricidad, agua y saneamiento. Para esto hay que promover el crecimiento económico con inversiones estratégicas y la creación de un clima de negocios apto para aumentar el empleo en el sector privado, incrementar los ingresos de las familias y contar con los recursos públicos para fortalecer las políticas públicas de ataque a la pobreza.
*Diputado
