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Opinión

Profetizada crisis de Costa Rica

Opinión

Hace unos años, algunos especialistas en política y en economía empezaron a detectar indicadores de una megacrisis en Costa Rica si no se implementaba una serie de verdaderas reestructuraciones. Entre algunas de las recomendaciones que dieron los expertos, estaban la reducción del aparato estatal mediante la fusión de instituciones y la venta de otras; a eso se debía sumar el control del gasto público, eliminar privilegios o pluses, además de fortalecer y modernizar las estructuras de la producción industrial, agrícola y de las actividades de bienes y servicios públicos, así como mejorar la recaudación de impuestos (evitando la evasión y elusión tributaria).

Pese a lo anterior, a ningún grupo político y otros sectores les importó esos consejos, pero ya ven se llegó al punto de quiebre. Claro, el gobierno actual ha pretendido echarle la culpa a la crisis mundial por efectos de la pandemia. Ciertamente, ese evento ha afectado al mundo, pero en nuestro caso, ya la crisis era “un carro que venía de bajada y perdía poco a poco sus frenos”.

Pero lo peor es que las irresponsables medidas que ha intentado aplicar este gobierno no solucionan los problemas de fondo, en cambio han generado fuertes protestas de los sectores productivos o gremios que se sienten asfixiados por la recesión económica y las altas cargas tributarias sobre todo aplicadas a las pequeñas y medianas empresas, así como a las actividades comerciales, mientras que grandes compañías siguen en la danza de la elusión fiscal, principalmente. Además, el desempleo es la gran bestia que atemoriza a miles de familias de clase media y marginada. 

Otra cosa, si comparamos nuestro país con respecto a otras naciones desarrolladas podemos decir que la mentalidad de sus gentes es la que determina el verdadero progreso. Al menos Alemania, Japón, Canadá, entre otros, tienen altos niveles de desarrollo integral aún ante recesiones económicas. O sea, no por eso descuidan la eficiencia y eficacia de sus proyectos y políticas productivas y de bien social. En cambio, en Costa Rica la justificación de los gobiernos es que “no hay plata”. 

Pero la verdad es que muchas veces lo que se necesita es voluntad y deseos de poner esfuerzo, en una serie de proyectos y propuestas. Claro, la corrupción política es otro tropiezo, es más, tan solo mencionemos lo que pasa en la Cancillería, que en los últimos tiempos se ha vuelto una “sopa de corrupción”, al destinar muchos recursos económicos en representaciones en el exterior que son inútiles, o ante el nombramiento a veces ilegal de diplomáticos que además reciben altos salarios. 

Si nos referimos a las instituciones descentralizadas, se tiene el vicio de tener los altos puestos jerárquicos politizados, por eso las presidencias y gerencias reflejan tanta incompetencia y corrupción. Tales niveles jerárquicos en cambio debieran ser elegidos por ternas compuestas por tres representantes de los trabajadores, además de tener la condición de pronta destitución de los jerarcas, cuando se evidencien violaciones a los principios éticos y morales o contra las leyes de administración pública. 

 Por otra parte, se gastan miles de millones en estudios de factibilidad de proyectos públicos que al final se declaran poco rentables, como el caso de la refinería de petróleo que se pretendía construir. Eso sí, nada que arranca el canal seco ferroviario ni la apertura de grandes puertos en Guanacaste y la Zona Norte y en otros puntos estratégicos.

Con esa clase de cosas, un país ni siquiera está en vías de desarrollo, por eso la gran pregunta es, ¿cuándo arrancará realmente este país hacia un futuro mejor?, quizás una de las respuestas sea, cuándo nazca una nueva generación de gobernantes o políticos con verdaderos deseos de hacer las cosas bien, sin mezquindad partidista o a tono, con la eficiencia que exige el mundo globalizado en todos los ámbitos.

Pero si eso no ocurre, no sabemos hasta qué punto la permanencia de tanta crisis, sea el detonante de una mayor escalada de pobreza, de violencia e incluso hasta de riesgo político, pues si surge una crisis de ingobernabilidad, eso puede permitir la entrada de fuerzas externas totalitaristas, capaces de entronizar gobiernos que vayan contra la verdadera libertad y democracia.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Miércoles 07 Abril, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Osvaldo Corrales Jiménez

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