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Opinión

Desocupación juvenil sin precedentes

EDITORIAL

La tasa de desocupación de los jóvenes en América Latina y el Caribe ronda el 18%, la más alta desde hace 30 años, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En Costa Rica aproximadamente 104.000 jóvenes de entre 15 y 24 años de la fuerza laboral están desempleados, revelan datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Solo en el primer trimestre de 2019 en el país se reportó que 95.485 jóvenes de entre 15 y 24 años estaban en esa condición, según la Encuesta Continua de Empleo (ECE), lo cual representa un crecimiento del 8%.

1.700.000 costarricenses tienen entre 15 y 35 años, esta es la población joven. En números equivale a un 42% del total de los habitantes, según datos del Consejo de la Persona Joven.

En el mundo casi 10 millones de personas de entre 15 y 24 años buscan incorporarse al mercado laboral, pero no lo consiguen. 

De acuerdo con la OIT, “6 de cada 10 jóvenes solo encuentran empleo en condiciones de informalidad, lo cual implica poca estabilidad, ausencia de un marco contractual, malos salarios, ausencia de derechos y de protección social. En suma, son empleos precarios”.

La tendencia es generalizada, la OIT estima que ese será el panorama futuro porque no existen mayores opciones de crecimiento del empleo. 

Estamos ante un momento de desocupación juvenil sin precedentes y debe subsanarse cuanto antes, estiman los expertos. 

Viendo estas cifras podríamos pensar que un buen porcentaje de estas personas ya están generando progreso, ocupan un puesto de trabajo o bien un pupitre del sistema educativo público o privado, sin embargo eso no es una realidad, el desempleo golpea fuerte en estos tiempos.

El presidente de la República, Carlos Alvarado, sale del país en estos días en busca de inversiones extranjeras, lo ideal sería que regresara con opciones viables para nuevos negocios.

Lo malo es que Costa Rica en ocasiones ofrece condiciones que no son las idóneas, tenemos un alto porcentaje de personas que no hablan otro idioma más que el español y además cerca de 1 millón de estos potenciales trabajadores jóvenes aún no terminan la educación secundaria. 

Datos estadísticos que dio a conocer en su momento el Informe Estado de la Nación indicaban que aproximadamente 600.000 de las personas que buscan empleo y son jóvenes no terminaron la secundaria; es decir, un tercio del total de ese sector, lo cual indica que existen evidentes problemas de capacitación de cara a las exigencias del mercado de trabajo.

500.000 apenas terminaron la escuela y solo 81.000 completaron los estudios universitarios. 

Los gobernantes no han dado en el clavo en un tema tan trascendental, no entienden que urge generar las opciones para que los jóvenes se desarrollen, pero a la vez muevan las turbinas de esta maquinaria que necesita reactivarse cuanto antes.

Lastimosamente el crimen organizado está ganando terreno, recluta miembros cada vez más jóvenes y de las zonas más pobres para perpetrar los delitos. Se valen de la necesidad de una familia, del hambre y la falta de educación para darles “trabajo”.

Urge evitar que estas sean opciones viables para la juventud y para lograrlo el sistema cuanto antes debe iniciar programas preventivos en escuelas, colegios, espacios públicos que informen y orienten a los muchachos y sus familias.

Es cierto que la necesidad tiene cara de perro, pero eso no justifica que nuestras generaciones más jóvenes vean en este tipo de grupos delictivos la única forma de salir adelante.

Hay más caos para estas poblaciones. En materia educativa se sabe de un alto porcentaje de deserción, pero son escasos los esfuerzos por minimizarla. 

En salud los espacios en clínicas y hospitales para adolescentes y jóvenes son nulos, como si sus problemas no fueran los mismos que los del resto de la población. 

Hay pediatras, geriatras y obstetras, pero nadie atiende específicamente a los más jóvenes; no conoce el Estado y menos la seguridad social que sufren hoy con más frecuencia de insomnio, estrés, depresión, pensamientos suicidas y adicciones, entre otros males. Eso debería estar mapeado porque es un asunto de atención integral y urgente.

Ni que decir de los problemas de salud por depresión o la exposición a enfermedades de transmisión sexual y las adiciones a drogas legales e ilegales, naturales y sintéticas.

Una población joven, sin alternativas ni espacios, está confinada al fracaso, y eso se está gestando para Costa Rica. 

No existen políticas públicas, apenas un par de dependencias estatales que cuentan con un bajo presupuesto, el cual es desconocido para esa población y nunca ha podido proyectarse. 

Los comités de deportes tampoco son una opción para este grupo poblacional, la infraestructura deportiva es limitada, no hay horarios accesibles para utilizarla y en ocasiones hasta tiene un costo que muchos no pueden cubrir ante la falta de recursos económicos.

La población joven del mundo se encuentra frente a una encrucijada y la costarricense no escapa a esa realidad, cuenta con pocas opciones para salir de ella con prontitud, si se toma en cuenta que es el futuro de las naciones.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 14 Noviembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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