La mujer rural en tiempos de Covid

Lic. Diana Murillo Murillo

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su resolución 62/136, del 18 de diciembre del 2007, estableció el 15 de octubre como el Día Internacional de la Mujer Rural, reconociendo “la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”.
En América Latina y el Caribe, 58 millones de mujeres viven en zonas rurales, siendo reconocido su rol central en la producción y abastecimiento de alimentos. En Costa Rica el rol de la mujer rural ha pasado inadvertido para la mayoría de gobiernos de turno, a pesar de que son ellas las que con su trabajo formal e informal, impulsan el desarrollo desde cada uno de los territorios rurales de nuestro país.
Si antes de la pandemia la carga de trabajo y la violencia contra las mujeres era alarmante, el aislamiento social implementado para hacerle frente al Covid-19 agravó aún más la situación, tal y como lo confirmaron los resultados obtenidos mediante la Campaña Mujeres Rurales, mujeres con derechos 2020-2021, promovido por ONU MUJER.
Sin duda alguna, nos atrevemos a decir que en época del Covid-19, las mujeres rurales han llevado la peor parte, debemos dejar de “aplaudir y felicitar”, y cambiar nuestro discurso por acciones claras y concretas que apoyen realmente a las mujeres rurales, otorgándoles acceso al crédito, asistencia técnica, vivienda y educación, e impulsar la formalidad pero con trato diferenciado. Las mujeres rurales requieren facilidades para crear su propia empresa sin tanta tramitología y carga impositiva, y también tienen derecho -por supuesto-, a no ser discriminadas en ningún campo por su condición de mujer y mucho menos por su identidad rural.
Como mujer rural, conozco las desigualdades que aún en pleno siglo XXI se siguen presentando, la invisibilización de nuestro trabajo y tener que esforzarnos más que nuestros compañeros hombres para lograr algún tipo de reconocimiento, son sólo algunas situaciones que tenemos que enfrentar, así como el acoso laboral y sexual que está presente a lo largo de nuestra vida, ocasionándonos estrés, desmotivación y problemas de salud que pocos reconocen.
En este mes de la mujer rural, debemos reconocer su trabajo, unas en el campo, otras en el hogar, profesionales o empresarias, no importa el rostro que tengan, en cada grupo, organización o empresa, siempre sobresale una mujer rural, ya sea liderando acueductos rurales, comités de caminos, juntas de educación, albergues de niños, empresas, escuelas, hospitales o colegios. Además, se ha reconocido el gran papel que desempeña la mujer en el cuido de los hijos y de las personas mayores, y cada vez más mujeres rurales destacan en importantes cargos públicos, si bien falta mucho camino para lograr la igualdad en los puestos de toma de decisión, lo cierto es que se ha avanzado mucho y eso debe celebrarse.
Llegó el momento de empoderar a las mujeres rurales con conocimientos y herramientas para su inserción en los diferentes espacios, llegó el momento en que cada una de ellas deje de entregar su trabajo a los intermediarios y se convierta en proveedora directa incrementando su productividad, llegó el momento de que las mujeres rurales reciban más asistencia técnica, más crédito, más servicios diferenciados para ellas, todo lo anterior permitiría disminuir considerablemente la desigualdad y situaciones como las detectadas en la Encuesta Nacional de Hogares 2014 (Enaho), donde un 69% de los hombres manifestó encontrarse como “ocupados”, mientras que sólo un 32% de las mujeres dijo sentirse en esa condición, lo cual podría indicar que esas mujeres se sienten fuera de la fuerza laboral porque siguen ejerciendo roles tradicionales del cuidado de sus hijos y de los adultos mayores o vinculadas a actividades privadas, según lo indica el mismo estudio.
Con relación a la tenencia de la tierra, la Organización de Naciones Unidas (2020) señala que “Menos del 20% de los propietarios de tierras en todo el mundo son mujeres”, y por su parte la FAO (2020) señala que las mujeres representan casi el 50% de los agricultores en el mundo, sin embargo no son propietarias de la tierra que cultivan, y Costa Rica no escapa a estas estadísticas, ya que de un total de poco más de 1.316.807 hectáreas solo el 8,1 % corresponde a productoras, aunque los números podrían variar positivamente, debido a que hace algunos años el Instituto de Desarrollo Rural (Inder) incorporó el criterio de la copropiedad, donde las llamadas parcelas se entregan a núcleos o parejas en calidad de copropietarios, cambiando así la nefasta costumbre de inscribir los títulos de propiedad solamente a nombre de su compañero o esposo.
Finalmente, uno de los datos más alarmantes es que el 9% de las mujeres en zona rural, considera que vive en extrema pobreza, y una gran mayoría considera sus necesidades insatisfechas, lo cual probablemente se ha incrementado producto de la pandemia, y si de opciones para aumentar el PIB se trata, estudios de la ONU aseguran que si solamente se redujera un 25% la brecha en las tasas de participación de la fuerza laboral entre hombres y mujeres, el PIB mundial aumentaría casi un 4% para el año 2025 disminuyendo la pobreza a nivel mundial.
Estos resultados sin duda alguna nos llaman a la reflexión y nos invitan a volcar la mirada hacia estas valientes mujeres de las zonas rurales, en ellas descubriremos el rostro de la madre, la maestra, la agricultora, la profesional, la ama de casa, la indígena y la afrodescendiente, ellas son las que con su trabajo han marcado y marcarán nuestra historia.

*Master en Administración Pública y ex gerente general del Inder

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Sábado 16 Octubre, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Diana Murillo Murillo*