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Opinión

Traficantes de almas en tierras ticas

EDITORIAL

Hace apenas un par de días vimos un golpe certero de las autoridades contra una banda internacional de tráfico de personas, liderada por una mujer conocida como “Mamá África” y quien cobraba entre $5 mil y $20 mil para pasar extranjeros hasta México y Estados Unidos. 

Cerca de 40 hombres y mujeres fueron detenidos en Costa Rica por formar parte de la organización delictiva y en Panamá cerca de una decena de miembros también cayeron en manos de la policía. 

Su objetivo principal era trasladar, dar posada y alimentar a ciudadanos africanos, caribeños y asiáticos que querían llegar hasta el norte del continente. Los sospechosos tenían casas de seguridad y muchos autos para operar con total tranquilidad; hasta un funcionario de gobierno les ayudaba. 

Costa Rica es el puente por excelencia del tráfico humano. 

Este tipo de casos no son nuevos en el país, somos un sitio estratégico para la operación indiscriminada de estas redes, aquí, pese a existir legislación en el tema, los recursos técnicos, policiales y económicos están lejos de rendir en la lucha. 

Así lo confirmó el último informe de Trata de Personas del Departamento de Estado de los Estados Unidos de 2018 que indica: “el gobierno no cumplió con los estándares mínimos en varias áreas clave. La distribución de recursos financiados por el gobierno para hacer frente a la trata siguió siendo insuficiente, en particular en el ámbito de la protección y asistencia a las víctimas, que siguió siendo desigual para las víctimas masculinas. Las organizaciones de la sociedad civil informaron que los mecanismos de referencia no siempre se implementaron de manera efectiva u oportuna. Las autoridades no condenaron a ningún funcionario cómplice de la trata de personas ni de los delitos relacionados con la trata”.

Lo anterior es sumamente grave porque el país no ha podido liderar una estrategia de combate a este ilícito negocio. Pensar en erradicarlo es una utopía, pero en cuanto a su enfrentamiento tampoco estamos dando la talla.

Estamos posicionados en el ojo del huracán, la cercanía con el norte del continente (principal destino), el débil registro en puestos fronterizos de la región y ni qué decir de los nacionales, así como la carencia de personal especializado nos hacen blanco perfecto de las redes criminales. 

Cifras oficiales de Migración y Extranjería revelan que en 2010 se identificaron 50 víctimas de tráfico. Se contabilizan actualmente unas 100 denuncias por estos casos, lo anterior sin registrar a quienes no acuden a las instancias policiales por miedo a las consecuencias. 

Pese a estas falencias no podemos dejar de mencionar que se hace un esfuerzo sobrehumano para paliar estas actividades criminales, este año se desmanteló una red que traficaba chinos. Años atrás todos recordamos el famosos caso de los cubanos y el intento de soborno a un exdirector de Migración, quien luego denunció una red para traer al país asiáticos. El caso fue uno de los más sonados y mediáticos pero la lentitud de las autoridades judiciales hizo que el 2018 anterior prescribiera la causa, sin tener a nadie por culpable, ni siquiera llegó a realizarse algún juicio.  

El tráfico de personas es el tercer negocio más lucrativo del orbe, después del tráfico internacional de drogas y el de armas.

Denominada la esclavitud del siglo XXI, esta ilícita actividad deja ganancias en el mercado negro de entre $32 mil millones y $36 mil millones anuales, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, y a su paso deja víctimas con secuelas terribles, así como saldos de muerte.

Las redes de traficantes no discriminan edad, etnia o situación socioeconómica, las víctimas potenciales forman parte de grupos sometidos a exclusión, discriminación o precariedades económicas, afectivas o emocionales. 

Este delito se manifiesta de varias formas como la servidumbre, explotación sexual o laboral, mendicidad, prostitución, pornografía, utilización de menores de 18 años en actividades delictivas o adopción ilegal, matrimonio forzoso, tráfico de órganos o experimentación biomédica ilícita según los expertos. 

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que “los conflictos armados, el desplazamiento interno, el cambio climático, los desastres naturales y la pobreza exacerban las vulnerabilidades y la desesperación que permiten que prospere el tráfico [de personas”.

Somos la franja del tráfico, estamos poco a poco abriendo lo ojos al horror de la esclavitud del siglo XXI. 

El Estado, así como promueve políticas tendientes a la lucha férrea contra el narcotráfico, debe aplicar mano dura a un problema con dimensiones humanas, a una tragedia que se consuma casi que libremente. Somos caldo de cultivo para las bandas de traficantes y ya es hora de ponerles un alto.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 01 Agosto, 2019

HORA: 12:00 AM

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