¿Un clero putrefacto?
Osvaldo Corrales Jiménez*
Muchos sacerdotes llevan una vida licenciosa, pero se justifican con decir que ellos también son hombres débiles. El beato Tomás de Kempis en cambio expresó: “El sacerdote debe estar adornado de todas las virtudes, y ha de dar a los otros ejemplo de buena vida. Su porte no ha de ser como el de los hombres comunes; sino como el de los ángeles del cielo, o el de los varones perfectos en la tierra” (La Imitación de Cristo. Libro IV, cap. 2).
San Pablo, en 1° de Timoteo 3.1-13 estimó que el sacerdote y el diácono deben ser individuos ejemplares.
Retomando la labor sacerdotal, San Juan Vianney o santo cura de Ars, predicaba de forma sencilla, pero con la gracia de conversión, al punto que la gente de la comarca dejaba los vicios y la mala vida. En su lugar, el confesionario del padre Vianney permanecía lleno de gente a todas horas, pues las personas estaban ansiosas de reconciliarse sacramentalmente con Dios.
En otras palabras, un sacerdote santo hace a su comunidad santa, de lo contrario, pocos serán los frutos que se den en cada pueblo.
El 7 de diciembre de 2016, se publicó en la sección de sucesos de DIARIO EXTRA sobre un cura que casó a un empresario, y que en dado momento embarazó a la esposa del mismo empresario, y al parecer el mismo arzobispo Rafael Quirós conocía sobre el hecho. Sin embargo, este tipo de cosas no son nuevas, ya que podemos recordar la vez que se cuestionó a monseñor Ángel Sancasimiro por encubrir a un sacerdote de apellido Vásquez, cuestionado por cometer abusos deshonestos contra terceros.
A eso se puede sumar el hecho de un cura que hace varios años fue párroco en San Isidro de Coronado y sospechoso de abusos sexuales contra jóvenes, pero que por lineamientos de la misma Arquidiócesis de San José fue enviado a otro país para disipar los rumores. Luego el cura regresó, y es hoy un admirado sacerdote en otra parroquia josefina.
Pero pese a tanta putrefacción dentro del clero, eso no debe llevarnos a volvernos antirreligiosos o ateos, en cambio recordemos lo que dijo el mismo Jesucristo, respecto a los maestros de la ley y fariseos: “hagan lo que ellos dicen pero no lo que ellos hacen”.
Eso sí, cuando se descubren actos corruptos de los curas, los altos jerarcas de la Iglesia en Costa Rica de forma inmediata debieran suspenderlos para siempre de labores pastorales o parroquiales, e incluso si los mismos obispos se vuelven culpables del encubrimiento, ellos debieran renunciar para no pecar más por falsedad e hipocresía.
A veces cuesta entender las cosas espirituales, pues, en los últimos años, en la santa misa se acostumbra a rezar la jaculatoria a Dios que dice: “danos muchos y santos sacerdotes”, pero eso no se da, ¿será porque nosotros como feligreses no oramos con sinceridad y fervor? Aunque se puede decir que parte de esa pérdida de fervor nuestro atañe a que los mismos sacerdotes ya casi no enfatizan en la realidad del infierno, pues ese concepto lo ven como algo abstracto, irreal o simplemente un simbolismo, dado que la teología contemporánea se ha desviado mucho de la verdad bíblica.
*Comentarista de temas cotidianos
