El Infocoop es de las cooperativas

Editorial

La disputa por el manejo del Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (Infocoop) no acaba con ponerle punto final a la intervención.

Grupos de poder arraigados al sector se niegan con todas sus fuerzas a renunciar a él.

Se les olvida que el Infocoop pertenece a los 887.335 cooperativistas que hay en el país y no a intereses particulares de unos u otros.

El instituto tiene como objetivo fomentar, promover, financiar, divulgar y apoyar el cooperativismo en todos los niveles.

Debe mejorar las condiciones de vida para los habitantes de escasos recursos y fortalecer la cultura democrática nacional.

Sin embargo, en los últimos años más bien ha sido visto como un instrumento de campaña político-electoral y de repartición de créditos a cambio de votos.

La guerra interna que se libra solo la conocen quienes pertenecen al sector y que se niegan a dar campo a nuevas figuras.

Es inconcebible que haya sociedades que cierren por falta de apoyo o como víctimas de malas administraciones y que nadie mueva un dedo.

El problema es que quienes están en puestos de poder se enfocan más en cómo mantenerse pegados a la silla que en ver cómo ayudan a esas comunidades.

Basta con hacerse preguntas como: ¿cuántas cooperativas se abrieron en los últimos años? o ¿cuántas personas en el país muestran interés en formar parte de estas?

Su fin en sí mismo ha sido desvirtuado con el paso del tiempo y no hay nadie que pueda decir lo contrario.

No bastó con que saliera a la luz la forma en que el instituto y el Consejo Nacional de Cooperativas (Conacoop) se manejó por años.

La sed de venganza parecer ser más importante que ver cómo recuperar esa esencia.

El Infocoop nació el 20 de febrero de 1973 y ahora más de 40 años después lo único que se ha apuntado es a hacer algunas reformas administrativas, cuando está claro que ya no se adapta a las necesidades de las comunidades.

Una preocupación mayor es cuántas de las sociedades que aparecen en el registro del Ministerio de Trabajo están realmente activas y cuántas constituyen únicamente un cascarón, no solamente porque puedan constituir un voto fantasma, sino porque su desaparición significa un apoyo social menos para esas localidades.

Esperemos que sea solo una leyenda urbana eso de que el Infocoop ha funcionado como la caja chica de algunas administraciones y es que no es para nada despreciable tener el poder sobre una institución que maneja más de ¢95 mil millones en créditos.

Ahora que se aproxima en mayo una nueva etapa, en que los cooperativistas podrán volver a tener el control del Infocoop, sería importante que nuevas caras aparezcan a sanear el escenario.

Pero que se trate de personas que realmente vienen del cooperativismo y tengan experiencia comprobada más algo que aportar, que no sirvan de mampara para quienes quieren seguir ostentando el poder desde la puerta trasera.

El cooperativismo parte de un fin social y no de uno patrimonial, es hora de rescatar ese movimiento que en algún momento significó el mayor motor de desarrollo de las comunidades.

Libre adhesión y libre retiro, el control democrático, el interés limitado sobre el capital y la educación continua son ejes que no pueden perderse en los intereses de unos cuantos.

Que no se desate una nueva guerra de cara a la próxima elección. Todos deben ayudar dentro del marco de la ley para que el sector pueda revivir y dar ese apoyo que miles de costarricenses necesitan.

El problema está en que mientras siga metida la mano política en la gestión cooperativa, no podrá volver a recobrar su razón de ser.

Los cooperativistas son muchos y es únicamente a ellos a quienes les toca dar la pelea para recuperar a un Infocoop desgastado, pero con la esencia para volver a ser lo que un día fue.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Lunes 21 Enero, 2019

HORA: 12:00 AM