Urge reemplazo en dirigencias sindicalistas costarricenses
La pluma del pueblo / René Barboza C.
Después de tantas semanas en que Costa Rica se ha paralizado y dividido, llama la atención saber qué pasará con los movimientos sindicales de nuestro país. El sindicalismo responsable es necesario en nuestras sociedades, donde los políticos tradicionales, y ya hasta los no tradicionales, solo piensan en sus intereses y los de sus amigos empresarios, quienes son exonerados y se les alcahuetean privilegios en detrimento de las clases más vulnerables.
Las estrategias sindicales colapsaron y no cabe duda que el Gobierno gana esta, si se le puede llamar, contienda, ya que está en Sala IV el expediente del plan fiscal y no se logró persuadir ni al Ejecutivo ni a los legisladores para retirarlo de la corriente, por lo que, si la Sala no encuentra vicio, es eminente su aprobación en segundo debate. Se pronostica que vendrá acompañado de tamales, fiestas navideñas y el año nuevo.
Los métodos utilizados por los dirigentes gremiales fueron desencantando a quienes apoyaban la huelga, tanto empleados públicos como el pueblo en general, varias de las acciones sindicales fueron volcando esa balanza y, a pesar de los años de experiencia de esos dirigentes, no se dieron cuenta a tiempo del desencanto que muchas de las decisiones tomadas empezaron a causar entre la población en general.
No quisiera ser atrevido, y no tengo pruebas para decir que la salida de don Carlos Alvarado del Teatro Nacional fue un montaje, pero no hay que ser experto en seguridad para deducir que dicha acción careció de lógica, inteligencia y fue una clara provocación al saber que había manifestaciones en las calles aledañas al inmueble, por lo que, si fue un montaje, felicidades, logró su objetivo, ya que, en su mayoría, el pueblo victimizó al presidente y fueron puntos en contra de los huelguistas.
Me parece que fue también poco serio, provocativo, y nunca le encontré sentido, volver al mismo lugar en la noche del mismo día y mostrar al mandatario campante y parlanchín, como si fuera una gala de un show televisivo, creo que ese acto salía sobrando.
Uno de los acontecimientos que más daño provocó a los huelguistas fue la sonada reunión en las salas de quirófanos del Hospital San Juan de Dios, que paralizó la sala por dos horas y atrasó cirugías que estaban programadas para ese día, sin duda eso causó indignación y fue muy bien manejado por los estrategas del Gobierno.
El manejo que han tenido en cuanto puntos sensibles como la salud, educación, bloqueos y revueltas hace que quienes apoyan el movimiento sientan un sabor agridulce y a todas luces van abandonando el apoyo.
Aquí es donde surge la inquietud que en columnas pasadas vengo reflexionando, ¿están desgastados los líderes eternos del sindicalismo? ¿Cómo quedan parados después de este fracaso del movimiento? ¿Hay sucesores jóvenes con buenas ideas para encantar de nuevo a los agremiados? Al menos yo no lo sé.
Quien se ha fortalecido un poco con este movimiento es el diputado José María Villalta, quien ha dado la lucha, pero sin responsabilizarse de los actos que he mencionado anteriormente, y con la aparición ahora de una de sus aliadas, la economista Guillén, muy aparecida en los últimos días. Queda el legislador como una figura valiente que intentó traerse al piso el proyecto de fortalecimiento de las finanzas públicas, pero no lo logró.
Hace unos días, varios amigos me tildaron de loco, de exagerado y otros calificativos ya que dije y sostengo: Costa Rica está como la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, el pueblo harto de los políticos que no daban soluciones y se llenaban sus bolsillos y fue cuando surgió el chavismo, y ya sabemos los resultados actuales. Los costarricenses quebraron el bipartidismo, dieron lugar a una nueva corriente política y sabemos que el resultado no fue el esperado, la derecha y el centro han traicionado, según el pueblo, a la ciudadanía… Cuidado, ese es el inicio de que otros grupos tengan la posibilidad de asumir las riendas del país y, desde mi perspectiva, no estamos lejos de eso.
