Necesitamos soluciones país ya
Felipe Guadamuz Flores
En economía se habla de que puede haber un crecimiento de la economía, pero no lo suficiente para estar mejor que en otros periodos anteriores, a esto se le conoce como una curva de crecimiento decreciente, que quiere decir que si bien es cierto la economía está creciendo, en realidad ese crecimiento implica una disminución con respecto a esos periodos anteriores.
Costa Rica tuvo un crecimiento en su economía del 3,8% el año pasado, menos que en años anteriores, en tanto que la de Nicaragua fue del 4,1%. Los inversionistas no quieren venir a Costa Rica, y con sobrada razón.
Quien asuma las riendas del gobierno debe tener en cuenta el tema del crecimiento económico y no relegarlo a un segundo o tercer plano, como está ocurriendo en la actualidad.
El discurso en ambos bandos se ha basado en un fundamentalismo dogmático. De una parte, uno de los aspirantes a la Presidencia de la República presenta una posición fundamentalista en aspectos religiosos, en tanto otro lo hace en los aspectos ideológicos. Como bien dijo un empresario, necesitamos soluciones país, y los partidos políticos contendores en esta segunda ronda deben dejar su intransigencia de lado y comprometerse con soluciones reales que beneficien al país.
Aristóteles decía que en el medio está la virtud. Estar en el medio no debe confundirse con mediocridad sino con el concepto de razonabilidad, se debe buscar un punto medio que satisfaga los intereses de los electores base de los partidos, pero también de la ciudadanía en general, pues el interés público ha de ser tomado en cuenta por los candidatos, al menos que pretendan gobernar para sus copartidarios, en cuyo caso no serían aptos para gobernar en primer lugar.
La estrategia inescrupulosa de la administración Solís Rivera de jugar con los derechos de una minoría deja claro que los ciudadanos debemos ser más cautos todavía y no caer en las tretas de ciertos miembros del gobierno que han utilizado el tema de los derechos de la comunidad LGBTI para polarizar a la sociedad y llevar a que el populismo se exacerbara, para así poder avanzar los intereses egoístas de quienes pretenden continuar en el poder sin importar a quien se lleven en banda.
Si el gobierno realmente hubiese estado preocupado por los derechos de esta comunidad, no se habría esperado hasta casi el final de la gestión para solicitar la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que lo habría hecho desde un inicio, como cuando izó la bandera del movimiento LGTBI en Casa Presidencial.
Sean cuales fueren las razones por las que no fue sino hasta en medio de plena campaña electoral salió el tema del resultado de la opinión consultiva antes mencionada, el gobierno se ha beneficiado enormemente con la distracción que esto implicó con respecto al tema del Cementazo, entre otras aparentes irregularidades que han ocurrido en esta administración y que habrían estado bajo el escrutinio público de no haberse dado la división tan tajante que actualmente estamos experimentando como sociedad, producto de esa opinión consultiva.
Esta separación tan marcada ha llevado a que en las redes sociales se exacerben los ánimos y florezcan los insultos, los cuales, curiosamente, son eso, insultos, nada más, porque muchas veces quienes recurren a la crítica no lo hacen de manera constructiva, ni tan siquiera brindando argumentos, sino que recurren a los ataques personales para ventilar su frustración.
El país necesita inversionistas y un crecimiento en la economía, para poder lograr esto quien sea el presidente de la República debe tener presente que tiene que comportarse a la altura esperada de un mandatario, no como ocurrió en este gobierno, que el actual presidente no transmitió la credibilidad ni el profesionalismo que se habría esperado de alguien con tan importante cargo.
Este error no se puede cometer otra vez, debe transmitírsele a la ciudadanía y a los inversionistas seguridad y profesionalismo a través de todos los poderes de la República, sin embargo, dado que el Ejecutivo es el que nos representa internacionalmente, tanto el presidente como los miembros del gabinete deben comportarse con prestancia para dar una buena imagen, ante el mundo, de nuestro país.
Para lograr esto los partidos políticos y los aspirantes a la Presidencia deberán suscribir un mínimo de condiciones que le permitan a la ciudadanía ver que ambos candidatos han dejado de lado sus posturas fundamentalistas y se comprometerán a un mínimo de acuerdos razonables donde se encuentren incluidos y representados los intereses del electorado como un todo y no solo de quienes votaron por ellos en primera ronda.
Deben tomarse en cuenta los derechos humanos, pero también la eficiencia económica, pues de lo contrario estaríamos encaminados hacia una ruta de populismo y demagogia que no transmitirían una imagen de inclusión de los derechos de todos los ciudadanos, tanto a nivel de libertades civiles como económicas.
De lo anterior se entiende que la propuesta realizada por este empresario es la más sensata, pues obliga a los candidatos a asumir compromisos con la ciudadanía, una ciudadanía resfriada con la política, que irá a votar el Domingo de Resurrección por quien nos gobernará los próximos cuatro años.
¿Estará la gente dispuesta a venirse antes de que terminen las vacaciones de Semana Santa para votar si no siente que sus intereses y preocupaciones estén consideradas y representadas por los aspirantes a la Presidencia de la República y los partidos políticos en contienda?
Si los candidatos no comienzan a tomar en cuenta el interés general y de quienes no votaron por ellos, muchas personas no votarán en segunda ronda y quienes nos veríamos afectados seríamos el país como un todo, por ende, es obligación de los aspirantes a la Presidencia presentar soluciones país, con propuestas que beneficien al país y no que el país sea el que tenga que beneficiar esas propuestas.
