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Opinión

El desinterés de la iglesia por el catolicismo social (3)

Pbro. Miguel Picado Gatjens

Relación Iglesia-Estado

 

En Centroamérica, las relaciones entre ambas entidades abundan en expulsiones de obispos y de sacerdotes, cierres de seminarios, prohibición al funcionamiento de instituciones de vida consagrada, clausura de centros educativos, leyes que promueven la secularización de la sociedad. Dicho sea sin olvidar los asesinatos de dos obispos (Mons. Óscar Romero, El Salvador 1980 y Mons. Juan Gerardi, Guatemala 1998); numerosos presbíteros; monjitas e innumerables laicos comprometidos, hombres y mujeres. En Costa Rica las cosas han sido diferentes, pero permanece el recuerdo de los atropellos de 1884 cuando fue ilícitamente expulsado el insigne obispo Bernardo Thiel, entre otros atropellos. Con semejantes antecedentes, quizás los obispos han preferido no priorizar la formación social del laicado, para evitar líos con las autoridades civiles. Más bien, dependiendo de quien ocupase la silla presidencial, procuraron su cooperación para fines pastorales.

Por su parte, la Nunciatura Apostólica, supuestamente, ha visto en la armonía de las relaciones de la Iglesia con el Estado una de sus principales tareas. Se opuso reiteradamente a la participación de sacerdotes en los desfiles obreros del primero de mayo, para no poner en peligro dichas relaciones y quién sabe si en respuesta a solicitudes expresas.

 

Causas ideológicas

 

La guerra fría (el anticomunismo). En Costa Rica la guerra fría se libró a través de las empresas de difusión masiva: periódicos, radioemisoras, televisoras. El objetivo era demonizar al adversario. Bastaba con asociar una persona o un partido político con el comunismo, aunque de comunista no tuviera nada, para destruirlo. Así perdió su primera candidatura presidencial Daniel Oduber, en 1966. La guerra fría duró varias décadas. Muchas iniciativas en pro de la justicia social fueron tachadas de comunistas. La guerra fría volvió insensible a mucha gente en materia de justicia social. 

Dado el ateísmo propiciado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y los países satélites, se comprende que las autoridades eclesiásticas dieran el visto bueno al esfuerzo propagandístico anticomunista, aunque perjudicara a las organizaciones de los trabajadores

El neoliberalismo se puede definir como el liberalismo de siempre más la globalización. (En Costa Rica el liberalismo consistió en un Estado que intervino sólo para aplicar leyes favorables a los poderosos; brindar servicios básicos como educación primaria; construir y mantener la infraestructura indispensable -carreteras, muelles y ferrocarriles; facilitar la apropiación extranjera de las riquezas nacionales (United Fruit Co., etc.). Lo nuevo, “el neo”, es la globalización: permitir que las empresas transnacionales actúen sin barreras tributarias (zonas francas) ni restricciones ecológicas, con la menor legislación laboral que toleren lo trabajadores, y que puedan adquirir empresas estatales y privadas sin ningún impedimento, aunque el país pierda soberanía. Más mercado y menos Estado. Todo a cambio de empleos que, sin desconocer su importancia, no logran disminuir la tasa de quienes no encuentran ocupación remunerada, pese a los tratados de libre comercio. Muchas veces para los extranjeros se reservan los cargos de alto nivel y para los nacionales los del medio para abajo. Se supone que la riqueza que acumulan los ricos bajará de modo paulatino, “por goteo” hasta los sectores más pobres, lo que nunca ha sucedido. 

Las autoridades eclesiásticas, apoyándose en el magisterio de los papas, realizaron algunas advertencias sobre los peligros del neoliberalismo y la urgencia de una globalización de la solidaridad. Sin embargo, por carecer de contactos con organizaciones de trabajadores, sus palabras pasaron desapercibidas. En un momento decisivo, como el referendo sobre el Tratado de Libre Comercio (2007), jugaron la carta de la neutralidad.

La combinación de la guerra fría con el auge del neoliberalismo, impulsado por un despliegue propagandístico que abarcaba desde las élites académicas hasta los sectores de bajos ingresos, a escala nacional y mundial, consiguió invadir incluso al Partido Liberación Nacional, que abandonó la socialdemocracia. El Partido Unidad Social Cristiana había coqueteado con el liberalismo con anterioridad. Así apareció en la Iglesia el magisterio paralelo. 

El magisterio paralelo. Los sectores retrógrados de la Iglesia acusaron a los de avanzada de propugnar un magisterio paralelo al de los romanos pontífices y los obispos locales. Al mismo tiempo, los presbíteros cercanos a las causas populares habían observado que ciertos profesionales, algunos de ellos economistas, agrupados en movimientos conservadores de origen español, opinaban y opinan por la prensa escrita oponiéndose a cualquier iniciativa social de la jerarquía eclesiástica, con el argumento de que ésta interviene en materias técnicas, sobre las que carece de autoridad. Reducen la vivencia cristiana al ámbito estrecho de lo individual y pretenden anular la ética social sustituyéndola por una “ciencia económica” harto cuestionable.

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Sábado 03 Diciembre, 2016

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