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Opinión

Bonos de vivienda son un dolor de cabeza

Editorial

En Costa Rica tener a una vivienda es un asunto complicadísimo, primero por el alto costo, segundo por los requisitos que piden para los créditos y tercero porque pese a existir recursos del propio Estado es una odisea obtenerlos. 

Un estudio que dio a conocer Fuprovi, una fundación vinculada por años al tema de vivienda, indica que en el año 2015 solo 384 bonos fueron para personas verdaderamente pobres, esto de un total de 10 mil otorgados, es decir solo un 3%. 

Esa cifra muestra la problemática que enfrentan las familias que no tienen un techo digno donde vivir y con ello mejorar su calidad de vida. Son quienes ocupan con urgencia soluciones, pero las instituciones rectoras ni siquiera son capaces de dárselas. 

Es una paradoja que la plata que acumula la hacienda pública para tales fines no llegue ni en sombra a los más necesitados. 

Es en los asentamientos llamados precarios donde hay mayor cantidad de familias pobres, con trabajos en la ilegalidad, con menores que no van a la escuela y peor aún, muchas veces no tienen ni para comer. Ni qué decir de sus condiciones de salud y la inseguridad que reina en estos barrios populares. 

Datos oficiales revelan que cerca de 2.000 familias viven en 413 precarios, mismos que esta administración y las que le antecedieron aseguraron iban a erradicar, pero ha sido, al contrario, nada de los dineros para vivienda están sirviendo para obtener tal fin. Manuel Salinas, del Foro Nacional de Vivienda, destacó que este tipo de sitios va en aumento pues la posibilidad de acceso a vivienda digna se extingue en el tiempo. 

Esta situación es bastante cruel, pues se supone que el Banco Hipotecario de la Vivienda y el Ministerio de la Vivienda surgen con la finalidad de brindar soluciones concretas al problema de la pobreza, pues es sabido que quienes no poseen un techo propio son más propensos a sufrir otras necesidades. 

Plata hay, se sabe, que ambas entidades gozan de robustez financiera, pero que los problemas de planificación y ejecución los carcomen, aunado a un serio problema en las entidades del sistema financiero autorizadas a colocar bonos de vivienda, quienes ven poco atractivo el producto, y claro menos rentable. 

 Hay más de una treintena de entidades con el aval para colocar los bonos, la posible única solución para muchos ciudadanos y es el colmo que la mayoría prefiere ofrecer sus líneas de crédito y propiciar el endeudamiento de quienes a veces no tienen capacidad de pago, que echar mano a los recursos estatales. 

Y aunque suene feo, los bancos y otras entidades financieras no ven en la colocación de bonos de vivienda intereses que engrosen sus cuentas, no jamás, si los expertos aseguran que esa tramitación es compleja, engorrosa y casi desconocida para los empleados bancarios, por eso la marginan. 

Claro, es mejor ofrecer a los interesados en una casita los créditos propios, si por esas gestiones ganan rubros inmensos en cobros administrativos, legales, cuotas, intereses y demás. 

No hay campañas de comunicación e información para los ciudadanos interesados en comprar casas, nunca el Banhvi o el Mivah han gestionado tales acciones, por eso el mundo de los bonos de vivienda es incierto. 

Hay que sumarle al caos que quienes logran descifrar como obtener los beneficios del bono casi que montan una industrial ilegal paralela y es sabido por las autoridades. Los famosos “gavilanes” conforman grupos de vecinos y los convencen de pedir bonos, pero esto ocurre tras pagos indiscriminados que luego terminan convirtiéndose en estafas. 

No es posible que, teniendo esos recursos para paliar el problema de la falta de vivienda digna, estén ociosos. Urge que se revisen esos procedimientos y de nuevo hay que analizar la gestión que realiza el Banvhi, pues es imperdonable que la entidad no cumpla con los postulados para los que fue creada y a los entes autorizados quitarles tal potestad si no dan buenos resultados. 

El trabajo de las instituciones a cargo de la vivienda debe ser más intenso, pues lo que hacen no se ve reflejado en las estadísticas ni en la realidad.

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Viernes 23 Septiembre, 2016

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