Jóvenes alegres visitan a La Negrita

Alternativas

Lo recordé mientras caminaba. Fue hace unos 60 años. ¡Cuán rápido se va la vida! No me acuerdo si llegamos en bus, o si Luis Alberto Truque, mi cuñado, y Chía, mi hermana, que sí tenían carro, pasaron por nosotros para ir al parquecito enfrente de la Parroquia de San Pedro. Para entonces el presidente Kennedy no lo había visitado y aún no llevaba su nombre. De ahí inicié con ellos y con papá mi primera romería, para rendir homenaje de gratitud y buscar la protección de la Virgen de los Ángeles.

Por la única carretera a Cartago íbamos los caminantes compartiéndola con los pocos autos y cazadoras que de tanto en tanto circulaban. Éramos pocos comparados con las multitudes de ahora. Costa Rica apenas andaba acercándose al niño millón.

Ciertamente algunos grupos parroquiales iban rezando rosarios o cantándole a la Virgen. Pero abundaban también los grupos de jóvenes y adultos enfiestados tomando cerveza o guaro, comiendo chicharrones y cantando a pleno galillo. Poco se cuidaba la gente de no esparcir basura.

He tenido la suerte de poder hacer la romería muchas veces. Y las cosas han cambiado mucho, para bien.

Los peregrinos caminan por calles despejadas de vehículos, se cuidan de no regar basura, las cervezas y licores han desaparecido, lo mismo que las canciones profanas.

Lo más admirable y reconfortante para mí es que la gran mayoría de quienes hacen el recorrido son muchachos y muchachas jóvenes.

La mayoría de los grupos que se mezclan en una abigarrada multitud son de pocas personas. Unos papás jóvenes empujan un cochecito que lleva a su niño. Unos jóvenes enamorados van de la mano. Dos o tres parejas de novios o recién casados comparten el evento. Un grupo de muchachas van juntas. Unos jóvenes van adelantando el paso llenos de vitalidad. Una familia reza avemarías.

Al pasar al lado de los templos católicos hay grupos de esas comunidades que cantan, invitan a pasar a visitar al Señor en el Sagrario y reparten agua.

Miles y miles de jóvenes van caminando. Alegres, llenos de energía que reboza de esperanza y fe.

Uno que otro grupo organizado con pancartas.

Claro que también bordean la calle familias que aprovechan la oportunidad -con justificada ilusión- para vender comidas o rentar sus servicios sanitarios.

Este año caminé con dos queridas amigas y un amigo compañeros de muchas luchas políticas. Recordé con mucho cariño a quienes en el pasado me han acompañado, tanto partiendo de Casa Presidencial como recién salido de La Reforma. La compañía de los amigos abrillanta la alegría del recorrido.

No estuvo conmigo este año mi hija que las últimas veces me había acompañado y ahora reside fuera de Costa Rica por el trabajo de su marido. Y claro que ella me hizo mucha falta. Lorena por dificultades en sus tobillos no está para esos trotes.

La llegada a la Basílica siempre impresiona. Ordenadamente fuimos entrando, algunos para acercarse a La Negrita de rodillas, otros lo hacemos de pie, pero todos en un clima de gran respeto y devoción.

¡Qué canto de esperanza en el futuro es ver a todos estos jóvenes hacer la romería, dar gracias y presentar sus peticiones!

Quien quiera recuperar el optimismo en nuestro país, participe en la romería y rinda tributo a Nuestra Patrona.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Lunes 08 Agosto, 2016

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodríguez