Viernes 17, Mayo 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

Terror y mentiras, armas de enajenación masiva

Lic. Junior Jesús Aguirre Gorgona*

En nuestra historia más reciente diversos líderes, caudillos, dictadores y demás detentores del poder cual mesías redentor se hacen llamar, en su retórica es habitual el discurso del terror y las viles patrañas para llevar a cabo sus cometidos. Así pues, Iosef Stalin a finales de los años 20 y principios de los 30 utilizó como eje medular de su ideología, si se podía llamar así, estos dos recursos dentro de su política de Estado y de expansión comunista.

Culpar a un factor externo de las hambrunas de los años 30 ante el fracaso de sus planes quinquenales que acabaron con más de 3 millones de vidas, crear enemigos y una policía criminal era un arte dentro de las filas del Partido Comunista Soviético, y Stalin su mentor. 

En los años 40 el escritor George Orwell, uno de los pocos que se atrevieron a señalar las barbaries cometidas por el “Camarada Stalin”, en sus dos obras sátiras escritas contra el régimen soviético (Rebelión en la Granja y 1984) de colectivización, mentiras y terror; dibuja las líneas de lo que estas aristas pueden causar dentro de una sociedad cegada y enajenada por el discurso de sus líderes políticos.

Fin de la libertad de expresión, extirpación de las diversas garantías individuales y la protección de un Estado que al final se convierte en el detentor del crimen. Fue así como no una sino un largo etcétera de naciones cayeron bajo el influjo comunista de terror y mentiras de un Estado totalitario, donde pensar en contra del Estado era un crimen. Es así como el uso del lenguaje o lo que Orwell llamaba “neo-lengua” se encarga mediante el discurso de mantener a la población enajenada y controlada; hablar y pensar por sí solo representan un crimen, castigado con cárcel, el exilio, la deportación a Siberia y de ser necesario la muerte.

Al igual que Stalin, Hitler fue el maestro de las mentiras y el profeta del terror, su “capacidad” camaleónica para camuflarse en el hábitat salvaje que se encargó de crear no tiene punto de comparación, su mejor invención y la que le generó mayores réditos en una sociedad de por sí harta, golpeada y cansada por los embates de una Gran Guerra, el Tratado de Versalles y una crisis que acabó de humillarlos fue el mito del “judeobolchevique”.

Se encargó pues de vincular en un solo “enemigo” a los dos problemas que él consideraba debían desaparecer, uno porque afectaba la raza, el otro por representar la mayor amenaza política y territorial en su misión de dotar a Alemania de un “Lebensraum” o “espacio vital”. Fue así como el Führer logró ajustar los grilletes, destruir del imaginario colectivo del Estado/Nación y poner en funcionamiento su plan más macabro: la solución final a la cuestión judía.

Pero nuestra historia contemporánea no escapa de los caudillos mesiánicos y redentores que en función de estos dos elementos se encargan de llevar a sus países al despeñadero. Venezuela, después de más de una década de chavismo en el poder, y hoy a la cabeza la marioneta chavista Nicolás Maduro, se ha encargado de poner a este pueblo en el abismo, su plan: mentir y aterrorizar. Cuando Venezuela empezó a entrar en crisis, Maduro no hacía más que culpar al “Imperio de los Yankees” y a los “especuladores de la oposición” y los “oligarcas dueños de empresas transnacionales” que le niegan el alimento al pueblo.

Creaba, al mejor estilo de los soviéticos, enemigos hasta en los clósets del salón presidencial. Cuando este descontento se trasladó a las calles y a la población en general, Maduro envió su fuerza policial a calmar las “conspiraciones en su contra” y los “intentos golpistas que pretendían derrocarlo”. Una vez más las mentiras y el miedo cumplen una función de control sobre una nación y de primer nivel en la retención del poder.

Pero estos dos elementos no solo son utilizados para retener el poder y controlar al pueblo, también funciona, y muy bien como lo hemos visto, para llegar a él. Donald Trump, quien hasta hace poco menos de un año era tomado como un charlatán en su carrera a la candidatura por el Partido Republicano, es hoy uno de los candidatos que más apoyo reciben del electorado, no utiliza el recurso del terror para amedrentar o intimidar a sus dominados sino que traslada a otros elementos que él pretende eliminar.

El terrorismo islámico que pasó a ser una preocupación de primer nivel después del 11 de septiembre, el desempleo y la criminalidad agravado -según él- por los inmigrantes mexicanos, son utilizados en su discurso para mentirle y asustar a una nación entera que está ávida de respuestas. Trump ha sabido llegar en su discurso a las masas populares e insatisfechas con gestiones anteriores. Es sabido también que en Estados Unidos aún quedan vestigios y males muy arraigados de la época confederada y de las revueltas de los años 60, por eso el discurso del racismo en su retórica ha sido abrazado.

Pero las encuestas demuestran que Trump no solo ha ganado votos con las masas menos preparadas y desfavorecidas, ha ganado dentro de los círculos conservadores, liberales y cultos del Partido Republicano, el que era tomado como un cuasipayaso, ahora es el enemigo a vencer, y la mayor preocupación de Hillary Clinton y un sector de la comunidad internacional, ya que por sus discursos y acciones como pedirles a sus seguidores que extendieran su mano derecha al mejor estilo del fascismo y nazismo demuestran que los que lo comparan con Hitler no se alejan mucho de la realidad.

 

*Profesor de Estudios Sociales 

y Educación Cívica

PERIODISTA:

EMAIL:

Miércoles 25 Mayo, 2016

HORA: 12:00 AM

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA