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Opinión

Demagogia democrática

Luis Mata Guillé*

Si la democracia es una modalidad de gobierno y organización donde las máximas autoridades son electas por un tiempo determinado mediante la participación ciudadana, entonces Costa Rica es una república democrática y, por tanto, dialogar, convencer y negociar, deben ser las herramientas indispensables del demócrata.

Un sistema político basado en la representación tendrá, necesariamente, una Asamblea Legislativa heterogénea. Lo plural es condición de la democracia, es el mecanismo de defensa que usa el colectivo para protegerse de los arrestos totalitarios, ya que la repartición del poder significa representación de la diversidad. 

Es válido analizar si la atomización partidaria como defensa comunitaria a ciertos sueños monárquicos y recurrentes es lo que molesta a algunos personajes de la política nacional, quienes piensan que la historia nace y se hace a partir de sí mismos.

¿Es ese multipartidismo la puesta en ejecución de los pesos y contrapesos que exigen la República y el sistema democrático? El Primer Poder de la República es la Asamblea Legislativa y es en él en donde la discusión política y la diversidad son necesarias para canalizar las inquietudes y aspiraciones de la comunidad, con absoluto respeto a las minorías.

Quien abomina de la pluralidad representada en el poder legislativo, lo hace también de la pluralidad del colectivo, pues evidencia que no es capaz del diálogo y la negociación que conlleva la diversidad, y que, aun cuando sea elegido por las urnas, no es un demócrata. Aunque lo aparente hablando como tal y obvia por conveniencia que la Asamblea Legislativa no es una fábrica de leyes, sino un foro de la discusión política con la obligación de ejercer el control político y limitar a los émulos de César. 

La demagogia es la perversión de la democracia y en Costa Rica se ha venido practicando sistemáticamente, a la vez que las palabras se van vaciando de significado para sustituirlas con otras que justifiquen la incompetencia, la ineptitud y la ineficacia en la gobernanza y para disfrazar el totalitarismo de democracia. 

A la inutilidad se la llama ahora “ingobernabilidad” y al totalitarismo “dictadura en democracia”. Se sustituyó “negociación” por “consenso”, pues si bien es cierto ambas palabras implican diálogo, en la negociación se cede o gana para llegar a un acuerdo, mientras que el consenso implica, por su propia lógica de “todos de acuerdo en todo”, es decir, la exclusión de la diversidad y la imposición del pensamiento único. 

El voto es una delegación de poder, con límites establecidos por el contrato social resumido en la Constitución. Creer que el solo ejercicio del sufragio es sinónimo de democracia es una grave equivocación, como lo es creer que el ser electo por los ciudadanos concede una patente de corso para hacer lo que venga en gana. No deben hacernos caer en el engaño las discusiones panfletarias que pretenden ser ideológicas y que con su ruido ocultan las carencias de su fundamento y confunden la arbitrariedad con liderazgo. 

Engaño. Quien exige mayoría absoluta en el Congreso revela su talante totalitario, su incapacidad para el ejercicio de la gobernanza, su irrespeto a la voluntad del ciudadano y el derecho que tiene a pensar distinto. Así, corrompe al sistema democrático porque pretende convertirlo en totalitarismo puro. La falta de capacidad para construir propuestas propias hace que añore y defienda ideas caducas de un mundo que ya no existe.  

Es entendible que haya quienes extrañan los tiempos del bipartidismo, pues en nuestro país consistió en una misma forma de pensar reflejada en dos banderas, con una visión codiciosa, avara y egoísta al servicio de la economía y no de la persona. En ese añorado bipartidismo la componenda, la tranza y la prostitución política, se pueden practicar impunemente al cambiar las siglas, pero no las intenciones, objetivos y fines. 

Sorprende que quienes hablan de cambiar el sistema presidencial a uno parlamentario, incluso, hablando de un “parlamentarismo a la tica”, intenten engañar a la ciudadanía derivando de las elecciones municipales una vuelta a los viejos partidos del PLN y el PUSC, PLUSC para abreviar, como si en las municipalidades se hubiese votado por los viejos partidos y no por las personas. ¿Un parlamentarismo de dos agrupaciones distintas y un mismo pensamiento? 

La contradicción de los falsos demócratas es notoria: mientras dan declaraciones en contra de dictaduras y partidos únicos en otros países, en el propio critican la cantidad de agrupaciones políticas representadas en la Asamblea Legislativa; para afuera, exigen la diversidad y el respeto de criterios; para adentro, exigen que se les permita ejercer el totalitarismo, la  “dictadura en democracia” que no se estorbe al “progreso” que vendrá con Mercedes Benz y BMWs para todos, para que podamos transitar por la ruta al sol, cuyo destino es la tierra prometida de la Costa Rica desarrollada del “año 2000”, aunque al final nos lleve directo a la caldera, luego de pasar 27 infiernos distintos y ya transitemos por el año 2016. 

 

*Comunicador

 

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Martes 03 Mayo, 2016

HORA: 12:00 AM

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