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Opinión

Carta abierta de un empleado público: “Por favor, no me traten justamente”

Karol Pérez Guzmán*

Soy parte del sector público, parte de la clase obrera de este país, satanizado por los medios y la sociedad a causa de mi larga lista de privilegios laborales.

Necesito que les quede claro que de satán no tengo nada. Trabajo todos los días por el país. Claro, es cierto que en este sector tenemos algunas ventajas que no están estipuladas como derechos en el Código de Trabajo, pero ¿eso qué tiene de malo? Beneficiar a la clase obrera nunca ha sido algo malo en ningún lugar del mundo, solo en este país de gente envidiosa. 

Es cierto de que nos llamamos la “clase obrera”, y que no contamos a los miles de empleados privados que no disfrutan de los mismos privilegios que nosotros pero de que somos obreros, somos obreros.

Aquí lo importante es dejar claro que hemos luchado por años para obtener esos favores del sistema. Bueno, es cierto que los empleados públicos tenemos cesantías de hasta 20 años, cuando el Código de Trabajo establece un máximo de ocho años en el sector privado. Pero, ¿qué son 12 añitos de más?

También es verdad que el año anterior la Comisión Central Evaluadora de Incapacidades de la CCSS evidenció que los empleados públicos nos incapacitamos cinco veces más que los trabajadores de las empresas privadas. Pero cómo no, si a diferencia de los privados que reciben solo el 60% del salario cuando están incapacitados, a nosotros nos pagan el 100% del salario. La salud es intocable.

Fíjese usted que para ingresar a trabajar en la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) los hijos de los trabajadores que fallecen o se pensionan tienen prioridad sobre cualquier otra persona. Es entendible, la familia es la familia.  Efectivamente los empleados de Recope a pesar de que reciben el salario escolar, también la empresa gasta casi 6 millones de colones cada año para comprar los útiles de sus hijos. Los niños son nuestros tesoros más grandes, el Estado tiene que entender.  También es cierto que en el Banco Popular la jornada semanal es de solo 42 horas y 30 minutos, y además que la empresa paga a sus empleados una hora y 18 minutos de más por día, para cubrir la jornada del sábado. Sí, entendió bien, se les paga por un día que no se trabaja. Pero bueno, si no van el sábado ahorran luz y también hay menos presas en las calles. No todo es malo.

Lo sé, lo sé, se incluye también que los empleados en Japdeva ganan hasta cuatro veces más de lo que deberían, gracias a los privilegios de las convenciones colectivas. Pero al menos no son egoístas y comparten ese privilegio con otros empleados del Estado. Según el Gobierno este año se presupuestaron ¢5,8 billones en salarios para empleados, y de ese monto más de la mitad se gasta en incentivos salariales, un 52%. Ven, no solo es en Japdeva, igualdad ante todo.

Pero ya basta de la crítica, en lugar de estar señalando lo que nos dan a los empleados públicos deberían tener la lupa puesta en lo que nos quieren quitar. Ahora la moda es querer tratarnos como lo indica el Código de Trabajo, como el resto de mortales del sector privado. Sí, yo sé que eso sería tratarnos de la forma más justa, pero es que esa nueva Ley de Empleo Público que nos quieren meter se pasa de justa. Nos quieren convertir en empleados normales de esos que no ganan anualidades. Esa nueva Ley dice que le pondrán un techo a las anualidades, para que no se pasen de un 2,54% sobre el salario base.  Ese es un recorte muy alto, porque algunos colegas ganan anualidades de entre 5% y 10% del salario. Además, lo más inadmisible es que las anualidades solo podrán ganarlas los empleados calificados como “muy bueno”. ¿Se imaginan? Nos están obligando a hacer muy bien nuestro trabajo para merecernos el incentivo anual. ¡Completamente inadmisible!

 Nos quieren bajar el tope de cesantía de 20 años a 8 años como lo dice el Código de Trabajo. Además quieren ponerle límites a las remuneraciones totales en la función pública; quieren que se le pague dedicación exclusiva únicamente a los empleados que de verdad lo requieran y no a todos por parejo; quieren limitar el pago de horas extras solo para los empleados y momentos necesarios y no de forma antojadiza. ¡Luego cómo quieren que no salga uno a hacer huelga! Sí, yo sé que la huelga anterior dejó pérdidas al país por 2800 millones de colones, pero hay que considerar que si nos quitan los privilegios nosotros también perdemos plata. ¡Una por otra! Y no nos salgan con eso de que deberíamos tener los mismos derechos de los empleados privados, porque eso nos quitaría una distinción única en Latinoamérica, ya que según el Banco Mundial, Costa Rica es el único país donde los empleados públicos ganan más que los privados.

 Dejen de decirnos eso de que lo más justo para todos es quitarnos los privilegios abusivos. Si es así le agradezco que mejor no me trate justamente. Y si lo que nos tiene es envidia, entonces pásese a este lado de la acera y deje de sufrir.

 Atentamente:  Un empleado público, fiel servidor de la patria.

 

*Comunicadora

 

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Martes 03 Mayo, 2016

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