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Opinión

Imposiciones estratégicas y estancamiento

Allan Astorga G.*

Desde hace varios años, venimos insistiendo en la gran importancia que tiene para nuestro país el que se cambie la forma de tomar las decisiones estratégicas vinculadas al desarrollo nacional. Hemos dicho también que no hay que inventar el “agua tibia” y que el instrumento para hacerlo existe y está en uso desde hace más de 35 años en muchos países del mundo. Se trata de la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), que también puede ser designada como la Planificación Estratégica del desarrollo del país, con la debida consideración de la dimensión ambiental. 

Administración tras administración se hacen “oídos sordos” a nuestro planteamiento. Se escuchan toda clase de argumentos para postergar la implementación de un acto muy simple, cual es que el Poder Ejecutivo promulgue un decreto que reglamente la EAE para las diversas políticas, planes y programas de desarrollo que se promuevan en el país, incluso aquellos que ya están elaborados, pero que requieren de una actualización.

Cuando tratamos de buscar una respuesta al porqué tanto desinterés para dar un impulso al país y encaminarlo hacia mayores niveles de sustentabilidad ambiental, la respuesta más lógica que sobresale tiene que ver con una simple causa: el temor a la aplicación de los tres principios fundamentales de la EAE, que son: Participación, Comunicación y Transparencia. Algo que, si se aplicara de raíz y de buena forma, obligaría a cambiar de forma radical la manera en que las autoridades de turno toman las decisiones estratégicas en nuestro país, como decretar “de conveniencia nacional” proyectos de conveniencia cuestionable.

No son pocos los que opinan y creen que si la ciudadanía elige a unos políticos como sus autoridades, quienes a su vez nombran en puestos de poder a una significativa cantidad de personas, estas autoridades deben y pueden tomar las decisiones que sean, como si el resto de la sociedad ya no tuviera que opinar e incidir sobre el tema. Este 24 de abril celebramos “las jornadas de ALCOA” de 1970 que evidenciaron hasta donde podía llegar el entreguismo de nuestras “autoridades”. 

Esa forma de gobernar, que caracterizó el siglo XIX y parte del siglo XX, ahora ya adentrado el siglo XXI resulta bastante obsoleta y, en gran proporción, es lo que tiene al país en una muy seria y grave situación de estancamiento.

Estancamiento que no se debe a que el país es “ingobernable”, o a que “el Presidente casi no manda nada”, sino más bien a que, en claro olvido del artículo 11 constitucional, se imponen decisiones estratégicas a la sociedad y, luego, cuando hay oposición y resistencia, se hace la reclamación de que “así no se puede” o de que “no es lo mismo verla venir que bailar con ella”.

Ejemplos. Son muchos los ejemplos que podemos citar, y en muy diversos campos, que comprueban el grave estado de atamiento institucional en que se encuentra nuestro país.   Solo por mencionar algunos, podemos citar los siguientes:

a.La desafortunada decisión sobre el proyecto minero ubicado en la localidad de Las Crucitas.

b. El Plan de Ordenamiento Territorial de la GAM con casi 10 años de atraso.

c.  El Plan del Tren Eléctrico Metropolitano (TREM) con casi 10 años de atraso.

d. La “frustrada” refinería china en Moín que hizo gastar al país muchos millones de dólares.

e.La misma Trocha fronteriza que no fue correctamente planificada y ha terminado estancándose, quedando pendiente el punto de saber si no estamos ante el mayor saqueo del erario público costarricense.

f.El Plan Nacional de Energía y el debate referente al PH Diquís, la explotación geotérmica y fuentes alternativas de energía.

g.El hecho de que casi 80 planes reguladores de 56 diferentes cantones del país se encuentren en un “limbo” tramitológico desde el año 2009.

h. El gran atraso en la modernización de instrumentos de regulación de actividades clave como la construcción.

i. El frustrado cambio en el objetivo de Carbono Neutralidad para el 2021.

j.El severo deterioro que afecta y carcome nuestras áreas silvestres protegidas, a pesar de que son la principal fuente de ingreso del país, por visitación turística.

k.La devastación que han sufrido nuestros mares, por la sobrepesca y el “regalo” de nuestra riqueza marina a flotas extranjeras, sin contar los daños producidos por la pesca del tiburón y la insistencia por la pesca del camarón por redes de arrastre.

l.La seria afectación en las fuentes de recursos hídricos, las áreas de recarga y los bosques debido a la falta de planificación urbana y la ausencia de efectivos mecanismos de control de actividades contaminantes, como la piña, entre algunos otros.

La lista se puede ampliar más en otros campos que no tengan un eje ambiental, pero los indicados son solo algunos “botones de muestra” de lo mal que estamos desde hace años. Algo que no tiene visos de solución a corto plazo, mientras nuestras autoridades de turno sigan pensando que “solo ellos” son los que tienen que plantear las “soluciones”.

Soluciones que cuando se “elaboran” terminan siendo distorsionadas, poco participativas o inconsultas y poco transparentes e informadas, en la medida de que no terminan siendo la solución integral que necesita el país, sino más bien una solución parcializada que beneficia un sector privilegiado (de uno u otro extremo). Algo que el resto de la sociedad, por lo general, descubre cuando la “decisión” ha sido tomada. 

Así, la línea de imponer las decisiones estratégicas por parte de las autoridades se ha convertido en una pésima costumbre y tradición que, lejos de llevarnos por un camino de progreso, nos estanca en una inacción y, con ello, nos hace retroceder significativamente en nuestro camino hacia un desarrollo verdaderamente sustentable.

El tiempo avanza inexorablemente y las oportunidades de enmendar y corregir se pierden una tras otra, por la obcecada inacción de nuestras autoridades de turno que, lejos de abrir espacios amplios de diálogo y verdadera negociación con todos los sectores, más bien cierran espacios y limitan cada vez más su cerrado círculo de decisión.

Esperamos que con el vencimiento del segundo año de la actual administración se recapacite sobre la enorme responsabilidad que significa la actual situación de estancamiento y se cambie de actitud de manera significativa.  Hay mucho que se puede hacer en la segunda mitad restante y solo se requiere de voluntad política de quienes pregonaron durante la última campaña electoral ser el “gobierno del cambio”.

 

*Profesor UCR.

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Martes 03 Mayo, 2016

HORA: 12:00 AM

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