Los campeones también necesitan trabajar
Editorial
Las banderas de Costa Rica ondeaban en el aeropuerto. Las familias con pancartas esperaban la llegada de sus campeones. Alguien se trajo unos tambores y otros aparecieron con cornetas. La ansiedad por verlos salir de la terminal aérea aumentaba conforme pasaban los minutos. Muchos turistas se mostraban sorprendidos cuando se topaban con aquella escena.
De pronto, alguien gritó que los atletas venían saliendo y todo se convirtió en una locura. Tambores, pitos ¡Viva Costa Rica! El sueño de Los Ángeles se materializaba a la salida del Juan Santamaría. Las medallas colgando de sus cuellos eran la prueba de que la meta se había conseguido.
Costa Rica logró 207 medallas, todas estas cargadas de un sentimiento único para cada una de las familias.
El país se estremece con las historias y las lágrimas brotan. Se cierra el ciclo, los jóvenes regresan a su casas y el sueño con otras justas vuelve a comenzar.
En el país existen más de 400 mil personas con diferentes discapacidades y aunque es en tema deportivo donde el país ha logrado consolidar todo un proyecto, ¿qué hacemos para llevar esa inclusión a otras actividades?
Según la Real Academia Española inclusión es la “acción y efecto de incluir”. Entonces, ¿estamos logrando como país incorporar en todas las actividades a las personas discapacitadas?
La respuesta en muchos campos es que no. En el tema laboral hay grandes retos. Todavía muchas empresas no logran llevar a la práctica el tema y muchos se quedan en las buenas intenciones, de ahí, no pasan.
Las cifras, hasta el año pasado, indicaban que un 65% de las personas con discapacidad estaba desempleado. Incluso se anunció un esfuerzo del Gobierno para generar alianzas con el sector privado y buscar fuentes de empleo. De lo sucedido no sabemos qué ha pasado.
Es aquí cuando también tenemos que conmovernos, cuando debemos ver a estas personas como campeonas capaces de alcanzar y ejercer cualquier trabajo.
Las empresas que logran incluir en sus planillas a discapacitados sin duda están dando un ejemplo a las demás compañías, pero también están enseñando a sus empleados políticas de inclusión.
¿Cuántos trabajadores logran ver con una mirada diferente a las personas discapacitadas ejecutando, de la misma forma, el trabajo que ellos hacen? Sin duda alguna son muchos, pero todavía falta hacer más conciencia.
La persona discapacitada no solo debe luchar con sus labores diarias sino también con el recelo de muchos que la juzgan.
Se convierten en el blanco de las críticas cuando se les encomienda alguna labor y esto implica que otro compañero debe ayudar.
La visión de este tipo de personas es muy corta. Su apertura es reducida y dice mucho del tipo de individuos que son.
Así como el país logra volcar sus sentimientos hacia deportistas que con gran esfuerzo compiten para dejar en alto a Costa Rica, debemos volcarnos también en lograr una inclusión total de estos seres en la sociedad.
Muchos de estos padres se preguntan qué pasará con sus hijos cuando ellos falten. Cómo se van a defender, quién los va a ayudar.
Y es ahí cuando no están las banderas, no están los tambores, los pitos, ni las medallas.
Es cuando la realidad cruda nos enfrenta y es cuando debemos ponernos una mano en el corazón y que las empresas se conviertan en las verdaderas campeonas y abran sus puertas a la inclusión.
