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Opinión

Editorial

Hay que conectar la lengua al cerebro

Dar un comentario con la cabeza caliente por una discusión, un problema personal, un encontronazo con el jefe o al calor de un partido como le pasó al hoy exvolante de la Liga Juan Gabriel Guzmán, le puede acarrear serios problemas con consecuencias irreparables.


El futbolista se quedó sin trabajo porque después del clásico se le ocurrió hablar de más en el chat de un grupito de “amigos”. Lo que menos se imaginó es que uno de ellos le metería “el puñal por la espalda” por un poco de protagonismo, o por pasarse de listo.


Muy cierta es aquella frase que pasan repitiendo los abuelitos: “Hay que conectar la lengua al cerebro” cuando se habla, más si los comentarios van dirigidos a compañeros, jefes o familiares.


La acción del futbolista es fiel reflejo de lo que se vive a diario en la sociedad costarricense. Las razones por las que Guzmán se expresó con palabras fuertes y vulgares de sus compañeros y técnico no están claras, ni tampoco con el fin que las dijo, porque él no se ha referido al asunto, pero se puede interpretar que fue atacado por la envidia de verse en el banco de suplentes, con la poca oportunidad que le viene dando el entrenador Óscar Ramírez, y que se conjugó con la derrota ante el Sapri.


Por estos días es común escuchar personas alegando porque el jefe no les da un trato igualitario o simplemente ven fantasmas en todos lados y asumen que no son importantes para sus patronos. Se da hasta en el seno familiar, que un hijo considera que sus padres quieren y chinean más a su hermano, o con otros miembros de la familia, parientes que se tienen envidia, hijos que señalan a sus papás, etc.


Pero eso no justifica a alguien para que se exprese mal de las personas que tiene a la par y con las que se rodea todos los días, por más razón que tenga y que lo que exprese sea totalmente cierto.


Es aquí donde hay que recordar la trillada frase: “Hay que conectar la lengua con el cerebro”. Es el mejor remedio para no meterse en problemas, contar hasta días o guardarse las cosas que uno ve, a no ser que se trata de algo que se tenga que denunciar.


El otro punto a raíz de la metida de patas de Guzmán es que en esta vida hay que ser desconfiado y sospechar hasta de su mejor amigo. Al jugador lo “vendieron” en un chat por la aplicación WhatsApp que tiene con un grupo de conocidos, porque difícilmente ahora vea a muchos de ellos como amigos.


Se empezaron a mandar mensajes de voz y un “vivillo” vio la oportunidad de sacar partida y lo pasó a manos equivocadas. Horas después el volcán hizo erupción dejando como saldo el despido de un trabajador, que fue cesado sin responsabilidad patronal y tendrá que esperar algunos meses para encontrar equipo y ver cómo se las ingenia para sostener a su familia hasta entonces.


Y otra de las enseñanzas es que hay que estar pilas con las redes sociales en general porque en cualquier momento lo meten en un lío si no son bien manejadas.


Lo que se ponga ahí sirve de prueba en cualquier demanda y puede originar graves consecuencias.

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Miércoles 25 Febrero, 2015

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