Cosas Veredes
En este pequeño tributo a Robin Williams que se me ha pedido, corresponde hoy referirnos a su depresión, esa terrible enfermedad que lo condujo a su muerte.
Es una afección psicológica, física y emocional que es de las más incomprendidas. La primera idea errónea sobre la depresión es convertirla en sinónimo de “tristeza”. Por eso es que resulta tan difícil a casi todos nosotros aceptar la noticia de que alguien que repartía tanta alegría en torno suyo estuviera sumido en un estado depresivo.
Es cierto que es muy común la asociación entre la depresión y la tristeza. Pero no siempre una persona triste está en medio de un cuadro depresivo, ni viceversa.
Por ejemplo, cuando alguien pierde a un ser querido, sufre un proceso de duelo natural. Si no es una persona propensa a la depresión, si bien pasará por inevitables periodos de dolor y tristeza por la pérdida, pasará por el proceso de duelo hasta llegar a poder continuar su vida, muy probablemente con algún rescoldo de pena pues al fin y al cabo a esa persona se le quería, pero sin que por ello deje de disfrutar de su vida.
En cambio, el que esté en medio de una patología depresiva tendrá serias dificultades para salir de su duelo, y más bien tenderá a acentuar los efectos dolorosos de la pérdida, algo así como una especie de recompensa al revés, por la cual retroalimenta su depresión.
En resumidas cuentas, se puede decir que eso que llamamos depresión es un estado en el cual no hay lugar para el entusiasmo. Nada es capaz de despertar en la persona ilusión, esperanza, cualquier ingrediente que le de color a la existencia. Muy por el contrario, es bastante probable que constantemente se encuentren razones, sean ciertas o no (aunque para la persona en depresión siempre serán muy determinantes y válidas) para la desilusión, la desesperanza, para la desidia, es decir, todo lo contrario al positivismo emocional.
Es un estado alterado de conciencia según el cual la persona en depresión lo mira todo con un prisma gris, que deforma la realidad hasta convertirla, en casos extremos, en un infierno en la vida… aunque para el resto de las personas el deprimido tiene todas las razones para sentirse afortunado.
Una persona que siente que todo a su alrededor está maldito no tiene realmente posibilidades de comprender cuán bendecido ha sido.
Duro, ¿verdad?
