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Opinión

¡Basta ya!

Los políticos nos mienten una y otra vez: promesas incumplidas, programas de gobierno olvidados o sin sustento, y mucho más. Los impuestos se usan para pagar despilfarros y “chorizos” sin fin. El partido de un eterno candidato nos cobra ¢210 millones por capacitaciones ficticias. Vemos continuos aumentos en el costo de la luz, el agua y la gasolina; largas filas para obtener citas médicas con años de por medio, carreteras colapsadas y delincuencia hasta en los autobuses. Diputados puestos a dedo por los partidos y a quienes casi nadie conoce, se autorrecetan los sueldos y vacaciones que se les antoje. Después de tantas mentiras y estafas, ¿cómo puede sorprender que uno se niegue a votar por algún político dentro de unos días?

 

Además, ningún político “elegido” representa a quienes votaron contra él, ni a quienes votaron en blanco o anularon su voto, ni a quienes se abstuvieron de votar. Y, como veremos, la suma de todas estas personas ha sido la verdadera mayoría durante muchos años en Costa Rica: quienes no votaron por el “ganador”. Pero esto no impide que ese político que no representa a ninguna mayoría diga estar “legitimado” y presuma de hablar en nombre de todo el pueblo.

 

Ellos tampoco son “representantes” de nadie. ¿Puede uno despedir al político que no le brinda un servicio satisfactorio? ¿Puede uno dejar de pagar su jugoso sueldo y sus privilegios? La verdad es que tal “representación” es una farsa.

 

Además, si solo votan “cuatro gatos” y el resto de la población no lo hace, aun así alguien es “elegido” y dice estar legitimado. Y, para colmo, vea cómo dicen que no debemos quejarnos del sistema. Si uno vota por alguien que resulta ser malo, dicen “no se queje, usted votó por él”. Si votó por otro, dicen “no se queje, al participar en la votación, aceptó que otro pudiera ser elegido”. Y si no votó, dicen “no se queje, pudo protestar con su voto y no lo hizo”. Según su absurda “lógica”, nadie debe quejarse sin importar cómo actúe: ¡si vota por un político, si vota contra él o si no vota! Cuando ellos dicen “si usted no vota, no tiene derecho a quejarse”, es todo lo contrario. Quien no vota rechaza este torcido sistema y tiene derecho a quejarse.

 

Pero no es cuestión de echar a los políticos malos y elegir otros “honestos”, como dicen algunos. Una y otra vez estos votan por el “menos malo” o por alguien “firme y honesta” y ¡todo sigue igual de mal! Bien dijo quien definió la locura como “hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

 

Lo que nos quieren ocultar es que la mayoría no es la que elige, que es falso que en la democracia se le da igual valor a la voluntad electoral de las personas. En las 15 elecciones presidenciales de 1953 a 2010, nadie fue “elegido” presidente con el voto de la mayoría del electorado (la mitad más uno). En esos 57 años, en promedio, al “ganador” solo lo apoyó 36% del electorado; o sea, 64% no votó por él.

 

Y en las últimas cuatro elecciones a partir de 1998, 69% del electorado no apoyó al “elegido”. Si el 69% de la población no apoya al “ganador”, ¿cuál “mayoría” es la que elige? En cada una de estas elecciones el verdadero ganador fue “Ninguno”, apoyado por quienes no votaron, votaron en blanco o anularon su voto, que sumaron 911.158 personas en 2010. Pero si usted no vota, vota en blanco o anula su voto, su decisión no vale nada para el Tribunal Supremo de Elecciones, que dice que usted no cuenta porque no emite un “voto válido”.

 

Como vemos, la mayoría no cuenta para nada. ¿Por qué la decisión de la mayoría no cuenta, pero la de la minoría que vota por el “ganador” sí?

 

Si la mayoría del electorado no vota por ningún candidato, lo realmente democrático sería ir a una siguiente ronda que excluya a los candidatos que fracasaron en obtener el voto mayoritario en la ronda previa.

 

Si no, unas personas valen más que otras aun si son solo una reducida minoría; y la democracia es un cuento para imponer gobernantes y diputados que no tienen el apoyo del pueblo.

 

Bien preguntaba Thoreau: ¿para qué tiene uno una conciencia si renuncia a ella y se la cede a un político? Mi conciencia me dicta que no debo legitimar el injusto sistema actual, que además atropella mis derechos y me empobrece. Si se legitima el sistema, habrá más despilfarro, corrupción y pobreza.

 

Por eso no votaré el 2 de febrero, para dejar claro que es inaceptable seguir así, que ¡Basta ya!

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Lunes 13 Enero, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Raúl Costales Domínguez

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