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Opinión

Editorial

Conocido en Sudáfrica como Madiba, siendo este un título honorífico otorgado por los ancianos del clan, Nelson Rolihlahla Mandela murió a los 95 años de edad, tras varios meses de complicaciones médicas.


El mundo entero está de luto y no es para menos, el expresidente y revolucionario será siempre reconocido como uno de los líderes más emblemáticos del siglo XX.


Pasó 27 años tras las rejas luego de encabezar una lucha incansable en contra de la discriminación y por la reivindicación de la población negra en el continente africano, en especial en la tierra que lo vio nacer.


Su cautiverio no lo calló ni cegó, por el contrario, le permitió alimentar su espíritu y su mente, pues pese a la sentencia de cadena perpetua, la esperanza de verse en libertad lo alimentó entre cuatro paredes y le dio fuerzas para continuar con un reto que muchos dieron por perdido.


En 1994 se convirtió en el primer presidente negro de esa nación. Las críticas no se hicieron esperar, sin embargo un pueblo deseoso de dignidad lo eligió para dar continuidad a la batalla que tantos años atrás emprendió, siendo apenas un joven estudiante.


El héroe de la democracia sudafricana encaró con valentía y determinación el sistema segregacionista del apartheid, gracias a su entereza hoy el color de piel no representa peligro ni abuso.


Abogado y político, premio Nobel de la Paz, ovacionado en el orbe por su pensamiento crítico, defensor férreo de los derechos humanos, descansa en paz.


Apasionado de la música clásica, amante de la escritura y autor de más de 100 frases célebres que circulan en libros y el ciberespacio, será recordado por poner un alto a la segregación racial.


Donde estuviera Madiba, los niños lo rodeaban. Su amor lo distinguió en medio de su poder.


Su entrega total a la causa por reivindicar al hombre negro sudafricano lo acercó a la gente de las clases sociales más desposeídas y lo convenció de enfrentar a un mundo que sigue siendo odioso, envidioso, desigual y ante todo egoísta.


Si bien en el 2004 se alejó de la vida pública por completo, Mandela sabía que desde su sillón más cómodo la lucha continuaba en temas tan relevantes como los religiosos, económicos, sociales, raciales y sexuales.


La discriminación y la intolerancia siguen creciendo a pasos agigantados, nublando la razón de líderes, agrediendo a poblaciones enteras y acrecentando la sed de poder de ciertos hombres que se creen invencibles e inmortales.


Fue el prisionero número 466/64 quien le demostró al mundo que ni los golpes, ni las balas, ni el encierro podrán contra un sueño. Madiba llegó para quedarse en la historia y su recuerdo estará vivo.


La humanidad jamás podrá obviar un episodio tan determinante, que se escribió con sacrificio, sangre y lágrimas.


"Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo".

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Sábado 07 Diciembre, 2013

HORA: 12:00 AM

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