La Ley a su alcance

La dinámica vida de Marcus Garvey está ligada al Titanic. Fue un líder de raza negra, quien se empeñó en demostrar al mundo algo evidente: que las personas debemos ser tratadas como iguales, porque en nuestras diferencias en conceptos y habilidades, se encuentra nuestra igualdad de seres humanos. Recordemos que la empresa naviera que botó el Titanic en Inglaterra se llamaba la White Star Line. Como respuesta a la discriminación en contra de los negros, que inexplicablemente aún se mantiene, Garvey fundó una línea naval interoceánica, a la que lógicamente llamó la Black Star Line. Un permanente recuerdo es el local comunal que él inauguró en Limón, como la Naviera Estrella Negra, el Black Star Line.

En materia de preferencia sexual, sobre lo que todo y nada se ha escrito, permanece la figura del británico Oscar Wilde, cuya grandiosidad fue su pluma, y su pecado el ser homosexual en una época en que era delito, por inmoral. Afortunadamente, más que su inclinación sexual, se solidifica su fama como escritor serio, multifacético, y su genialidad de improvisar frases que muchos repiten por sabias, aún ignorando su autoría. Recordemos sus apreciaciones, en que afirmó que no le importaba si hablaban mal o bien de él, pues lo importante era que de él hablaran. O su irónico principio, que la única manera de vencer una tentación era sucumbiendo a ella. Su exposición de genio literario le acarreó el examen de su vida privada, con un tal joven duque Lancaster, lo que lo llevó condenado a una mazmorra inglesa, donde fue humillado, vilipendiado por la prensa amiga, y más por la enemiga, porque su gusto de género era diferente.

Por su lado, Marcus Garvey pudo sacar adelante una empresa que superó la del Titanic, y fue conducir el mensaje de humanidad para los negros. Su trajinar lo llevó por todo el mundo, y algo de su ADN permanece en Limón.

Después de un siglo de la muerte de ambos, hoy deberían dar su testimonio nuevamente.

Al homosexual le hacemos la vida difícil, muchas veces para desviar la atención de nuestra propia debilidad y cobardía. Abundan los chistes que los estigmatizan, porque es fácil reírse del que es minoría.

En los estadios de fútbol, esas catedrales del disfrute, los convertimos en salas de tortura, cuando a un jugador se le grita negro, indio, cornudo o peor, para sacar la ira que otros nos causaron, y que solo podemos encarar en el anonimato de una masa cómplice.

Pocos ofenden solitos y dando la cara. Como las leyes son sabias, o eso pretenden, podemos encontrar respuesta a esas aberraciones humanas:

El Código Penal tiene tres delitos bien tipificados para sancionar las lesiones al honor: la injuria, la calumnia y la difamación. Pero el asunto trasciende, porque también sigue vigente y con escasa aplicación el artículo 373 del Código Penal, que dice:

Delitos contra los Derechos Humanos

Discriminación racial

Artículo 373.- Será sancionado con veinte a sesenta días multa, la persona, el gerente o director de una institución oficial o privada, administrador de un establecimiento industrial o comercial, que aplicare cualquier medida discriminatoria perjudicial, fundada en consideraciones raciales, de sexo, edad, religión, estado civil, opinión política, origen social o situación económica.

Al reincidente, el juez podrá además imponer, como pena accesoria, la suspensión de cargos u oficios públicos por un tiempo no menor de quince ni mayor de sesenta días”.

Que nadie se engañe: las penas por delitos contra el honor y los derechos humanos, son relativamente bajas.

Pero las entidades, clubes, empresas y hasta organizaciones deportivas nacionales, son patrimonialmente responsables, de las lesiones que al honor y a la integridad moral y humana se produzcan en los lugares que actúen o administren.

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Martes 29 Octubre, 2013

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Lic Gerardo Morales