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Opinión

Ellos lo dieron todo por nosotros

Editorial

Cada 1 de octubre se conmemora el Día del Adulto Mayor y por este motivo durante todo el mes se realizan actividades en su honor para que ellos disfruten, pero sobre todo para que sientan que aún son útiles en la sociedad. 

A pesar de todo a veces es tan deprimente ver ciertas escenas en centros comerciales, restaurantes, los centros médicos y hasta en la calle, donde personas jóvenes con todas las ganas de vivir agreden y tratan mal a los adultos mayores. 

Los tratan como si fueran estorbos. Es verdad que a cierta edad a las personas les cuesta más caminar, coordinar con rapidez, recordar cosas importantes y hacer lo que para muchos de nosotros son situaciones de todos los días, sin embargo no por eso merecen ser tratados como inútiles. 

Precisamente este tipo de escenas y las estadísticas nos hacen caer en cuenta de que estamos ante un gravísimo problema que involucra a esta población, a la cual las generaciones actuales le debemos mucho pues ellos son los responsables de lo mucho que tenemos. 

Acá algunas cifras: el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor atiende anualmente cerca de 1.500 reportes de agresiones y cada año la cifra aumenta aproximadamente en un 20%. 

La mayoría de los casos se refieren a agresión física, psicológica, patrimonial o sexual, situación que a todas luces resulta incomprensible. Los victimarios en un gran porcentaje son los familiares más cercanos como hijos, nietos o hermanos. 

Lejos de mejorar la situación en favor de este sector, a sabiendas de sus necesidades y pese a la existencia de una ley de protección, muchos casos pasan al olvido social. 

No podemos tapar el sol con un dedo, las pensiones que reciben nuestros ancianos están bastante lejos de permitirles una vida digna, a muchos ni siquiera les alcanza para salir del día a día, lo que los obliga irremediablemente a depender de sus seres queridos. 

Tal dependencia ante falta de recursos es en buena parte una causa de dichas agresiones, ya que parece que a algunos parientes les incomoda velar por el bienestar de sus antecesores y lo sienten como una carga no solo económica, sino social. 

Pero también están los escenarios donde lamentablemente de la pequeña pensión del adulto mayor viven hijas o hijos que se llenaron de niños y en la actualidad no tienen cómo verlos, por lo que los abuelos terminan pagando la mala cabeza de haber traído chiquitos al mundo a los que ni siquiera se les puede dar una vida digna. 

Lastimosamente este tipo de casos en este país son más comunes de lo que usted y yo pensamos, pues cada vez son más adultos mayores en el país y las autoridades no tienen los mecanismos ni el personal para verificar que esas personas vivan y estén bien. 

La situación pasa a ámbitos más graves, pues un 30% de la población en adultez en Costa Rica vive en estado de pobreza, siendo así más vulnerables a actos de violencia dentro y fuera del hogar. 

Y quienes logran salir a trabajar en procura de ingresos se enfrentan a otro drama, los empleadores poco reparan en jornadas extenuantes y salarios menores a los estipulados por ley. Además, les irrespetan vacaciones, días libres y otros privilegios que todo empleado posee. 

Precisamente se aprovechan de las necesidades que estas personas tienen, además del temor de perder el trabajo con que cuentan debido a que saben que por su edad es muy poco probable que alguien más los vaya a emplear. 

El envejecimiento es inevitable y la tendencia mundial arroja una mayor cantidad de individuos en esa condición. Las tasas de natalidad han descendido y las necesidades de los países están variando, sin que hasta ahora haya consciencia real. 

Muchos de nosotros tenemos expectativas de alcanzar edades adultas, con los retos que ello implica en salud, vivienda, ingresos y relaciones familiares. 

Algunos alcanzan esta etapa de la vida en mejores condiciones que otros, pero al fin son personas con marcas de experiencia, con mentes cargadas de recuerdos o víctimas del olvido, con manos y pies débiles, con voces entrecortadas, pero necesitadas de amor, dignidad y respeto; derechos que se deben garantizar a todo ser humano. 

Por eso si usted tiene adultos mayores en su familia aprovéchelos, mímelos y hágalos sentirse útiles porque si no lo hace cuando mueran mejor no los llore porque el amor se les debe demostrar en vida. 

No los van a revivir sus lágrimas. Saque tiempo para pasar con ellos, en especial en este mes de octubre.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 01 Octubre, 2018

HORA: 12:00 AM

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