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Opinión

El reto del Presidente Electo: Progreso, amor y tolerancia

Miguel Ángel Rodriguez

Amanecimos hoy lunes con la elección del Presidente Alvarado. Cuando escribo esto no sé cuál es su nombre.

Lo que sí sé es que la victoria presidencial es el resultado de una muy singular campaña electoral. Llegaron a la segunda ronda dos agrupaciones políticas que pocas semanas antes de la elección de febrero no era esperable que lo lograran. No llegó ninguno de los partidos tradicionales. Los temas de campaña fuero impuestos por las circunstancias: el “cementazo” y posteriormente el matrimonio igualitario. Nuestro principal problema, la pobreza, estuvo ausente. Durante la campaña para la segunda elección, numerosas personalidades de los partidos que no lograron participar con su candidato, se dividieron, dieron su adhesión pública y se afanaron en el proselitismo en favor de alguno de los candidatos Alvarado. Entre ellos, a pesar de proceder de la misma casa, la discusión fue muy enconada. Ni que decir lo insultante que muchas veces fue en las redes sociales.

También sí sé que el Presidente Electo tiene por delante una tarea difícil. Decía don Arístides Calvani “Gobernar es difícil. Gobernar en democracia es más difícil” y agrego yo: Gobernar en un sistema presidencialista con multitud de partidos relativamente fuertes, es aún más difícil.

Es, como sabemos, una tarea muy importante pues deseamos progresar: disminuir la pobreza, el desempleo y la desigualdad; aumentar las posibilidades de consumo de todos y  la seguridad ciudadana; generar confianza de cada uno en su futuro, confianza mutua entre los ciudadanos y confianza en que contaremos para los nietos con recursos naturales, un ambiente sano y ciudades vivibles. Y para lograrlo dependemos en mucho de la acción del gobierno en regulación, en policía y justica, en lo social y lo económico, en educación y salud, en la prestación de los servicios públicos.

Durante la campaña -iniciando por Rodolfo Piza- casi todos los aspirantes presidenciales fueron proclamándose partidarios de un gobierno de Unidad Nacional. En esta segunda ronda, yo clamé ante los dos señores candidatos y los dos partidos tradicionales por una alianza política alrededor de un programa de gobierno con mayoría legislativa. Pero no lo logramos.

 Tener éxito en las circunstancias en las que hoy amanecimos requerirá una conducta muy cuidadosa del Señor Presidente Electo. Por supuesto no puede -como lo hizo el gobierno saliente- montar la nueva administración sobre el supuesto de que “en las últimas décadas hemos sido gobernados con irresponsabilidad” porque ni es cierto, ni podría expresarlo habiendo aceptado el apoyo público y la participación proselitista de integrantes de esas administraciones.

Al contrario, para ser exitoso, el Sr Presidente Electo necesitará conformar una relación de confianza mutua con los otros partidos políticos que le permita negociar, bien una alianza parlamentaria mayoritaria de plazo indefinido, o bien alianzas coyunturales para cada uno de los temas que se vayan conociendo.

La conformación del gabinete será determinante para que se puedan materializar las buenas intenciones de un gobierno con capacidad de actuar en la coyuntura actual. Ideal sería que lograse una alianza política con una mayoría parlamentaria forjada alrededor de un programa de acción apoyado por los diversos grupos que la integren, y que elijan un directorio legislativo compartido.

Pero recuperar un ambiente propicio al progreso requerirá mucho más que la buena disposición, las acciones correctas del Presidente Electo y la capacidad de él y de su equipo, y de los partidos de oposición,  de conformar una alianza o alianzas parlamentarias mayoritarias. Requerirá un cambio de actitud de parte de todos nosotros, los ciudadanos. 

Unámonos para progresar, troquemos en amor al prójimo el odio y aprendamos la tolerancia que estuvo ausente en la confrontación de esta segunda ronda electoral. 

 Claro que somos distintos. Claro que hay intereses contrapuestos entre distintos grupos sociales. Claro que es lícito y natural que cada grupo luche por defender sus intereses. Pero hagámoslo con moderación y cordura, y recordemos siempre que en cualquier debate, como no somos Dios, nosotros podemos ser los equivocados.

Lograr progresar sería mucho más fácil si aprobáramos las reformas a nuestro régimen político que nos hemos negado a siquiera discutir. Ese es un tema de especial relevancia para el futuro.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 02 Abril, 2018

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez

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